jueves, 3 de agosto de 2023

Morawiecki patrulla

 


Polonia y Lituania denuncian "provocaciones a la OTAN" desde su frontera con Bielorrusia 
Joana Serra
A la creciente presión migratoria sobre sus fronteras y los movimientos de los mercenarios del grupo Wagner en Bielurrusia se proponen responder Polonia y Lituania, miembros de la OTAN y de la UE, blindando su frontera con el principal aliado de Moscú. Este fue el mensaje enviado ayer por el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, y el presidente lituano, Gitanas Nausedas, desde un lugar más que significativo:la base militar de Suwalki, en la franja de 100 kilómetros que separa Polonia de Lituania, a cuyo extremo queda el enclave ruso de Kaliningrado.
"Vamos a asistir a muchas provocaciones, no hay duda", afirmó Morawiecki, en alusión a los dos helicópteros militares bielorrusos que, según Varsovia, penetraron dos días antes en el espacio aéreo polaco. Varsovia calificó entonces de "provocación hacia la OTAN" esa operación. E insistió en lo que viene siendo su reclamación -y la de los vecinos bálticos- desde antes incluso del inicio de la invasión de Ucrania: la necesidad de reforzar el flanco este de la Alianza.
La amenaza no se limita, sin embargo, a la presencia de uno o dos helicópteros sobrevolando sobre Polonia. El peligro lo representa el grupo Wagner, desde que su jefe, Yevgeny Prigozhin, pactó retirarse a Bielorrusia tras fracasar su intento de revuelta contra su patrono, el presidente ruso Vladímir Putin. Se estima que unos 3.000 "wagneritas", como se denomina a estos mercenarios, se desplazaron a territorio bielorruso. También se estima que Prigozhin ha estado repetidamente ahí, aunque no hay certeza sobre sus propósitos.
Una reciente frase del presidente bielorruso, Aleksandr Lukanshenko, advirtiendo de que los wagneritas podían pretender "plantarse en Varsovia" encendió las alertas polacas. A ello se suman las informaciones, no verificadas, sobre los movimientos de un centenar de wagneritas en la región fronteriza con Polonia.
Para Varsovia, como para Lituania, estos supuestos movimientos remiten al propósito de Minsk de reeditar su "guerra híbrida" sobre las fronteras de estos dos países vecinos. Alude con ello a la crisis precipitada en 2021 por el régimen de Lukashenko al impulsar hasta las fronteras polaca, lituana y letona a centenares de refugiados procedentes principalmente de Siria.
Tanto Polonia como los países bálticos han venido rechazando las sucesivas propuestas de la Comisión Europea (CE) para reubicar a los refugiados llegados a territorio comunitario bajo unos criterios más o menos equilibran. Rechazan por principio acoger en su territorio a solicitantes de asilo musulmanes, no importa cuál sea su procedencia.
El temor a una reedición de la guerra híbrida está respaldado, según Varsovia, por las crecientes cifras de intentos por ingresar en el país de forma irregular. La semana pasada se llegaron a contabilizar unos 300 en un día, según datos de la Guardia Fronteriza polaca. Es decir, un nivel parecido al registrado en la crisis migratoria de 2021.
Polonia reaccionó entonces levantando una valla de 5,5 kilómetros de altura en 180 de los 400 kilómetros de frontera con Bielorrusia. Ahora se plantea reforzar a los cerca de 5.000 efectivos militares desplegados esa franja, apoyados por fuerzas policiales. O alertar a sus aliados, desde su posición de miembro de la OTAN, ante cualquier movimiento sospechosos de los wagneritas.
Todo esto ocurre mientras en Polonia se respiran aires de precampaña, ante las elecciones generales que se prevé se celebren entre mediados de octubre y principio de noviembre. El partido Ley y Justicia (PiS) de Morawiecki y Jaroslaw Kaczynski aspira a defender su posición de fuerza dominante en el país, tras casi diez años ininterrumpidos en el poder y marcados por el discurso anti-inmigración y ultraconservador.