lunes, 11 de diciembre de 2023

Adiós

 


Polonia deja el territorio ultra con el europeísta Tusk

Joana Serra

El Parlamento polaco puso fin este lunes a las maniobras del ultraconservador partido Ley y Justicia (PiS) por retener el poder: apenas 190 diputados del Sejm, la cámara baja, respaldaron el voto de confianza formulado por el primer ministro saliente, Mateusz Morawiecki. 266 se pronunciaron en contra. Es decir, los de la bancada del liberal, Donald Tusk, sumados a sus aliados virtuales de la centrista Tercera Vía, los de la izquierda moderada llamada Lewica y alguno más procedente de partidos minoritarios, probablemente la ultraderechista Confederación.

Terminaron así con esta derrota los ocho años consecutivos de dominio del PiS, el partido que lidera Jaroslaw Kaczynski, hermano gemelo del expresidente Lech Kaczynski, fallecido en 2010 al estrellarse su avión en Smolenks (Rusia). Han sido dos legislaturas, en que el gobierno ultraconservador se ha visto secundado por el presidente Andrzej Duda, vinculado al partido. 

La confrontación continua con Bruselas ha sido en este periodo la señal de identidad del gobierno de Varsovia, tanto en lo que ser refiere a la política migratoria -con el bloqueo de sucesivas propuestas de reubicación de peticionarios de asilo- como a la Justicia -por la reforma orientada a controlar desde el estamento político el poder judicial-. La mano dura contra el asilo impuesta por Varsovia en estos años ha ido hermanada con la que practica el gobierno ultranacionalista de Víktor Orbán desde Hungría, el otro “halcón” del euroescepticismo en el este europeo.

La derrota de Morawiecki da paso al europeista Donald Tusk, quien presumiblemente asumirá formalmente el poder el próximo miércoles de manos de Duda. El líder de la liberal Plataforma Cívica (PO) había presentado ya un gobierno “a la sombra” negociado con sus futuros socios la semana pasada. Pero estaba pendiente aun del voto de confianza parlamentario a Morawiecki, en quien había recaído el primer encargo de Duda para formar gobierno.

El ultraconservador partido PiS fue la fuerza más votada en las elecciones generales del pasado 15 de octubre, aunque quedó por debajo de la mayoría necesaria para alcanzar lo que habría sido su tercer mandato. La ultraderechista Confederación, que se había perfilado como posible aliado, quedó por debajo de sus expectativas, sin los votos necesarios para respaldarle y optó por rechazar toda cooperación con el PiS.

El PO de Tusk, por contra, contó de inmediato con los apoyos de la centrista Tercera Vía y de la izquierda moderada, que ya en campaña habían expresado su apoyo al líder liberal por representar la esperanza de un cambio frente al euroescepticismo. Tusk tuvo asimismo a su favor las movilizaciones masivas de la ciudadanía polaca contra la restrictiva ley del aborto del PiS -que prácticamente lo prohíbe-, contra las hostilidades a los medios de comunicación críticos o a  los colectivos LGBTI. El amplio respaldo a esas movilizaciones, algo insólito en la católica Polonia, eran un reflejo de las ansias de cambio.

El líder liberal fue jefe del gobierno polaco entre 2007 y 2014, tras lo cual se convirtió en presidente del Consejo Europeo. El PiS trató de descalificarlo en toda la campaña al tacharle de “criado servil” de los dictados de Bruselas y de Alemania, país que le respaldó tanto en tiempos de la canciller conservadora Angela Merkel como bajo el gobierno actual del socialdemócrata Olaf Scholz. Los ultraconservadores acusaron además a Tusk de haber debilitado al país mientras estuvo en el cargo por sus recortes en las partidas de Defensa. Bajo el PiS se han disparado las inversiones en la modernización del ejército, una vía que se acentuó a raíz de la invasión de Ucrania por Rusia.

Con el retorno de Tusk al poder se espera que Polonia inicie la reconciliación con Bruselas. El camino, sin embargo, no será tan fácil. Deberá cohabitar con el presidente Duda, originario del PiS y en el cargo desde 2015. Tendrá asimismo en contra a parte del poder judicial, altamente politizado como resultado de la reforma implantada bajo la directriz del PiS y que ha valido a Varsovia sucesivas amonestaciones y expedientes desde Bruselas.

Por lo pronto, si no hay contratiempos en el tramo final, Tusk acudirá a la próxima cumbre europea ya como nuevo líder y jefe de Gobierno de Polonia, con 37 millones de habitantes y la quinta economía de la UE.