| La CSU cierra una era de mayorías absolutas en Baviera y abre un díficil debate | |
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Berlín, 29 sep (EFE).- La Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) admitió hoy la debacle sufrida con la pérdida de la mayoría absoluta en un estado donde durante décadas nadie les hizo sombra, y abrió un proceso de reflexión, acompañado por el ruido de sables en sus filas. "Por el momento no habrá dimisiones", afirmó Erwin Huber, líder del partido hermanado con la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel. No es hora de recurrir a "consecuencias personales", dijo, sino de abrir un proceso de discusión que confluirá en un congreso extraordinario el 25 de octubre. A su lado, un alicaído primer ministro, Günther Beckstein, reafirmó que iniciará cuanto antes conversaciones con los Electores Libres (FW) y el Partido Liberal (FDP), como posibles socios de gobierno, cuestión que debe resolverse también de prisa, puesto que el nuevo Parlamento debe constituirse el 20 de octubre. Merkel admitió también que su ala bávara no había logrado ganarse la confianza del elector para gobernar en mayoría -como lo hizo durante más de 40 años- y llamó, de paso, a "aprender la lección" para las generales de 2009. Ni la jefatura de la CSU, en Múnich, ni la del partido matriz, la CDU, en Berlín, trataron de disimular la conmoción por los resultados en las regionales bávaras, en las que la formación obtuvo un 43,4 por ciento de los votos, su peor resultado desde la pasada década de los años cincuenta. La enorme distancia que les separa de la segunda fuerza, el Partido Socialdemócrata (SPD), con un 18,6 por ciento, sirvió al secretario general de la CDU, Ronald Pofalla, para ridiculizar la euforia desatada en las filas "rivales" por el traspiés conservador. "Franz Walter Steinmeier debería admitir antes que nada la implacable derrota de su partido más que festejar nuestra debacle", dijo Pofalla, ante la reacción del ministro de Asuntos Exteriores y candidato del SPD. Steinmeier hizo alardes de júbilo "cuando su partido cayó en un nuevo récord histórico", dijo Pofalla, y con ello recordó "al Gerhard Schröder de 2005", quien se dio prematuramente por vencedor ante Merkel, en esas generales, cuando en realidad había perdido. A escala federal, la campaña para las legislativas ya ha empezado para Steinmeier, designado para luchar por la cancillería, y también para Merkel, quien reconoció que deberá "afinar estrategias". En Baviera, se acabó abruptamente para la CSU la Oktoberfest y el ambiente de fiesta cervecera que suelen adoptar sus mítines para entrar en la dificultosa tarea de cerrar filas. El tándem Becktein-Huber asumió el liderazgo en 2007, tras un tira y afloja desde varios flancos contra el líder absoluto, Edmund Stoiber. Primero fue una "rebelde" en sus filas, Gabriela Pauli, quien exigía transformaciones radicales en el partido. Pauli salió derrotada -y acabó en los FW-, pero las presiones siguieron. La "era Stoiber" se cerró con un congreso, del que Beckstein salía designado primer ministro y Huber elegido presidente, con un 58,2 por ciento de los votos. El porcentaje era frágil, en un partido acostumbrado a liderazgos fuertes, pero aún a distancia del logrado por el ministro de Agricultura, Horst Seehofer, con un 39,1 por ciento. Pauli se quedó en el 2,5 por ciento. Seehofer no digirió esa derrota y entretanto ha crecido el círculo de quienes ven en él a la figura dinamizadora. "Nada puede quedar tal cual", sentenciaba ayer, lapidario, este persistente rival interno de Huber, que nunca ha disimulado su intención de seguir luchando por una renovación real de la CSU. Igualmente contundente fue hoy Stoiber, al afirmar estar viviendo "el momento más amargo de mi carrera política", por haber visto derrumbarse "el mito de la CSU". Algunos medios ven en esta declaración un anuncio de que, en el futuro, influirá más directamente en la vida interna de la CSU, sin concretarse desde qué posición o contra quién. EFE gc/ih/jc (foto) (audio) | |