sábado, 14 de febrero de 2009

Latinoamérica se zanpó los Osos

Canto quechua de "La teta asustada" ganó el Oro y "Gigante" cautivó a Berlín


Gemma Casadevall Berlín, 14 feb (EFE).- La Berlinale se rindió al canto quechua de la hispano-peruana "La teta asustada", de Claudia Llosa, ganadora del Oso de Oro de ese festival, erigido en plataforma del nuevo cine latinoamericano al dar otros tres premios a la uruguayo-argentina "Gigante", de Adrián Biniez.
El jurado presidido por la actriz escocesa Tilda Swinton, con la directora española Isabel Coixet entre sus miembros, optó por las cinematografías aún por explorar y dio su máximo honor a "La teta asustada", primer film de Perú a competición en la historia de la Berlinale y, además, hablado en un 40 por ciento en quechua.
"Gigante", rodada en Montevideo, ganó el Gran Premio del Jurado -compartido con la alemana "Alle anderen", de Maren Ade-, el galardón como mejor ópera prima y el Alfred Bauer, en memoria del fundador del festival, asimismo ex aequo con "Tatarak", del veterano Andrzej Wajda.
Biniez cautivó con la historia de su enorme vigilante de hipermercado enamorado de una empleada y subió hasta tres veces al escenario del Berlinale Palast a por sus sucesivos premios, primero emocionado, luego atónito y finalmente dando un alarido.
Llosa, emocionada hasta las lágrimas, dedicó su premio a Perú y recordó que el determinante papel de los coproductores españoles como plataforma de una cinematografía que difícilmente sale de sus fronteras. Su actriz principal, Magaly Solier, embelesó al auditorio al cantar una pieza en quechua, emotiva y mágica como en el filme.
La directora, de 32 años, nacida en Lima y afincada en Barcelona, representaba a una cinematografía debutante, la peruana, desde la magia de la lengua indígena. Biniez, nacido en Buenos Aires en 1974 y residente en Montevideo, acudía a Berlín con su primera película.
"La teta asustada" es una película enigmática, que transcurre entre agrestes paisajes de los barrios más pobres de Lima y que remite al drama de las miles de mujeres peruanas violadas o torturadas en los años de guerra y terrorismo.
Cuenta esa historia a través de Fausta, el papel que interpreta Solier, una muchacha que trata de dar un entierro digno a su madre, violada como miles de mujeres más en las dos décadas de guerra y terrorismo.
La película toma el nombre de la misteriosa enfermedad que, según el decir popular, transmiten a sus hijos a través de la leche materna las mujeres que fueron violadas o torturadas en el embarazo.
Coixet y Switon eligieron esa película, de corte sencillo, cargada de simbolismos y algo hermética, en un festival que plagado de grandes personajes femeninos y que recibió un buen desfile de divas, como Michelle Pfeiffer, Demi Moore y René Zerweger.
Ninguna gran estrella recibió premio, sino que los galardones, de acuerdo asimismo al sello personal de Swinton y resto de los miembros del jurado optaron por los independientes.
El Oso de Plata al mejor actor fue para el africano Sotigui Kouyate, por "London River", la película de Rachid Bouchareb a la que todas las apuestas daban como favorita, principalmente por el gran papel de Brenda Blethyn, que se quedó sin premio. La Plata a la mejor actriz fue para Birgit Minichmayr, por "Alle Anderen", segundo premio para el cine anfitrión.
El Oso al mejor director fue para el iraní Ashgar Farhadi, por "Darbareye Elly" ("About Elly"), otro de los favoritos que sí se llevó su merecidísimo premio. Otra película que encabezaba apuestas a los Osos, "The Messenger", del estadounidense Oren Moverman, tuvo que conformarse con una Plata al mejor guión.
Llosa y Biniez no fueron los únicos cineastas hispanoamericanos que se fueron con premio de la Berlinale. El Teddy, al cine de contenido homosexual, fue para "Rabioso sol, rabioso cielo", del mexicano Julián Hernández. La película vasca "Ander", de Roberto Castón, se llevó el premio de la Confederación Internacional de Cine de Arte y Ensayo.
La sección oficial de la Berlinale se cerró con la gala de la entrega de los galardones y la proyección, fuera de concurso, de "Eden in West", del director griego Costa-Gavras.
El domingo se prolongará aún el festival con el denominado día del espectador, con el que la Berlinale cumple con su tradición de festival más popular del mundo en su categoría.
En sus diez días de existencia, se proyectaron 282 películas, distribuidas en 1.238 sesiones y se vendieron un total de 270.000 entradas al público de a pie, lo que según cifras oficiales supone un nuevo récord de visitantes. EFE
gc/fpa
(foto)

La teta ganadora

Llosa: "La Berlinale es una escalera al futuro para el cine peruano"


Gemma Casadevall
Berlín, 14 feb (EFE).- La directora Claudia Llosa, ganadora del Oso de Oro de la Berlinale con "La teta asustada", acudió a Berlín consciente de que es una "escalera al futuro para el cine peruano", una cinematografía que debutó así en la sección a competición y lo hizo, además, utilizando el quechua.
"En mi película hay muchos símbolos adoptados de mitos y tradiciones peruanas. Como la escalera al futuro sobre la que se colocan los novios que van a casarse. Eso es para nuestro cine la Berlinale: una escalera al futuro", explicó a EFE la directora, de 32 años.
Para Llosa, nacida en Lima y afincada en Barcelona desde hace cinco años, el cine de su país "sale poco al exterior y, cuando lo hace, es de forma dispersa, sin continuidad".
Que su película llegara a la sección oficial de la Berlinale se debe, dice, a que es una coproducción española -intervinieron TVE, TV3, además de Wanda Visión-.
"Sin ese apoyo no estaríamos aquí, con una película hablada en un 40 por ciento en quechua", dijo. "La teta asustada" contó asimismo con el apoyo previo del World Cinema Fund, el fondo que destina la Berlinale a proyectos cinematográficos en Latinoamérica, África y Oriente Medio, entre otras regiones.
"Primero nos dijeron que veníamos aquí, pero pensé que sería en Forum o Panorama. Hasta hace un par de semanas no sabíamos que íbamos a competición", explicó. A la emotiva acogida que le brindó el festival, en el estreno el pasado jueves, siguió el viernes el premio de la crítica internacional FIPRESCI. Hoy, sábado, el triunfo fue redondo.
"La teta asustada" está centrado en el personaje interpretado por Magaly Solier, Fausta, una muchacha que lucha por dar un entierro digno a su madre. A través de ella se recorre el drama de miles de mujeres violadas en los años del terrorismo en Perú, entre 1980 y 2000.
"Es una película contra la impunidad". No se puede pasar página sobre las víctimas del terror, los muertos no pueden esconderse bajo una sábana blanca", apuntó Llosa.
"La teta asustada" toma el nombre de una extraña enfermedad que transmiten a sus hijos, a través de la leche materna, esas madres que han sido violadas o torturadas durante el embarazo.
"A esas víctimas se les ha negado hasta la identidad. Muchos no tienen ni carné de identidad. No nacieron, no murieron. Sin identidad, no hay recuerdo". añade.
Se estima que las dos décadas de guerra y terrorismo generaron 70.000 víctimas. "Fue un periodo negro, aún por explorar", explica.
"La teta asustada" es la segunda película de Llosa, tras "Madeinusa", de 2006, asimismo de coproducción española.
Llosa, emparentada con el escritor Mario Vargas Llosa -primo segundo de su padre-, se siente orgullosa de haber introducido un lenguaje hasta ahora inédito en la Berlinale, el quechua.
"Es un lenguaje que puede sonar aquí un poco enigmático. De eso se trata: de jugar con enigmas y con símbolos", resumió. Símbolos como la escalera al futuro, un mensaje de esperanza para los novios a punto de casarse, ahora ampliado a todo el cine peruano. EFE
gc/fpa

viernes, 13 de febrero de 2009

Latinoamérica, en el esprint

Wajda cerró la competición y se desató el baile de apuestas por el Oso


Gemma Casadevall Berlín, 13 feb (EFE).- La película "Tatarak", de Andrzej Wajda, puso hoy punto final a la sección a competición de la Berlinale y se desató el baile de las apuestas de quién se llevará el Oso, con "London River" y "The Messenger" como claros favoritos, seguidos del cine iraní y sin descartarse alguna sorpresa para Latinoamérica.
La quiniela de "Screen" -el magazine diario del festival- da como ganadora a "London River", de Rachid Bouchareb, seguida del film de Oren Moverman.
Son dos películas poderosas, la primera sobre padres que buscan a sus hijos entre las víctimas de los atentados de Londres de 2005; la segunda sobre un dúo de oficiales de EEUU, mensajeros que comunican a los familiares la muerte de cada soldado en Irak.
En ambos casos, además, magníficamente interpretados por Brenda Blethyn, la primera, y Woody Harrelson y Ben Foster, la segunda. No habría abucheos a tales Osos, de producirse.
Pero el jurado de la Berlinale no debe dejarse dirigir ni por la opinión general ni por el afán de complacer a todos, sino que entre sus cometidos está dar con su propia película.
Ha sido una Berlinale con grandes personajes femeninos, con muchas divas en acción -Michelle Pfeiffer, Demi Moore, Renée Zellweger-, todas ellas deslumbrantes y muy en su papel en la película, y con heroínas menos vistosas, pero con interpretaciones impactantes, como la citada Blethyn.
La última película, "Tatarak", aportó otra gran actriz, Krystina Janda, interpretando a una mujer madura prendada de un jovencito, uno de los temas recurrentes en esta Berlinale.
El jurado está dominado por dos mujeres: la actriz escocesa Tilda Swinton, su presidenta, más la directora española Isabel Coixet. Ambas, representantes del cine independiente, emotivo, de temas poderosos y ajenos a las historias consabidas.
Las acompañan el escritor sueco Henning Mankell, el director estadounidense-hongkonés Wayne Wang, y el de Burkina Fasso Gaston Kaboré, así como el dramaturgo y cineasta alemán Christoph Schlingensief, y la cocinera y "activista culinaria" estadounidense Alice Waters.
Mankell, seguido de Kaboré y Schlingensief, lanzó al abrirse la Berlinale una proclama a favor de África, del cine de contenido y beligerante y de abrir la mirada a cinematografías por explorar.
El cine iraní no puede quejarse de escasa atención en festivales europeos -ha sido presencia habitual en las últimas Berlinales- y "Darbareye Elly", de Asghar Farhadi, gustó a público y crítica.
Latinoamérica fue la gran vencedora en la anterior edición, con el Oso de Oro a la brasileña "Tropa de Elite" de Jose Padilha, y el premio Alfred Bauer y también de la crítica FIPRESCI a "Lake Tahoe", del mexicano Fernando Eimbcke.
Tras años de dominio argentino, brasileño y mexicano, la presente Berlinale exploró en Uruguay y Perú, por primera vez a competición.
La uruguaya-argentina "Gigante", de Adrián Biniez, cautivó por su historia sencilla de un colosal guardia de seguridad de hipermercado enamorado de una empleada.
La hispano-peruana "La teta asustada", de Claudia Llosa, dejó al festival bajo el impacto del drama de los miles de mujeres violadas en las décadas de guerra civil y terrorismo, en los 80. Ambas tienen buenas y más que merecidas opciones a premio.
Un claro peligro para todas las aspirantes viene, por supuesto, por parte del cine anfitrión, especialmente de "Storm", de Hans Christian Schmid, apuntalado en la excelente Kerry Fox.
El jurado es, por definición, independiente, aunque en los últimos años el palmarés ha llevado siempre el sello del director del Festival, Dieter Kosslick, quien no se corta al explicar que cada uno de sus miembros son "amigos", suyos y de la Berlinale.
Teóricamente, todas las películas a concurso son "sus" películas, las de Kosslick. Pero las que más insistentemente citó, previo al Festival, fueron "Storm" y la danesa "Lille Soldat", de Annette Olesen, centrada en los traumas postraumáticos de una soldado de regreso de Irak y de una prostituta africana. Otras dos mujeres para la Berlinale más femenina que se recuerda. EFE
gc/jcb/ibr

jueves, 12 de febrero de 2009

Estreno en quechua


Berlinale se emocionó con el oculto mundo quechua y se refrescó con Zellweger

 
Gemma Casadevall

Berlín, 12 feb (EFE).- La Berlinale se emocionó hoy con el mundo oculto del quechua a través de "La teta asustada", de Claudia Llosa, primera película peruana a competición en la historia del festival, y se refrescó con la deliciosa Renée Zellweger de "My One and Only", un bálsamo contra cualquier crisis.
Sencilla, dura, algo hermética y cargada de simbolismos, "La teta asustada" sumergió al festival berlinés en el drama de las mujeres violadas en Perú en las dos décadas de guerra y terrorismo que sacudieron el país a partir de los 80 del siglo pasado y que dejaron cerca de 70.000 víctimas.
De producción hispano-peruana y rodada principalmente en zonas pobres de Lima, "La teta asustada" se centra en una muchacha, Magaly Soler, que acaba de perder a su madre y que quiere enterrarla dignamente, como un grito contra la impunidad de esos crímenes.
Con ella, con sus cantos en quechua, su rostro hermoso, pero agreste como el paisaje, el espectador llega a la historia de esas mujeres traumatizadas y de la llamada enfermedad de la "teta asustada", que éstas transmitirán a sus hijos, a través de la leche.
"No se puede enterrar a las víctimas bajo un manto de silencio, hay que recuperar su historia, la identidad perdida de toda una generación de personas que, por no tener, no tienen ni carné de identidad, simplemente porque no consta que nacieron", explicó Llosa, nacida en Lima y afincada en Barcelona desde hace cinco años.
Sin la co-producción española la película no estaría en la Berlinale, enfatizó la directora ante el estreno internacional de su segundo largometraje tras "Madeinusa".
"La teta asustada" está hablada en un cuarenta por ciento en quechua, un lenguaje hermético no sólo para la Berlinale, sino también para los peruanos que, como la señora para la que trabaja Fausta, la muchacha, pertenecen a otra clase, la ajena al mundo indígena.
El quechua se habla en Perú, Ecuador, Bolivia y parte de Argentina, recordó Llosa, pero la comunicación entre los indígenas y los que no lo son puede llegar a ser nula. "Entre Fausta y la señora la llegará a haber. Y se romperá, cuando la muchacha crea haber salvado el abismo".
A Fausta le está reservada la pobreza de las alturas de Lima, donde los matrimonios son colectivos, porque no hay dinero, y donde se va de boda en boda sin cambiar de traje.
Una historia a la que acompañan algunas piezas musicales de Margaly Soler, cantante y compositora, que embelesó a los presentes en la conferencia de prensa cantando en directo una tonada en quechua.
También embelesó, pero de otra manera, Zellweger y su "My One an Only", dirigida por Richard Loncraine, donde borda el papel de una madre que abandona al marido infiel y se marcha a bordo de un Cadillac con dos hijos adolescentes en busca de un suplente.
Zellweger, una rubia platino de labios pintados de rojo carmesí, va de mudanza en mudanza por medio país, a ritmo de "Big Band". Viaja en pos de esa suplencia y constata que, a partir de cierta edad, a una mujer sólo le pedirán en matrimonio hombres arruinados, calenturientos o incluso débiles mentales.
Triste conclusión para la mujer, en una Berlinale consagrada a grandes personajes femeninos, a menudo a vueltas con la edad o que viven tórridos romances con jovencitos, como fue el caso de Michele Pfeiffer -"Chéri"- o Kate Winslet -"The Reader"-.
"La independencia de una mujer consiste en saber cuidarse de una misma", sentenció Zellweger, tan deliciosa en directo como en el filme, con un rubio platino algo rebajado e idénticas muecas con sus labios de fresa y sus ojos diminutos.
"My One and Only" es una de esas refrescantes comedias que uno tiene la sensación de haber visto trescientas veces, pero donde toda la maquinaria funciona a la perfección.
Todo un bálsamo contra la crisis, no sólo la financiera mundial, sino la que más de uno habrá vivido en la Berlinale ante la acumulación de filmes extremadamente duros.
A falta de la última película, "Tatarak", de Andrzej Wajda, las quinielas apuntan a "London River" -de Rachid Bouchareb-, seguida de "The Messenger" -Oren Movernman-, la iraní "Darbareye Elly" -Asghar Farhadi- y la argentino-uruguaya "Gigante", de Adrián Biniez.
De imponerse la favorita, el éxito del director sería compartido con su actriz Brenda Blethyn, puntal de una película con otro gran personaje de mujer, para una Berlinale de dominio femenino. EFE
gc/jcb/agf

Más cincuentonas e imponente sopor


Bellezas y ronquidos sobre la alfombra roja de la Berlinale





Gemma Casadevall Berlín, 12 feb (EFE).- Renée Zellweger, Michelle Pfeiffer, Demi Moore y Kate Winslet han sido las reinas sobre la alfombra roja de la Berlinale, que en esta 59 edición que entró hoy en la recta final ha estado dominada por grandes divas irradiando belleza y sabios consejos y por algún que otro ronquido en las salas de proyección.
Por supuesto ninguna reveló si pasó o no por cirugía o recurrió al bótox, sino que dieron sensatas recomendaciones a favor de la vida sana, la felicidad conyugal, el equilibrio entre el yin y el yang y asuntos parecidos.
Pfeiffer, cumplidos los cincuenta y maravillosa como siempre, dijo que lo principal es ser feliz. Moore, a los 46 e igualmente espléndida, que en esta vida lo importante es sentar prioridades y la suya son su esposo y su familia.
Zellweger, de 39 y divorciada, afirmó no tener prisa en encontrar marido. Y Winslet, de 33 y casada con el director Sam Mendes, hizo gala de llevar con total naturalidad los desnudos de sus películas, esté rellenita, como en "Titanic", o esbelta, como en "The Reader".
Hermosas, sin complejos ni a los cincuenta ni a los treinta, maravillosas, sonrientes y equilibradas. La Berlinale no tuvo esta vez ni una diva esquiva o malhumorada -al estilo de Catherine Deneuve- y nadie se quejó de su suerte en el amor o el desamor.
Tema recurrente fue la edad, no tanto por malsana curiosidad periodística, sino por exigencias del guión. Tanto Winslet como Pfeiffer interpretan en las películas a mujeres maduras -unas más que otras- que se meten en la cama con adolescentes.
Zellweger da cuerpo a una atractiva rubia platino que abandona al marido infiel y se lanza en busca de un sustituto, para constatar que el paso del tiempo no es buen aliado para la mujer.
Ni Winslet ni Pfeiffer tienen futuro con sus amantes jóvenes y Zellweger ni siquiera encuentra pareja, joven o vieja.
Todas ellas compensaron con creces ese algo desesperanzador mensaje global para la mujer a fuerza de lucir espléndidas.
Las relaciones entre mujeres maduras y hombres claramente más jóvenes es tema creciente en Hollywood, lo que para Pfeiffer es "algo positivo, en la dirección correcta". Menos positivo será que tales licencias sólo se les permitan a las hermosamente conservadas, no al común de las mortales.
Sobre la alfombra roja, la única que trajo un ejemplo de relación estable con un esposo claramente más joven fue Moore, quien apareció feliz y acompañada del suyo, Ashton Kutcher, de 31 años.
Los maliciosos seguirán preguntándose si la piel tersa de unas y otras es real o asunto del bisturí y si el amor entre Moore y Kutcher tiene futuro, vista la diferencia de edad en contra de ella.
Reales fueron, como en toda Berlinale, los ronquidos que salpicaron algunas proyecciones, en aumento a medida que avanza un festival donde se proyectan 390 películas en todas sus secciones.
Algunos se abandonan al sueño sin contemplaciones, otros, más considerados, aprovechan las pausas entre película y película.
"Nosotros tratamos de entrar siempre en cuando abren la sala para echar una cabezadita hasta que empieza la película", comentaba Margareth Luke, neozelandesa acreditada en el European Film Market como su esposo, David, ambos desperezándose justo a tiempo para el inicio de la proyección, tras dormitar en su butaca tomados de la mano. Amor real, también en la Berlinale. EFE
gc/nvm/agf

miércoles, 11 de febrero de 2009

Claudia, la sacudida


Llosa: "No se puede pasar página sobre las víctimas del terror y la guerra"
 
Gemma Casadevall

Berlín, 11 feb (EFE).- La directora de cine Claudia Llosa llevará mañana a competición "La teta asustada", primera película de Perú que concursa por los Osos en una Berlinale y que explora en las víctimas de la guerra y el terrorismo en su país, así como en la lucha contra la impunidad.
"No se puede pasar página sobre las víctimas del terror, los muertos no pueden esconderse bajo una sábana blanca, porque, si no se aborda el pasado sin miedo, éste vuelve a salir a flote", explicó a EFE Llosa, ante el estreno de su película en el Festival de Cine.
"La teta asustada" toma el nombre de una extraña enfermedad que transmiten a sus hijos, a través de la leche materna, las madres que han sido violadas o torturadas durante el embarazo.
"Fausta, mi protagonista, quiere dar un entierro digno a su madre. Pero ello no es posible si se le niega la posibilidad de recuperar su recuerdo, si se pretende ignorar la existencia de esas víctimas", indicó la directora, de 32 años y nacida en Lima.
La película, una co-producción hispano-peruana, incide en la recuperación del recuerdo y la lucha contra la impunidad sobre el telón de fondo de las cerca de 70.000 víctimas de la guerra y el terrorismo en su país entre 1980 y 2000.
"Fue un periodo negro, por explorar, sobre todo políticamente. Es responsabilidad de los políticos hacerlo, pero también nuestra, de los ciudadanos, cineastas o no, impulsar esa recuperación de la memoria de nuestras víctimas", indicó.
"La teta asustada" es la segunda película de Llosa, tras "Madeinusa", de 2006, asimismo coproducida por la española Wanda Films.
"Que esté yo en Berlín, compitiendo, tiene mucho que ver con lo bien que funcionó esa película y con mi relación con esa productora. Perú tiene una industria pequeña, de unos diez o doce títulos al año. No es una potencia como Argentina, Brasil o México", indicó.
Para Llosa, a ese poco volumen de títulos se une que las películas de su país "salen poco al exterior y lo hacen muy espaciadamente, con grandes intervalos de tiempo".
La sección a competición de la Berlinale había estado dominada en los últimos años, en lo que se refiere al cine latinoamericano, por Argentina y Brasil.
La presente edición se abrió al cine uruguayo con "Gigante", de Adrián Biniez, película íntegramente filmada en Montevideo, a la que ahora se sumó "La teta asustada", rodada en Lima.
Llosa, emparentada con el escritor Mario Vargas Llosa -primo segundo de su padre- y residente en Barcelona desde hace unos años, define la película con la que lucha por los Osos del festival como un filme "lleno de simbología" y elementos mágicos.
"Empezando por el quechua, el lenguaje que utilizan en un 40 por ciento mis personajes, todo puede sonar aquí un poco enigmático. De eso se trata: de jugar con enigmas y con símbolos", resumió.
Admite que parte de la carga simbólica puede perderse en el camino, por desconocimiento de la realidad de su país, pero confía en que, a cambio, salga enriquecida "por las nuevas lecturas que aquí se le den". EFE
gc/jcb/agf

Cappellari, rinconeando por Berlín


"In Berlin", un paseo por la ciudad con mirada argentina

Gemma Casadevall

Berlín, 11 feb (EFE).- El director y guionista argentino Ciro Cappellari presentó hoy en la Berlinale "In Berlin", un documental incluido en la sección Special, firmado a dos manos con el camarógrafo alemán Michael Ballhaus y que recorre la capital y sus personajes con una mirada porteña.
"Es una obra hecha entre dos, Michael y yo, pero hay algo en la forma de llevar la cámara, de acercarse a los personajes, muy argentina, más humana, menos fría de lo que sería aquí", explicó a Efe Cappellari, afincado en Berlín desde hace veinte años.
"In Berlin" repasa, a través de una veintena de personajes, la realidad cambiante de la capital alemana de hoy -"veinte años después de la caída del Muro", recuerda el director- y surgió por encargo de la radio-televisión pública de Berlín y Brandeburgo, el estado circundante.
"Es una ciudad que a todo visitante le da la impresión de estar aún en proceso de cambio constante, de movimiento, de ir haciéndose día a día", opina Cappellari.
Los personajes elegidos van de la actriz Angela Winkler -"El tambor de hojalata", entre otros- y su hija Nele, con síndrome de Down y tras los pasos interpretativos de su madre, al alcalde de la ciudad, el socialdemócrata Klaus Wowereit, o a tenderos turcos.
La cámara de Cappellari se mete por los rincones de una ciudad algo "enamorada de sí misma" y de su caos, de su aparente falta de armonía, y retrata su vida oficial, cultural, callejera y también pasiones futbolísticas, "tanto de los alemanes-alemanes como de los turco-alemanes".
Imágenes de la pasada Eurocopa, alternadas con paseos por la ciudad acompañados por artistas. Barbacoas primaverales, en el parque del Tiergarten, combinadas con panorámicas aéreas. Mientras Nele ensaya su primera pieza en el teatro Volksbühne, su madre interpreta a Bertolt Brecht en el de la Berliner Ensemble, dirigida por Bob Wilson.
Wowereit, interpelado por una ciudadana ante el Ayuntamiento o comprando flores con su novio, Jörg, es uno de los protagonistas institucionales más presentes. "Me sorprendió ver su accesibilidad, su dominio de la situación, entre amigos, en casa o bajo la lluvia de abucheos de manifestantes", dijo Cappellari.
Para Ballhaus, nacido en 1935 y de los más prestigiosos camarógrafos alemanes con tres nominaciones a Óscar -"Broadcast News" (1987), "The Fabulous Baker Boys" (1989), y "Gangs of New York" (2002)-, no tenía hasta ahora experiencia en dirección.
"Yo, que siempre había dirigido en solitario, también me estrené como codirector", cuenta el argentino. "Y no fui elemento fácil, hay que decirlo", admite.
"Yo llevaba la cámara, él dirigía. El aportó unos cuantos personajes amigos, yo los míos. Más o menos a partes iguales, aunque en ocasiones por separado, para finalmente juntarnos de nuevo en un montaje complejo, acompañado de múltiples discusiones, no siempre tan relajadas", se confiesa el argentino.
El resultado es un documental amable, en el que se presenta al Berlín más multiétnico y tolerante, sin aristas.
Cappellari, premio en el Festival de Sundance (EE.UU.) en 1996 al mejor guión, por "Sin Querer", tiene más carrera detrás de sí en Alemania que en su país, Argentina.
"Claro que me gustaría filmar ahí de nuevo. Me lo planteo para el año próximo, veremos", dice. Para ello, deberá terminar antes un proyecto en el que lleva trabajando desde el Mundial 2006, en Alemania, en que recorre varios proyectos sociales de fútbol callejero de todo el mundo.
"Espero acabarlo con el siguiente Mundial, el del próximo año, en Sudáfrica. Veremos", admite.
EFE
gc/ih/agf

Cartas a Mahmud


La imagen de Ahmadineyad, a través de las cartas de su gente, en la Berlinale

Gemma Casadevall

Berlín, 11 feb (EFE).- El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, estuvo hoy en la Berlinale en "Letters to the President", un controvertido documental del checo-canadiense Petr Lom que presenta al líder de Teherán y su régimen a través de las cartas de su pueblo.
El exilio iraní había pedido la cabeza del director del Festival de Cine, Dieter Kosslick, por programar un filme que, a su parecer, da una versión demasiado "humana" de Ahmadineyad, como héroe venerado de un pueblo que le escribe cartas expresándole deseos privados o aspiraciones de prosperidad para la república.
El documental llegó a Berlín entre protestas de la oposición, que acusaba a Kosslick de colocar la alfombra roja para Ahmadineyad.
"Letters to the President" fue finalmente estrenada hoy, en la sección Forum, con la sala a rebosar para el pase de prensa.
Lo que se proyectó fue un documental de 74 minutos, en el que las cartas que millones de iraníes escriben a su líder son la base para seguir al presidente en su campaña electoral de 2008.

Ahmadineyad llegando a un pueblo polvoriento en un coche blanco corriente -nada de limusinas, nada de lujo-, cercano a su gente, aupado materialmente por sus compatriotas, o en un gran mitin en Teherán, entre muestras de fervor popular sin límites.
"Muera América, muera Israel, tenemos derecho a la bomba atómica", son las consignas más frecuentes, en la aldea alejada o en la capital. El discurso de Ahmadineyad es el consabido: ataques a Israel, a EEUU y apoyo al pueblo palestino.
Nada que no se sepa, ni tampoco comentario alguno a lo que dice ese pueblo ante otras cámaras. Mujeres que sostienen que la auténtica libertad es llevar el velo islámico, hombres que afirman que Israel es un estado ilegal que tortura a los palestinos, etc.
Los iraníes se acercan al líder para entregarle sus cartas o se las dan a sus custodios. Tampoco ahí hay nada especialmente transgresor ni que pueda calificarse de mera propaganda.
Lom fue autorizado por el propio régimen a filmar esas escenas. De otro modo no habría película. Es ahí donde se sustentan las sospechas del exilio: cómo, un cineasta desconocido, nacido en 1968 en Praga y afincado en Canadá, ha podido conseguir ese permiso.
Para el exilio, hay dos opciones: o Lom es un incauto que ha sido utilizado por la propaganda iraní o forma parte de ella. En cualquier caso, para ellos, la película no debería estar en el festival.
Las protestas, iniciadas semanas atrás, han perdido virulencia en cuanto el propio presidente de EEUU, Barack Obama, ha tendido puentes de diálogo con Teherán.
La película, en definitiva, ni idealiza ni humaniza al líder. Pocos de los iraníes que hablan a cámara se atreven más que a veladas críticas al presidente, algo suficientemente ilustrativo.
Apenas un par de jóvenes de Teherán se atreven a decir que las cartas no las lee él, sino su hermano, un inútil y un trepa. Y otro más, joven con melenas, va más allá y critica la falta de libertades cívicas del país.
Tampoco ahí nada nuevo, más allá del valor documental de escuchar esos testimonios y seguir al presidente por paisajes de pobreza. EFE
gc/agf

Cincuentonas sobre la alfombra roja

Demi Moore presenta en la Berlinale una floja comedia agridulce  
 
Gemma Casadevall

Berlín, 11 feb (EFE).- La actriz Demi Moore se unió hoy al desfile de señoras estupendas por la Berlinale con "Happy Tears", una comedia agridulce familiar sobre dos hermanas dispares, de pronto unidas para atender a un padre con demencia senil.
Moore, convertida en la rústica hermana de Parker Posey, una chica de ciudad a lo "Sex in the City", acaparó los flashes de la jornada a competición -una de las más flojas hasta ahora-, como en los días pasados lo hicieron Michelle Pfeiffer y Kate Winslet y mañana lo hará, si no hay imprevisto, René Zellweger.
"Happy Tears", dirigida por Michell Lichtenstein e incluida en la sección a competición en el último minuto, es una de esas comedias convencionales que se dejan ver, animada en este caso por la presencia de Ellen Barkin, la yonqui amante del padre que juega a enfermera, y Rip Zom, un patriarca enfermo entre tanta mujer.
Moore, abnegada y hecha a la situación -ya llevó el peso de la enfermedad de la madre, fallecida de cáncer-, y Posey, soñadora clientela de zapaterías de lujo que acaba de gastarse 2.800 dólares en unas botas, se llevan mejor de lo que parece.
"Dos hermanos pueden ser las dos caras de una medalla. Ella es la consciente, yo la inconsciente", resumió Posey. Las alucinaciones de ésta ayudan a salpicar la película con notas de humor, la familia permanece unida, a la busca de un tesoro y encima alguna acaba encontrando el amor verdadero.
Moore está muy en su papel, pero por momentos desaparece tras Posey, cuyo su personaje es más brillante y vistoso, lo mismo que sus zapatos. "La película se centra en Parker, la mujer que no sabe adaptarse a la realidad. El resto rueda a su alrededor", explicó el director.
A falta de algo más sólido, la presencia de Moore dio para dar un par de consejos de bellezas, a añadirse a los que ayer brindó Pfeiffer ("Chéri").
Si la rubia Pfeiffer explicó que su secreto es la felicidad, Moore explicó que lo suyo es haber sabido "dar prioridad a la familia, luego a la carrera y encontrar ahí el equilibrio interior", junto a un esposo (Ashton Kutcher) "que me reconforta y apoya, en mi carrera y fuera de ella".
Dos respuestas socorridas, para un par de señoras estupendas en las que, especialmente en el caso de Moore -por lo que se sabe- el factor genético no es lo único que las hace lucir como lucen.
A años luz de todo ese mundo se situó la segunda película de la jornada a competición, "Katalin Varga", una producción húngaro-rumana dirigida por Peter Strickland, también alrededor de una mujer, esposa y madre, pero con problemas muy distintos a los de Moore y su hermana y en un ambiente dominado por la brutalidad.
Katalin es una mujer que se ve obligada a atravesar los Cárpatos en una carreta tirada por un caballo con su hijo, tras enterarse su esposo de que no es el padre biológico del muchacho.
Se trata de un filme agreste, como el paisaje brumoso en que discurre todo, centrado en el ansia de venganza de esa mujer contra los hombres que la atacaron.
Nada que pudiera alegrar la mañana -menos en el primer pase de prensa de la jornada, a las nueve-, en un Berlín que despertó hoy con una fina, pero persistente nevada, azotado por un viento helado.
Fuera de concurso se exhibió, también en la sección oficial, "Notorious B.I.G.", de George Tillman Jr., tributo biográfico a la leyenda entre el mundo de los raperos de "Biggies", el número uno indiscutible de Los Ángeles en los 90.
La película llevó a la Berlinale la brutal guerra entre raperos, dentro de los estudios discográficos y fuera de ellos, además de la presencia de Angela Basset, en el papel de la valerosa madre del rapero, que consigue apartarle del mundo de los camellos, de muchacho, ni menos aún de la brutal guerra rapera que acabará con su vida. EFE
gc/jcb/agf

martes, 10 de febrero de 2009

"Londor River", por encima de la Chéri Michelle


Michelle Pfeiffer iluminó la Berlinale y Brenda Blethyn le imprimió carácter
  
Gemma Casadevall

Berlín, 10 feb (EFE).- La belleza dorada de Michelle Pfeiffer iluminó hoy la Berlinale desde "Chéri", de Stephen Frears, y Brenda Blethyn la imprimió carácter desde "London River", como la madre que busca a su hija entre las víctimas de los atentados del metro de Londres de 2005, un filme erigido en sólido aspirante a los Osos.
La jornada de hoy en la sección de competición fue de esas en que resulta difícil decantarse por una de las películas en liza, muy distintas de contenido y dominadas por espléndidas actrices.
De un lado, la rubia, brillante y falsamente frágil Pfeiffer, de nuevo comandada por Frears 21 años después de sus "Amistades peligrosas" (1988), ahora a vueltas con la belleza que se marchita, incluso en una mujer que nunca dejará de ser hermosa.
Del otro, Blethyn, intachable en su papel de viuda a la que ningún hombre miraría ni un segundo por la calle, que deja la isla donde vive ante las imágenes de los atentados del 7 de julio de 2005 y visto que su hija, en Londres, no contesta al teléfono.
"London River", dirigida por el francés Rachid Bouchareb, presenta a una mujer que pasa del susto de ver que su hija vive sobre una carnicería musulmana al horror de enterarse de que aprende árabe y tiene novio africano. Todo ello, mientras va de la comisaría de policía a los hospitales o a los depósitos de cadáveres y sigue sin una llamada de vuelta de su hija.
"Chéri" sitúa a Pfeiffer en la "belle epoque" de las novelas de Colette, que se convierte como todas las mujeres de su entorno en amante de un joven de 19 años. Formarían la pareja ideal, de no ser por el error de haber nacido con décadas de distancia.
"Es un paso en la dirección correcta", respondió Pfeiffer, a la pregunta de por qué hay de pronto tantas películas de mujeres maduras cuyos amantes son hombres jóvenes. "Cuánto mayor me hago, tanto más jóvenes que yo son mis compañeros de rodaje. Pero lo llevo bien", añadió, a la segunda pregunta en la misma dirección.
En Hollywood será más y más frecuente ver a actrices estupendas, pasadas los 50, en la cama con amantes jóvenes, pero al parecer el tema produce cierto desasosiego, a juzgar por las reiteradas preguntas en esa dirección.
"Chéri" incide en la cuestión, no sólo a través de las arrugas mínimas de Pfeiffer, sino también de unos diálogos impecables, en los que entre el sarcasmo y la crueldad no dista ni un milímetro.
"Qué bien huele usted. El perfume se impregna mejor cuando la piel pierde su tersura", le suelta a Pfeiffer la horrenda madre -Kathy Bates- de su joven amante -Rupert Friend-. Uno de los múltiples dardos que se lanzan los personajes del filme, todos riquísimos, todos exquisitos, casi todos venenosos.
Seis años de relación es un récord en tal correlación de edad. En un mundo que no fuera el de Colette, adoptado por Frears, la perdedora de la ruptura impuesta por las convenciones sería ella. Aquí, la pérdida es a pares y mientras ella busca alivio en el lujo de Biarritz él se convierte en un cascarrabias de 25 años.
"Chéri" es brillante, como Pfeiffer y el resto de actores. Pero era difícil concentrarse en esa película tras el impacto de "London River".
Blethyn domina el filme de principio a final, aunque comparte su drama de madre que no entiende nada con el de un padre africano, asimismo en busca de su hijo tras los atentados y que teme lo peor: que el niño que dejó con seis años para emigrar a Francia sea ahora uno de los integristas islámicos que colocó una de las bombas.
"Son padres que de pronto descubren que no conocen a sus hijos. Es un tragedia personal en medio de los atentados de Londres, como podrían ser los de Madrid o los de EEUU", explicó Bouchareb.
"London River" dejó a la Berlinale con la sensación de haber encontrado su película. O, como mínimo, su actriz. "Sin Brenda no existiría película", afirmó Bouchareb, sin que tal elogio sonara a consabido, sino real y compartido por todos los presentes.
"London River" y "Chéry" compartieron jornada a competición con "Forever Enthralled", una nueva y épica película de Chen Kaige -"Mi querida concubina"- sobre un solista de ópera, hombre de voz femenina, y una solista mujer interpretando papeles masculinos.
La impaciencia se apoderó del público, de por sí asustado ante los 147 minutos de la cinta. A cada nueva escena operística se veían un montón de sombras abandonando el cine, mientras otros se lo tomaban con humor y se reían, discretamente o no, en la butaca. EFE
gc/jcb/agf

Last minuto

Al cine con Keanu Reeves, Michelle Pfeiffer o Kate Winslet por 5,5 euros

 
Gemma Casadevall

Berlín, 10 feb (EFE).- Compartir cine con Keanu Reeves, Michelle Pfeiffer o Kate Winslet es posible en la Berlinale para el berlinés de a pie y a 5,5 euros, con las entradas "último minuto" que salen a la venta por "cuenteo a dedo" mientras las estrellas desfilan por la alfombra roja.
A más de un visitante de la Berlinale le sorprenderá ver a los asistentes de sala contando una a una las butacas que quedan libres mientras el público toma asiento, minutos antes de la proyección de sus películas a competición y con los grandes de Hollywood entrando en el cine, bajo los flashes de los fotógrafos.
"Por favor, que levanten la mano quienes tengan un asiento vacío al lado", preguntan discretamente, hilera a hilera, o por micrófono, mientras el público recibe con aplausos a Reeves, Pfeiffer o Winslet.
Son los artífices de la venta último minuto, que transmiten por móvil a la taquilla exterior el cómputo de plazas libres.
La Berlinale tiene reputación de ser el festival más popular del mundo entre los de primera categoría internacional ya que más de la mitad del contingente de 450.000 localidades disponibles para las 390 películas se ponen a la venta al público. El resto es para prensa y profesionales del sector, además de invitados.
La mayoría se adquieren en las taquillas regulares, a precios que van de los 11 -para las de gala- a los 6 euros. Son precios de por sí populares, que se reducen a la mitad en la "Abendkasse" -"taquilla de tarde"- y con las entradas "last minute".
"No hay una cantidad clara. Pueden ser dos entradas, pueden ser 200, depende de las que hayan quedado libres", explicó a EFE Ernst K., uno de los taquilleros de esa "Abendkarte".
Se ponen a la venta una media hora antes de que empiece la sesión y su número depende principalmente de las devoluciones -"gente de prensa o del European Film Market que se lo piensan y las devuelven, en general", cuenta el cajero-.
A esas se suman las "ultimísimo minuto", como las denomina Ernst, resultantes del cómputo a mano de las butacas por ocupar.
"Eso retrasa algo la gala. Pero como en las sesiones de estreno hay presentación de las estrellas, el espectador ni lo nota", explica Michael Grimm, responsable de la venta de entradas.
La Abendkasse de Ernst tiene su clientela fiel, berlineses avezados al último minuto. "No, no: no escribas de eso, que no se entere nadie", dice Hanna, una de las habituales.
"Ernst es muy eficiente, domina el oficio y nos dice si ese día vale o no la pena guardar cola. Pero no es sobornable. No reserva ni tiene favoritos", sostiene a su lado Oliver, otro habitual.
Mientras la clientela de la Abendkasse espera su suerte, a veces a la intemperie, en las terrazas de las cafeterías berlineses y visitantes toman copas de vino o café, envueltos en mantas rojas del local y al resguardo de grandes calefactores.
"La Berlinale es especial. No hay el ambiente agresivo de Cannes, no hay guardas que te tratan a empujones, no hay que ir de etiqueta a los estrenos, hay gente normal", comenta un crítico argentino, asiduo al festival desde hace década y media.
"Esto parece más mediterráneo que Cannes o Venecia. Aquí se improvisa, si no se empieza al minuto no pasa nada y la gente va vestida a la suya", añade otro colega, catalán, sorprendido por estas peculiaridades en su primera Berlinale.
A diferencia de Cannes o Venecia, el festival berlinés tiene lugar en una capital con más de tres millones de habitantes. La Berlinale es de todos ellos. O de todos los que tengan paciencia suficiente para guardar cola. EFE
gc/nvm/agf

lunes, 9 de febrero de 2009

La carta de defunción


Harrelson transmitió a la Berlinale el dolor y cinismo de la guerra de Irak
 
Gemma Casadevall

Berlín, 9 feb (EFE).- El actor Woody Harrelson transmitió hoy a la Berlinale todo el dolor y el cinismo de la guerra de Irak con su papel de encargado de comunicar a las familias la muerte de cada soldado de EEUU, en "The Messenger", hasta ahora la película más impactante a competición en este festival.
"Pretendo explicar las terribles consecuencias de la guerra sobre las personas, un dolor que es universal, más allá de ésta u otra guerra", dijo su director, el debutante Oren Moverman, acompañado por Harrelson y su co-protagonista, Oven Foster.
"No se trata solo de los soldados de Irak, son los de todas las guerras y es un dolor universal, ante el que no podemos más que sentir respeto y compasión", dijo Harrelson, que ante la prensa se desprendió de la piel de curtido oficial que enseña a un primerizo "el peor oficio del ejército", para mostrarse humano y pacifista.
La rabia, el odio, la desesperanza, la resignación o las meras lágrimas: cualquier reacción es posible, le explicará Harrelson en el filme al sargento recién regresado del frente, obligado a asumir una función que pocos desearían para sí.
Los destinatarios de la noticia son jóvenes esposas embarazadas o padres patriotas que colgaron la bandera de EEUU en la puerta de casa, y que no siempre tendrán a su lado a alguien a quien abrazarse cuando vean cruzar su jardín dos oficiales condecorados.
Puede ser que quieran de ellos el consuelo del desconocido -que no está autorizado más que a estrecharles la mano- o descargar la rabia contra el representante del Estado que les robó a su hijo en una guerra que ya nadie entiende.
Para algunos, su presencia será la constatación de una muerte anunciada que presintieron en cuando su soldado salió de casa. Para otros, algo que se niegan a aceptar.
Todo esto le explica Harrelson a su pupilo, sin contemplaciones, salpicando los consejos profesionales con botellas de cerveza y algún desahogo sexual.
Harrelson desarrolla con solidez un papel que le viene como anillo al dedo, ante el que al espectador no le queda más que esperar a que se resquebraje su máscara de cinismo.
Foster saca adelante impecablemente un papel con múltiples facetas, el del joven sargento, teórico héroe, que regresó a casa por una lesión ocular mientras un compañero saltaba por los aires. Será un mensajero distinto, también para una de las viudas -Samantha Morton, tan impecable como él-.
Moverman refleja en un par de secuencias, con maestría, cada uno de esos entornos familiares y cómo era la relación de quién con quién, y lo hace desde el quicio de la puerta.
"The Messenger" no es ni patriótico ni antiamericano. El director ha asumido, como sus personajes, la misión de transmisor de la tragedia humana de la guerra.
La labor del mensajero es algo intrínseco a cualquier guerra, pero nadie como Harrelson para sintetizar la componente cínica que, además, encierra la de Irak.
Compartió jornada con "The Messenger" la segunda película alemana a competición, "Alle Anderen" -"Everyone Else"-, un ejercicio sustentado prácticamente en dos únicos personajes, interpretados por Lars Eidinger y Birgit Minichmayr.
Lo que refleja es una especie de crisis preventiva de pareja. Es decir, la crisis persistente en unas vacaciones en Cerdeña entre dos personas empeñadas en ser novios, aunque en realidad no encajan.
Ella aspira al amor incondicional y se aferra a él en busca de una declaración de amor, lo que no significa tampoco que esté dispuesta a escucharle cuando él pretende hablarle de lo que realmente le inquieta, la profesión.
Simplemente quiere escuchar de él la palabra amor, mientras él quiere saber cómo salir del pozo de la nula creatividad laboral. En ese círculo vicioso se mueven ambos, con alguna incursión de una pareja amiga que no hace más que acentuar su crisis. Allá ellos. EFE
gc/jcb/agf

Enorme cine uruguayo


Adrián Biniez, su "Gigante" del último minuto toma posiciones en las apuestas
 
Gemma Casadevall
Berlín, 9 feb (EFE).- El director argentino Adrián Biniez desembarcó con "Gigante", literalmente en el último minuto, entre los filmes seleccionados para la competición en la Berlinale, pero se ha colocado en los primeros puestos en las preferencias de la crítica del Festival de Cine.
"El 20 de diciembre no teníamos ni la película terminada, ahí nos dijeron que nos diéramos prisa, pasamos el fin de año trabajando y la terminamos claramente en el último minuto, ya en Europa", explicó a EFE Biniez, un debutante con opciones a éxito en la Berlinale.
"Gigante", su film sobre el coloso vigilante de un hipermercado enamorado de una empleada, se encuentra en el segundo puesto de las preferencias de la crítica internacional de "Screen", la revista diaria del festival, sólo superado por la iraní "Darbareye Elly" -"About Elly"-, de Asghar Farhadi.
La película se proyectó el domingo, en la cuarta de las nueve jornadas que se prolongará la competición, por lo que es prematuro hacer pronósticos.
Al director, desde el plató para entrevistas de la cuarta planta del Berlinale Palast, lo recorrido hasta ahora le parece ya sueño.
"Que yo, como debutante, llegara a la Berlinale en una sección a exhibición, qué sé yo, Panorama o Forum, era ya mucho. Estar en competición es un mundo, ahora resulta que incluso me aplaudió el público y gusté a la crítica. De no creerlo", explica.
Algo repuesto de la afonía que casi le deja sin habla para el estreno -"parece que el alcohol de la fiesta me benefició", bromea-, Biniez se siente representante de una cinematografía aún inexplorada en la Berlinale, la uruguaya.
"Nací en Buenos Aires, pero vivo en Montevideo desde hace cinco años y es aquí donde hice cine. Es una cinematografía mínima, comparada con la Argentina. Si ahí salen 60 películas al año, en Uruguay se hacen tres", explica.
"Gigante" es una de las dos producciones latinoamericanas a concurso en esta Berlinale, junto a la española-peruana "La Teta asustada", que se estrenará el miércoles.
En la edición anterior, el Oso de Oro fue para la brasileña "Tropa de elite", de Jose Padilha, mientras que el mexicano Fernando Eimbcke, "Lake Tahoe", ganó el premio de la crítica internacional FIPRESCI. Uruguay y Perú han tomado ahora el relevo del cine brasileño, argentino y mexicano, que durante años dominaron la presencia latinoamericana en Berlín.
De producción mixta uruguayo-argentina-alemana, "Gigante" se centra en el personaje que interpreta Horacio Camandulle, un vigilante de hipermercado, además de gorila de discoteca, enamorado de una limpiadora del establecimiento.
Desde su puesto la sigue con las múltiples cámaras de vídeo instaladas para controlar a clientes y empleados. En su caso, la tarea se limita a sus compañeros, ya que trabaja en el turno de noche.
"Escribí el guión en un par de meses, pensando en Leonor -Svarcas, la protagonista femenina- y luego busqué a un protagonista masculino semejante a un amigo. Alguien como Jara, como se llama el personaje del film también, sólo que mejor actor, claro".
"El primero fue Horacio y supe que era él. Hice pruebas con otros, pero era él", explica, respecto al actor, un debutante en el cine, puesto que hasta ahora sólo trabajó en teatro.
"Mi amigo real es algo más avasallador, el personaje me salió buenito. Alguien a quien uno se llevaría a casa". Su "Gigante" es un coloso torpe, pero noble, controlado mientras no le pongan a mil.
De seguir a la chica por vídeo, dentro del supermercado, pasa a hacerlo por la calle y descubre que son almas gemelas, puesto que comparten afición por el heavy metal y el cine de bofetadas.
"Su timidez le estorba para dar los cuatro pasos necesarios para acercase a hablarle. Y, si no le habla, no hay caso. Ahí está todo: hay o no hay caso. Veremos", concluye, ajustándose a la buena consigna de no delatar el final. EFE
gc/ih/agf

Centenario, mágico y portugués


Oliveira estrena con 100 años su mágico cuento de la rubia del abanico chino
 
Gemma Casadevall

Berlín, 9 feb (EFE).- El más longevo director de cine en activo, el portugués Manoel De Oliveira, pasó hoy por la Berlinale para el estreno internacional de "Singularidades de uma rapariga loira" ("Singularidades de una muchacha rubia), una película que completó cumplidos ya sus cien años.
El filme, de producción hispano-portuguesa y exhibido en Berlinale Special, recrea las desventuras amorosas de un honesto, pero pobre, oficinista por una enigmática joven rubia, a la que ve por primera vez en un balcón vecino dándose aire con un hermoso abanico chino.
La melancolía propia lisboeta, y también la ironía, dominan el ritmo de este cuento fílmico, adaptado de la obra del escritor Eça de Queirós, que transporta al espectador a un ambiente decimonónico.
"La realidad es, para mí y para el escritor, algo que se combina con la magia, una combinación invisible para algunos ojos, pero no para los nuestros", explicó De Oliveira.
"Aplico mi técnica cinematográfica, mi modo de narrar, pero he respetado completamente los diálogos de Queirós", añadió, con su tono sereno característico, paciente y con un punto de entusiasmo se diría que juvenil.
La magia del director, unida a la del escritor portugués, se ensamblan así en la película, protagonizada por Ricardo Trepa y Catarina Wallenstein.
Se trata de una película pequeña, 64 minutos, y a la vez un homenaje a la longevidad de su director, leyenda viva de la cinematografía europea.
De Oliveira cumplió cien años el pasado diciembre y dejó constancia en Berlín de su vitalidad "reposada", en sus propias palabras, lo que significa cumplir con su máxima de trabajar todos los días, a excepción de los sábados.
"Eso no depende de mí, sino de cuándo me muera", respondió, a la pregunta de cuánto tiempo espera seguir trabajando, para ratificar luego que no plantea dejar de ser un director en activo y que quiere seguir "acumulando experiencia".
Acompañado de sus actores y del productor español Ricardo Miñarro, De Oliveira recibió una Cámara de Oro de la Berlinale, que se unió así al homenaje que le rindió en 2008 el Festival de Cannes, con una Palma de Oro al conjunto de su carrera.
De Oliveira es un hito en la historia del cine mundial y una gloria nacional. En ocasión de su centenario fue felicitado por la plana mayor de la política portuguesa, desde el jefe de Estado, Aníbal Cavaco Silva, al primer ministro, José Sócrates, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.
El director portugués empezó como correspondía a la época, en el cine mudo, y debutó en 1931 con el corto "Douro, faina fluvial" ("Duero, harina fluvial").
Su filmografía aumentó a partir de la década de los 80 a ritmo de una película al año y ha dirigido a actores de la talla de la francesa Catherine Deneuve, el estadounidense John Malkovich o el italiano Marcello Mastroianni.
De su abultada obra destacan títulos como "O Passado e o Presente» (1972), «Francisca» (1981) y «O Convento» (1995).
La de hoy fue su quinta visita a una Berlinale con película, la última en 1995 con «O dia do desespero» y «A caixa». EFE
gc-doc/agf

domingo, 8 de febrero de 2009

Montevideo crece en la Berlinale


Latinoamérica entra a lo grande en competición con "Gigante"
 
Gemma Casadevall

Berlín, 8 feb (EFE).- Latinoamérica entró a lo grande hoy a competición en la Berlinale con la uruguayo-argentina "Gigante", del debutante Adrián Biniez, con diferencia la película más sólida de una jornada que completaron la sensiblera "Mammoth", de Lukas Moodysson, y la experimental "Rage", de Sally Potter.
Biniez convenció a la Berlinale con su historia del grandullón enamorado, vigilante de un hipermercado y gorila de discoteca, rodada en Montevideo y exponente de film pequeño que se crece secuencia a secuencia.
"Es una película pensada para un amigo, el Jara real, pero que pasó a manos de Horacio (Camadule), mejor actor que mi amigo", explicó el realizador, bonaerense de nacimiento y uruguayo de adopción, azorado por una inoportuna afonía -"este frío...", justificó, en su estreno en Berlín-.
Camadule, hasta ahora actor de teatro, se ganó a la Berlinale con su gigante de ojos tiernos, empleado del turno de noche en un supermercado, que como todos sus colegas espía a los trabajadores a través de las cámaras de vídeo del establecimiento.
En lugar de delatar a la empleada que roba un paquete de polenta, hace tranquilo su crucigrama. Y en lugar de aplicar el teleobjetivo a escrutar de cerca el trasero de otra muchacha, sigue los pasos de una esbelta y torpona fregona del hipermercado.
"Un supermercado es como una cárcel, algo claustrofóbico, especialmente para un empleado del turno de noche. Nada escapa a la cámara, es un mundo entre rejas", explicó Biniez.
Entre ese microcosmos y su segundo empleo basura en la discoteca discurre el tiempo de un tipo que puede aplastar a cualquiera de un tortazo, pero que despliega agresividad cero. En principio.
Del espionaje interno a su empleada favorita pasa a seguirla por las calles y a enterarse de que comparte con ella mucho más de lo que las apariencias apuntan. La afición al heavy metal y las artes marciales, al cine de puñetazos, más que al folletín. Sería la chica de su vida, si se atreviera a acercarse y hablarle.
"Gigante" representa a un estilo de hacer de cine que tal vez no sorprenda tanto en Latinoamérica, buen surtida de esa generación de cineastas, pero que a la Berlinale le vino bien algo de ritmo de "Metallica" para la jornada del domingo.
Biniez demostró saber además cuál es el momento justo para dar por terminado el film -en su caso, de 84 minutos-, algo que se agradece en un festival donde otros se enredan sin dar con el final.
"Gigante" hizo grande la jornada y "Mammoth" enervó a más de uno con una historia sensiblera y de mensaje dudoso.
El mexicano Gael García Bernal interpreta para Moodysson a un amantísimo padre de familia en Nueva York, exitoso en su trabajo, adorable con su hijita, de viaje por Tailandia.
Hay que creer que Moodysson está cargado de buenas intenciones y que pretende reflejar, a través de esa constelación familiar y su niñera filipina, los desequilibrios de un mundo que obligan a las buenas madres a sacrificar la atención de sus hijos por el trabajo.
El resultado, sin embargo, es un film reaccionario, más adecuado para una sesión de cine familiar o algún festival en el Vaticano que para una Berlinale. Probablemente pretende denunciar la miseria de medio planeta, puerta a puerta con el lujo absurdo de un hotel, pero entre su ñoñez y un mensaje que parecía remitir a alguna liga en pro de la Familia Unida se llevó sonoros abucheos.
"Compartir vida laboral y familia es complejo. A veces hay que sentar prioridades, lo que no significa enjuiciar a nadie", dijo García Bernal. "Cada uno interpreta el film como quiera. Me gusta el debate, aunque mi objetivo no es polemizar", defendió Moodysson.
La tercera película de la jornada, "Rage", de Potter, colocó al espectador ante un film experimental, en formato cásting, donde en cortes de unos 90 segundos tiene ante sí todo un desfile de magníficos actores hablándole a la cámara.
Judi Dench, un Jude Law travesti y Steve Buscemi son algunos de esos actores, interpretando a personajes relacionados con el mundo bobo de la moda y sobre el trasfondo de la muerte de una modelo. Todo un privilegio, si no fuera por lo reiterativo del experimento y la nula empatía que acaban despertando cada uno de los personajes. EFE
gc/sc
(foto)

sábado, 7 de febrero de 2009

Las arrugas de Lee Jones


Tavernier entronizó a Tommy Lee Jones y el cine alemán arrancó con excelente
 
Gemma Casadevall

Berlín, 7 feb (EFE).- El director francés Bertrand Tavernier entronizó a Tommy Lee Jones como último policía íntegro con su "In the electric Mist", el teórico film dominante de la Berlinale, de no haber sido porque Alemania se estrenó a competición con el excelente "Storm", de Hans-Christian Schmid.
Las dificultades por llevar a un criminal de guerra serbio ante el Tribunal Internacional de La Haya, primero; de convencer a una de sus víctimas de que se juegue la vida y la de suyos, después; y, finalmente, de llegar una sentencia. Este es el tema elegido por Schmid, que resuelve en "Storm" cámara en mano y sin aditamentos.
Y, también a competición, la iraní "Darbareye Elly" -"About Elly"-, de Asghar Farhadi, una de esas películas imprescindibles en la Berlinale, tanto por su procedencia como para recordar que las puertas de Teherán existen los seres normales y que no son tan lejanos como parecen.
Sobre el papel, el rey de la jornada iba a ser el buen policía, curtido y camino al retiro que, de nuevo, es Tommy Lee Jones, esta vez por los pantanales de Louisiana, entre las huellas del huracán "Katrina" y el fantasma de un viejo héroe del ejército Confederado.
Mucha poética, mucha veneración a Lee Jones, un poco de animación gracias al villano, John Goodman, y las consiguientes ensaladas de trompazos entre detectives corruptos, vendidos a las mafias del cine, en pos de un asesino en serie de jóvenes bonitas.
A Lee Jones, el buen policía, el caso le remite al de un muchacho negro, muerto de un balazo entre los humedales encadenado como un esclavo. De los fantasmas del ayer a los malos actuales, Lee Jones avanza hacia la jubilación con sus magníficas arrugas de toda la vida, ahora bajo el prisma de Tavernier, que traslada su talento francés a la América profunda.
A todo esto, el anfitrión alemán arrancó con Schmid. Dos años después de ganar el premio de la Crítica Internacional FIPRESCI con "Requiem", su historia de exorcismos entre seres corrientes, el realizador volvió a sobrecoger con la sencillez con que aborda la labor del Tribunal de La Haya, a través de una fiscal y un caso que no es de los que desatan titulares.
"Meterme en ese film implicó adentrarme en un tema desconocido para mi, el derecho internacional, sus límites, sus complejidades concentradas en un único testigo y la vida real que se esconde tras el término legal de crímenes de guerra", explicó Schmid.
Kerry Fox -intérprete de "Intimacy", Oso de Oro en 2001-, como la fiscal, y Anamaria Marinca, la testigo, son las protagonistas femeninas de un film que arranca del fiasco a que lleva un primer testimonio en falso, al que seguirán complejos mecanismos en busca de la verdad.
El film recorre su lucha personal, encorsetada entre el realismo político -o cinismo- de la UE y la inoperancia de la propia ONU para llevar a sus últimas consecuencias un Tribunal que más parece una pantalla política que un instrumento contra la inmunidad.
La determinación de la juez rompe el muro de silencio de la testigo, dispuesta a contar de las violaciones masivas a mujeres como ella por el ejército serbio, aunque ello ponga en peligro su vida actual de joven madre de familia en Alemania.
Pero por encima de voluntades humanas está el tira y afloja con los gobiernos sucesores de la ex Yugoslavia, que venden cara cada entrega de un criminal de guerra, y las cortapisas de la multilateralidad. Schmid podría decantarse por el final "a la americana", en que la justicia se impone. Opta, por el bien de todos -incluido el espectador- por un equilibrio entre lo real y la esperanza.
La iraní "Darbareye Elly" también apuesta por la sencillez, en una historia que sumerge al espectador en una constelación de varias mujeres cubiertas con el velo, todas hermosas, todas de amplia sonrisa, más sus parejas, oficiales o no, en lo que debería ser una hermosa salida a la playa para relajarse del estresante Teherán.
Todo gira alrededor de Elly, a la que su casamentera amiga quiere juntar con otro de los presentes. De pronto alguien se ahoga y empieza una trama de mentiras y medias verdades, reflejo de lo anacronismos de una sociedad islámica.
Farhadi avanza, apuntalado en una constelación que va adoptando perfiles propios, hasta llegar al universal dolor de alguien que perdió a su mujer entre las olas del mar y que lo único que quiere es una respuesta a la pregunta de si ella le amó. EFE
gc/sc

viernes, 6 de febrero de 2009

Domina Kate


Kate Winslet reinó en Berlín como celadora de Auschwitz
 
Gemma Casadevall

Berlín, 6 feb (EFE).- La actriz Kate Winslet reinó hoy sobre la Berlinale con "The Reader", la historia de amor y vergüenza de una ex celadora de Auschwitz exhibida hoy en el festival y cuyo desfile de aspirantes a los Osos trajo además la divertida sorpresa de un Sergi López convertido en papá de un bebé volador.
El personaje de Hanna Schmitz, la mujer capaz de avergonzarse de su analfabetismo pero no de haber seleccionado qué presas debían morir en el campo nazi, sobrecogió a un Berlín ansioso de recibir a Winslet, tan inmensa en la pantalla como en persona.
"Mi responsabilidad ante ese papel era dar con el equilibrio necesario para interpretar a una mujer capaz de amar y de expresar ternura, y también de haber estado entre ese personal de selección", explicó Winslet, receptora de la primera ovación de esta Berlinale.
"No es una película sobre el Holocausto, sino sobre sus consecuencias y el impacto de éstas en la generación siguiente", matizó el director Stephan Daldry sobre su filme, basado en el best-seller de Bernard Schlink y con cinco nominaciones a los Óscar, entre ellos la correspondiente a Winslet.
La Berlinale cayó en la red de los devotos de "The Reader", exhibida fuera de competición, que arranca de la historia de amor desigual entre la ex celadora y un adolescente en la posguerra alemana, deambula por los procesos de Auschwitz y desemboca en la Alemania casi actual.
A Winslet la acompaña un rictus de celadora nazi de esa historia de amor que transcurre entre la bañera, la cama y las sesiones de lectura de su jovencito. Domina siempre, aunque aparentemente se derrumbe, pero sin caer en la tentación de devorar ni al joven David Kross ni a Ralph Fiennes, los actores que interpretan a ese amor, en la adolescencia y la madurez.
Dueña y soberana de cada una de sus palabras, como de cada una de las escenas de la película, Winslet impuso su presencia ante la prensa, mientras Kross explicaba que había tomado "clases adicionales" para estar a la altura "de la responsabilidad con la historia".
El proceso de Auschwitz, celebrado en Fráncfort de 1963 a 1965, fue el primer gran juicio de un tribunal alemán contra implicados en los crímenes de ese campo de concentración nazi.
Si en Nuremberg, en 1948, los altos responsables del Tercer Reich respondieron ante un Tribunal aliado, ahí les tocó el turno a ciudadanos "corrientes" -desde médicos a guardianes de Auschwitz- y ante la justicia de la Alemania renacida de las cenizas.
Hanna Schmitz fue uno de esos ciudadanos corrientes que ni en los 50, ni en los 60 ante el tribunal que la juzga, ni luego, en la cárcel, siente culpa y defiende que hizo lo que le mandaron. Sí se avergüenza, y hasta las últimas consecuencias, de no haber aprendido a leer ni escribir.
"The Reader" dejó a la Berlinale rendida a Winslet, aunque a los alemanes les cueste verse reflejados en una película de corte tan estadounidense. Los momentos de intimidad son perfectos -Winslet parece capacitada para representar a un personaje de cualquier latitud del planeta- pero la ambientación tiene sus puntos flacos.
Tal vez no desde la perspectiva de la crítica internacional, pero sí desde la del público local.
Como no podía ser de otra forma, "The Reader" y Winslet acapararon el protagonismo de la jornada, en la que desfilaron las dos primeras concursantes: "Ricky", del francés François Ozon, y "Lille Soldat", de la danesa Annette K. Olesen.
Ozon deleitó al personal con el hermoso bebé con alitas de pollo que le coloca a un algo torpe, pero noble, emigrante español -Sergi López, por supuesto-.
De la fábula a la mera diversión, la película del nene volador da para múltiples interpretaciones -seguramente, ninguna buena- y para salir del cine con la sonrisa pícara de López a cuestas.
"Lille Soldat" explora dos temas complejos: los transtornos traumáticos de una soldado danesa, de regreso a casa, y el día a día de una prostituta nigeriana en ese mismo contexto escandinavo.
A ambas las une el trabajo ocasional de la ex soldado, como chófer de la prostituta -y novia de su padre- y a partir de ahí se trata de reflejar, sin salir de la órbita escandinava, los efectos globales de dos tragedias geográficamente alejadas: la guerra de Irak y la miseria africana. EFE
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jueves, 5 de febrero de 2009

Ese capitalismo tan, tan, tan salvaje


La banca salvaje y que financia todos los males abrió la Berlinale
 
Gemma Casadevall

Berlín, 5 feb (EFE).- La banca no sólo es corrupta, sino que además financia el terrorismo, los atentados, el tráfico de armas y todos los males de este mundo: así la presenta "The International", el "thriller" que abrió hoy la Berlinale y que trajo como primera gran presencia sobre su alfombra roja al actor británico Clive Owen.
"Es un filme hecho mucho antes de que nadie imaginara la crisis financiera que se nos vino encima y en el que la banca es ya la personificación del diablo, hasta un punto paranoico", explicó su director, el alemán Tom Tykwer.
"Mi tema no es la crisis, sino un sistema demoníaco sobre el que monto todo un modelo social", añadió el realizador, acompañado en Berlín por Owen, el agente Salinger en su film, así como por Armin Mueller-Stahl, un ex oficial de la Stasi metido a asesor de esa banca maligna.
"No me veo como un especialista en supervivencia a tiroteos dramáticos", dijo Owen, a pesar de que eso exactamente es lo que hace en sus 118 minutos del film. "Elijo mis papeles por el director que hay detrás, esta vez le tocó a Tykwer", añadió, tras tomarse con grandes risas las repetidas comparaciones acerca de la similitud física entre ambos.
Fuera de concurso, "The International" brindó a Tykwer por segunda vez -tras "Heaven", en 2002- el honor de abrir el festival, ahora con una superproducción que lleva al espectador por medio planeta, mientras Salinger y su compañera de armas -Naomi Watts- persiguen a los banqueros.
Desde la Hauptbahnhof -estación central- de un Berlín lluvioso, como mandan los cánones, a sedes banqueras de Luxemburgo, la película es un recorrido entre fríos edificios de acero y cristal, mientras a Owen se le van muriendo en los brazos, a borbotones, sucesivos colegas y hasta algún matón.
De Berlín a Lyon, luego a Nueva York, después a Milán, más tarde en un hermoso acantilado italiano, o en persecución vigorosa por los tejados de Estambul, Tykwer demuestra que lo suyo es filmar, aunque el guión resulte algo sobrepasado y hasta dé la impresión de que los únicos individuos dignos son la mafia auténtica, la de toda la vida.
La imagen de una banca superpoderosa, corrupta y vendedora de armas, sean para Israel, sean para Siria o para financiar golpes de Estado en África u organizaciones terroristas, no cuadra ya con el presente de las bancarrotas y hundimientos financieros.
En ocasiones parece que le falta algo del ritmo propio de un "thriller", pero lo recupera en una trepidante escena en la que la blanca escalinata de Frank Lloyd Wright del Guggenheim de Nueva York queda como un colador, a balazos.
Y finalmente cobra humanidad gracias a Mueller-Stahl, convertido en cómplice desengañado de esa gran banca que no respeta nada.
Owen, guapo y mucho más aseado en Berlín que en el filme, donde por mucho que cambie de escenario no pasa por la ducha, cedió el honor de los mejores aplausos a su colega alemán, quien tenía ganadas de antemano las simpatías de los presentes.
"La diferencia entre la vida y la ficción es que ésta última necesita tener sentido", dice en un momento el personaje de Mueller-Stahl. Tykwer trata de seguir esta consigna, en un thriller que se queda a las puertas de la denuncia, probablemente por sobredosis de material.
A Tykwer se le recibió con algún abucheo y pocos aplausos en el pase de prensa de la Berlinale, que desde luego no abrió entre los apretujones que se vivieron el año anterior con "Shine a Light" y los Rolling Stones como estrellas absolutas.
Mañana se abrirá la sección a competición y el desfile de las 18 aspirantes a los Osos, con la danesa "Lille Soldat", de Annette K. Olesen, y "Ricky", del francés François Ozon, con Sergi López.
Fuera de concurso llegarán asimismo dos de las presencias más esperadas en esta Berlinale, Kate Winslet y Ralph Fiennes, protagonistas de "The Reader", de Stephan Daldry. EFE
gc/agf
(con audio y foto)

miércoles, 4 de febrero de 2009

Ansia por meterse el cine


"The International", un thriller sobre la banca corrupta, abrirá la Berlinale
 
Gemma Casadevall

Berlín, 4 ene (EFE).- La alfombra roja de la 59 Berlinale aguarda ya al filme "The International", de Tom Tykwer, el thriller sobre la banca corrupta que inaugurará mañana un festival de cine que pretende recorrer grandes temas y brindar su desfile de estrellas.
El film del director alemán, con Clive Owen y Naomi Watts, abrirá la Berlinale, que en días sucesivos contará con la presencia de Kate Winslet, Demi Moore, Michelle Pfeiffer y René Zellwegger y que espera dar que hablar no sólo por las 18 aspirantes a los Osos, sino también por lo mucho que exhibe fuera de concurso.
A Winslet se la espera el viernes, con la proyección de la multipremiada "The Reader" ("El lector"), incluida en la sección oficial aunque fuera de competición, lo mismo que "The International". Sí irán a concurso los últimos filmes de consagrados como Bertrand Tavernier, Andrzej Wajda y François Ozon, alternados con debutantes, como el argentino Adrián Biniez.
"¿Crisis? ¿Qué crisis? La Berlinale no conoce la crisis", no cesa de repetir estos días el director del festival, Dieter Kosslick.
En su gran menú ha incluido Kosslick filmes para echar risas, como "Pink Panther 2" con Steve Martin -fuera de concurso- pero también el documental "Letters to the President", del checo Petr Lom, la película por la que el exilio iraní pide su cabeza, ya que teóricamente "humaniza" al presidente Mahmoud Ahmadineyad.
La crisis no ha hecho mella en el ansia de ir al cine, a juzgar por las largas colas de berlineses ante las taquillas de la Berlinale, equipados con termos de café, bolsas de galletas y hasta algún saco de dormir. Tampoco en el cómputo de 6.000 filmes que se presentaron a los comités de selección, récord absoluto de aspirantes a ser vistos en cualquier sección del festival.
Ello no quita para que 18 filmes a concurso suenen a poco, por mucho que Kosslick lo compense con grandes presencias fuera de concurso, como "Milk", de Gus Van Sant, con Sean Penn, en Panorama.
Con o sin crisis, Tavernier luchará por su Oso con "In the Electric Mist", con Tommy Lee Jones; Wajda lo hará con "Tatarak"; Stephen Frears con "Cheri", apuntalado en Pfeiffer, y Mitchell Lichtenstein con "Happy Tears", con Demi Moore de protagonista.
De Latinoamérica -que en 2008 ganó el Oso de Oro con "Tropa de Elite", del brasileño Jose Padilha, de quien este año se exhibe "Garapa"- habrá dos concursantes: "Gigante", del argentino Biniez, y la hispano-peruana "La teta asustada", de Claudia Llosa.
Ozon compite con "Ricky", protagonizada por Sergi López, y el cine escandinavo estará representado por el sueco Lukas Moodysson, con el actor mexicano Gael García Bernal, y la danesa "Lille Soldat", de Annette K. Olesen.
Por parte británica concurrirá "Rage", de Sally Potter, con Judi Dench y Jude Law, mientras que Estados Unidos, además de las mencionadas películas con Moore y Pfeiffer, estará representada a concurso con "The Messenger", de Oren Moverman, con Woody Harrelson, y "My One and Only", de Richard Loncraine, con Zellwegger.
El anfitrión alemán aspira a dar la sorpresa con dos representantes de su cine más joven: "Storm", de Hans Christian Schmid -un thriller con el trasfondo del Tribunal Internacional de la Haya y los crímenes de guerra en la ex Yugoslavia- y "Alle Anderen", de Maren Ade.
Una única representante del cine oriental, "Forever Enthralled", de Chen Kaige, la iraní "Darbareye Elly", de Asghar Farhadi, la argelina "London River", de Rachid Bouchareb, y la rumana-húngara "Katalin Varga", de Peter Strickland, cierran la lista.
Kosslich ha elegido para el jurado a dos buenas amigas, la actriz británica Tilda Swinton, que lo presidirá, y la directora española Isabel Coixet, ambas defensoras del cine independiente y ambas presentes como concursantes en anteriores ediciones.
Redondean la sección oficial, fuera de competición, "Notorious", de George Tillmann, "The private Lives of Pippa Lee", de Rebecca Miller, "I skoni tou chrnou", del griego Theo Angelopoulos, y "Eden a l'Ouest", de su compatriota Costa-Gavras.
Kosslick se traerá también, como invitados especiales, a Claude Chabrol, a quien se entregará una Cámara de Oro, y el portugués Manoel de Oliveira, quien a sus 101 años acaba de terminar "Singularidades de uma rapariga loura".
Finalmente, de acuerdo a la pasión por lo culinario de Kosslick, se exhibirán "Dieta Mediterránea", del español Joaquín Oristrell, y el documental "Food. Inc", de Robert Kenner, en la sección de cine culinario a la que el director de la Berlinale no piensa renunciar. EFE
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