
Berlín, 28 sep
(EFE).- El estado de Baviera dejó hoy de ser feudo absoluto de la Unión
Socialcristiana bávara (CSU), partido hermanado a la Unión Cristianodemócrata
(CDU) de la canciller Angela Merkel, que durante 42 años gobernó en solitario en
el estado más tradicionalista y a la vez más próspero de Alemania.
Las
elecciones regionales de este domingo apearon a la CSU de la mayoría absoluta,
al obtener un 43 por ciento, su peor resultado desde los años 50 y una caída de
más de 17 puntos respecto al 60,7 por ciento obtenido en 2003 por el entonces
primer ministro y líder de la CSU, Edmund Stoiber.
El Partido
Socialdemócrata (SPD) se mantuvo como segunda fuerza a distancia, con un 18,7
por ciento, según resultados provisionales de las televisiones públicas ARD y
ZDF, lo que significa que ha cedido casi un punto respecto al 19,6 por ciento de
cinco años atrás y sumó un nuevo récord histórico a la baja.
Los grandes
beneficiados son, por contra, los partidos pequeños y concretamente la
plataforma Electores Libres, que de fuerza extraparlamentaria salta al 10,3 por
ciento, otro mazazo para la CSU, puesto que parte de su electorado se ha ido a
esa formación.
El Partido Liberal (FDP), hipotético socio natural de la CSU
para formar gobierno, obtuvieron asimismo escaños, tras 14 años fuera del
Parlamento bávaro, se disparó a un 8,1 por ciento.
Menos espectacular ha
sido el ascenso de los Verdes, que del 7,7 por ciento subieron al 9,2 por
ciento, mientras que la Izquierda, aglutinante de la disidencia del SPD y los
pos-comunistas, que debutaba en Baviera, quedó en el 4,7 por ciento, rozando el
listón mínimo del cinco por ciento para obtener escaños.
Nada impedirá a la
CSU seguir gobernando en Baviera, pero sí se rompió la especie de simbiosis
identificadora entre ese estado y la formación fundada por el "padre de la
patria" Franz Josep Strauss, de cuya muerte se cumple este 3 de octubre el 20
aniversario.
El resultado podría acarrear consecuencias para el dúo formado
por el primer ministro, Günter Beckstein, y también para el presidente del
partido, Erwin Huber.
Ambos políticos comparten el liderazgo del gobierno y
el partido desde la retirada de Edmund Stoiber, hace un año, forzado por las
presiones internas a favor de un cambio generacional.
Stoiber llevaba 14
años al frente del gobierno y ocho como jefe del partido, pero cedió tras un
largo tira y afloja, iniciado por la "rebelde" de la CSU, Gabriele Pauli, ahora
en los Electores Libres, y luego continuado por otros que apremiaban a
modernizar el partido.
Tras conocerse las primeras proyecciones, Huber llamó
a mantener la calma y aseguró que no habría decisiones precipitadas, en alusión
a quienes ya durante la campaña pronosticaban alguna dimisión en la cúpula, en
caso de perder la mayoría absoluta.
Beckstein admitió, con su habitual
sinceridad, que los resultados no eran los deseados, pero trató de desdramatizar
el hecho de que a partir de ahora la CSU deberá hacer como cualquier otro
partido en el poder en Alemania y gobernar con un socio.
Al margen de las
consecuencias en Baviera, los comicios tenían carácter de barómetro entre el
votante ante la maratón de 2009, en que confluyen varias elecciones municipales,
presidenciales -por parte de la Asamblea Federal-, las europeas, cuatro
regionales y finalmente las generales, en septiembre.
El ministro de Asuntos
Exteriores y candidato a la cancillería del SPD, Franz Walter Steinmeier, se
apresuró a calificar eufóricamente lo ocurrido en Baviera de "terremoto
político".
Las palabras y el gesto de Steinmeier, a quien los sondeos no dan
por ahora ninguna posibilidad de arrebatarle la cancillería a su jefa, Merkel,
sonaron exagerados, sobre todo teniendo en cuenta que su SPD no estuvo
precisamente entre los que sumaron puntos. EFE
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