lunes, 17 de julio de 2023

El bueno de Till

 

Rammstein sigue llenando estadios, entre protestas y nuevas sospechas de agresión sexual

Joana Serra




Las sospechas de agresión sexual persiguen a la banda alemana Rammstein en su gira europea, incluidos los conciertos en su “casa” del Olympiastadion de Berlín, lo que no impide que se agoten las entradas o que las protestas en los accesos a sus recintos sean más bien simbólicas. Las revelaciones sobre presuntos abusos sexuales por parte del líder de la banda, Till Lindemann, estallaron tras el arranque de la gira en Lituania, en mayo. Procedían de una joven irlandesa, que aseguraba haber sido víctima del provocador cantante, que a sus 60 años despliega la misma agresividad sobre el escenario que cuando se fundó su banda, en 1994. Le siguieron varios testimonios más, en su mayoría anónimos o a través de redes sociales, pero también fruto de investigaciones periodísticas de medios de referencia –como “Der Spiegel” o “Süddeutsche Zeitung”--. Envueltos en ese escándalo actuaron en Múnich, en Madrid y en otros escenarios europeos, mientras saltaban más noticias sobre las investigaciones abiertas por la Fiscalía alemana, aunque sin revelar más detalles bajo el precepto de la presunción de inocencia.

“Estamos de nuevo en casa. Gracias, Berlín”, bramó Lindenmann sobre el escenario del Olympiastadion berlinés el sábado y del domingo, cada uno con las 60.000 entradas agotadas. Fuera, unas 300 personas protestaban contra el grupo, con pancartas alusivas a las denuncias de sucesivas mujeres aparentemente víctimas del presunto depredador sexual que, según esos testimonios, es Lindenmann y probablemente algún otro miembro de su legendaria banda, la más internacional entre las nacidas en Alemania.

Las informaciones en los medios o los testimonios de las mujeres que dicen haber sufrido esos asaltos hablan del uso de las llamados “gotas k.o.”, que dejan sin capacidad de respuesta a sus víctimas; de la labor de una mujer rusa –de cuyos servicios ya se prescindió-- como presunta “reclutadora” de seguidoras, a las que se ofrece un puesto en la fila cero y luego un “after party”, donde teóricamente Lindenmann consuma su agresión.

Las autoridades alemanas impusieron algunas medidas preventivas, como la eliminación de esas filas cero. Dos ministras del canciller Olaf Scholz –la de Cultura, Claudia Roth, y la de la Familia y la Mujer, Lisa Paus, ambas de los Verdes-- expresaron su estupor ante unos casos que apuntan a violencia de género en el ámbito musical. Por parte de Rammstein se contrató un equipo de abogados para gestionar las declaraciones de los miembros del grupo y actuar ante falsas imputaciones en los medios.

Este lunes, ante el último concierto de la banda en Berlín, saltaron nuevas acusaciones en dos medios –la televisión pública regional NDR y el diario “Süddeutsche Zeitung”-- procedentes de otras mujeres, que implican no sólo a Lindenmann, sino a otro miembro de la emblemática banda, Christian “Flake” Lorenz.

A Rammstein, un grupo surgido en lo que fue el territorio de la antigua Alemania comunista, se le achacó en el pasado coqueteos con la estética nazi, además de ostentación de machismo, principalmente a través de su pieza más celebrada, “Pussy”, que Lindenmann solía cantar sobre un cañón de espuma a presión en dirección a su público. Nada de ello intimidó a sus seguidores. Al contrario.

Hasta ahora, en su tumultuosa gira europea solo ha ocurrido un incidente policial destacable: el domingo fueron detenidas dos mujeres en el Olympiastadion, de 36 y 24 años, a las que los equipos de seguridad vieron en actitud sospechosa cerca de los cables que conducen a la megafonía junto al escenario. Se les abrieron diligencias bajo sospecha de pretender causar daños materiales. Poco después quedaron en libertad, mientras los equipos de seguridad y técnicos revisaban todo el enjambre de megafonía, torres de altavoces y despliegue pirotécnico que acompañan a Rammstein en su gira europea.