Los seis meses de Scholz: un canciller que no remonta y un vicecanciller en auge
Gemma Casadevall

Berlín, 11 jun (EFE) - La coalición del socialdemócrata Olaf Scholz cumple medio año marcada por la falta de popularidad del canciller socialdemócrata, la creciente valoración de los Verdes y el esfuerzo de los liberales por ganar presencia en el tripartito. El vicencanciller, ministro de Economía y del Clima, el verde Robert Habeck, es el hombre del momento, mientras que sobre Scolz se ciernen las críticas, sea por indecisión o sus tibias respuestas frente a la guerra de Ucrania. "El hombre que nos explica el mundo", es el titular de portada de "Süddeutsche Zeitung" este sábado, referido a Habeck, cuyo éxito califica este diario de referencia alemán de "casi inquietante". Habeck asumió el 8 de diciembre, como el resto de los miembros del Gobierno de Scholz, un puesto que parecía "de consolación". Unos meses antes se había resignado a no ser el candidato a la Cancillería en las elecciones generales de septiembre pasado, a favor de su compañera de partido, la ahora ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock. Se resignó asimismo Habeck a no ser ministro de Finanzas, cargo que reclamaba para sí Christian Lindner, el líder del Partido Liberal, el tercer socio en el tripartito con el que Scholz se convirtió en canciller. El puesto en el Ministerio de Economía se ha convertido en esos seis meses en clave, con un Habeck que busca remedios acelerados a la dependencia energética rusa, defiende el calendario del apagón nuclear -según el cual este año deben desactivarse las tres últimas plantas de Alemania- y reconoce, además, que las renovables son el futuro, pero no pueden aún cubrir las necesidades energéticas del presente. Es el segundo político mejor valorado del país -tras Baerbock-, según el último "Polibarometer" de la televisión pública ZDF. Un 64 % de los alemanes valoran positivamente su gestión, mientras que apenas un 49 % lo hace respecto a Scholz. A Habeck, quien meses antes de la invasión rusa de Ucrania ya defendía los suministros de armas a Kiev, se le valora la sinceridad con que reconoce que a Alemania "le espera un invierno y un otoño duros", por su dependencia del gas ruso. También que, saltando por encima de algunos principios del ecopacifismo alemán, incluya a Catar en la búsqueda de alternativas. En cuestión de meses ha logrado rebajar las importaciones del gas ruso del 55 % de febrero al 35 % de mayo, sobre todo gracias a nuevos contratos. EL PULSO ENTRE HABECK Y LINDNER A Scholz se le tacha de líder "aburrido" o "insulso"; en Habeck se valoran desde su capacidad de responder con inteligencia a dilemas difíciles a sus aparentes renuncias personales. Una tercera figura, la de Lindner, añade tensiones al tripartito. El ambicioso líder liberal asumió su puesto en Finanzas determinado a imponer su sello desde Finanzas, pese a ser su partido el de menor peso parlamentario entre los tres aliados. Si la última legislatura de Angela Merkel -entonces, con Scholz en Finanzas- marcó el adiós alemán al dogma de la austeridad, por los costes extraordinarios derivados de la pandemia, la actual no ha devuelto al país a la senda de la estabilidad defendida por Lindner. Las dos cámaras del Parlamento (Bundestag y Bundesrat) aprobaron y ratificaron el fondo especial de 100.000 millones de euros destinado a rearmar Alemania, tras décadas recortando la partida de Defensa. Lindner insiste en que el de 2022 será el último presupuesto no sujeto al llamado "freno a la deuda". Pero de momento está lejos de ese objetivo. Habeck y Lindner se comportan en público como un equipo armónico, pero de puertas para adentro son "perfectos rivales", como los calificaba el comentarista de la televisión pública ARD, Oliver Neuroth. "La coalición chirría", según este analista. Prácticamente a diario surge alguna declaración de Lindner contraria a lo defendido por Habeck. El líder liberal apuesta por "replantear" el calendario del apagón nuclear, prolongando la actividad de las tres últimas plantas. Lindner, como su correligionario y ministro de Transportes, Volker Wissing, se revuelve contra la propuesta de la Comisión Europea (CE) de prohibir la venta de coches con motor de combustión a partir de 2035. Mientras Lindner trata de hacerse escuchar, los Verdes buscan cómo revitalizar en tiempos de inminencia energética una de sus grandes aspiraciones, no incluida en el pacto de coalición: la implantación de un límite de velocidad en las carreteras alemanas. EFE gc/amg |