El ejército alemán y 61.000 fieles salvaron el “barrizal” de Wacken, la gran cita del “heavy metal”
Joana Serra
“Personalmente no estuve ahí. Pero puedo asegurar que fue un operativo muy ‘cool’ para nuestros soldados”, afirmó una portavoz del ministerio alemán de Defensa. No se refería a la evacuación de 32 ciudadanos europeos desde Níger a bordo de un A400M de la Bundeswehr (fuerzas aéreas alemanas), el tema prioritario del día en la comparecencia del viernes los portavoces del Gobierno alemán. Sino a la vía de 150 metros de largo que un equipo de zapadores del ejército tendió ante el acceso del recinto donde, como todos los años, se celebra el festival heavy metal de Wacken. Es decir, la tranquila localidad del norte de Alemania, de apenas 1.800 habitantes, que esperaba a 85.000 asistentes para la llamada mayor cita del “heavy” del mundo. La víspera del inicio, el miércoles, su organización había emitido mensajes por redes sociales, webs, etc. apremiando a sus fieles a que no acudieran al lugar. Varias semanas de lluvia persistente habían convertido en un barrizal el gran recinto donde se esperaba a Iron Miden, Megadeth y Doro Pesch, entre un total de 200 conciertos para cuatro días de festival. Se buscaban soluciones de emergencia para ofrecer al menos un programa reducido, tal vez para unos 20.000 asistentes. Pero las entradas –a 300 euros-- estaban agotadas desde meses antes, como en cada una de las ediciones anterior. Y las caravanas, furgonetas, “Harley-Davidson” y demás vehículos estaban en camino. A los mensajes pidiendo que se volvieran a casa quienes estaban en ruta, porque no había accesos factibles para llegar al lugar, siguieron las imágenes de largas colas de todo tipo de automóviles tratando de llegar por cualquier otro camino o convirtiendo poblaciones o praderas vecinas en acampadas improvisadas, con intención de seguir como fuera el festival, aunque fuera en “streaming”. Al fin y al cabo, cada una de esas acampadas espontáneas funcionaba ya como un pequeño colectivo de incondicionales del heavy-metal.
“Estuvimos a punto de cancelar el festival. Pero para cuando íbamos a tomar la decisión teníamos a unas 40.000 personas acampadas por ahí. Hacerlos volver a casa no era una opción”, explicó uno de los co-fundadores de Wacken, Thomas Jensen, en declaraciones a la agencia de prensa dpa. Esa esa la situación el miércoles, horas antes del inicio previsto del festival. A esos 40.000 que esperaban acceder al recinto se sumaban los 20.000 que ya estaban en su interior. Habían llegado la víspera, como otros años, confiando en la hospitalidad de los lugareños. Algunos se habían hecho remolcar con tractores en medio del barrizal.
Una de las señales de identidad de Wacken, junto a los tipos duros profusamente tatuados o sus motocicletas, es la sana convivencia que reina entre los habitantes de esa población de la región fronteriza con Dinamarca y los ruidosos visitantes que año a año llegan a sus praderas. Al tranquilo paisaje o a las vacas que pastan por la zona no parece afectarles la sobredosis de decibelios por cuatro días. Forma parte del ritual de todos los años recibir a los asistentes con reparto de pedazos de tarta caseras y tazas de café, así como dejar que la primera actuación del festival sea a cargo de la banda de viento local, pese a que su repertorio está en las antípodas del de Iron Miden, por ejemplo.
Wacken es un clásico entre los festivales de verano alemanes. Se ha celebrado bajo temperaturas inusualmente tórridas, cuando esa ha sido la situación, o bajo tempestades eléctricas como la del año pasado, en que Wacken cumplía sus 30 años. Las botas de agua acabaron siendo en este 2023 de poca ayuda, puesto que el barrizal que se generó no daba opciones siquiera a moverse con este calzado. Una mayoría optó por abandonarse al barro, con los pies descalzos y dispuestos a hundirse hasta los muslos en el fango. Otros se dieron su “baño” en el barrizal. El escenario y la potente megafonía estaban ahí, el acceso improvisado por el ejército facilitó la llegada de los acampados a su destino. No está claro quién asumirá los gastos de la intervención militar –”cuando un municipio o distrito reclama ayuda, actuamos como los bomberos: primero acudimos y luego se analiza el caso”, explicó la portavoz de Defensa-. Hasta el domingo a las dos de la madrugada, fin oficial del festival, se esperan algunas precipitaciones, aunque no tan copiosas como las de los días pasados.
