Cronología de un boicot más politizado que real
Marina Ferrer
Los orígenes: la supuesta guerra de la fresa que desde hace una semana se cruza entre España y Alemania tuvo un primer repunte con una alerta lanzada desde “Ökotest”, una revista ecologista dirigida al consumidor que advertía a finales de abril de los efectos dañinos para el ambiente de la fresa temprana. Se destacaba en uno de sus ladillos los efectos “destructivos” de los regadíos irregulares sobre el parque natural de Doñana, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El caso de Doñana y la sequía del sur europeo ocupaba por entonces grandes espacios informativos. La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, transmitía sus alertas sobre los regadíos irregulares en sucesivos viajes de trabajo por Bruselas, Berlín y otras capitales europeas, respaldada por la posición de la Comisión Europea (CE).
La campaña: el 30 de mayo, la plataforma Campact lanza su llamada a las grandes cadenas de supermercados Lidl, Rewe, Aldi y Edeka- para que dejen de vender las “fresas de la sequía”. En esos momentos tiene unos 150.000 suscriptores y el impacto debería ser menor. Pero su difusión ocurre un día después de los comicios locales y autonómicos españoles y coincide con el anuncio del avance de las elecciones generales al 23 de julio. Inmediatamente se cruzan los reproches entre el Gobierno central de Pedro Sánchez y la Junta de Andalucía de Juanma Moreno.
Los supermercados: la fresa española había empezado a desaparecer para entonces de los estantes alemanes. Como todos los años, en cuanto llega la fresa de proximidad alemana, a finales de mayo, desaparece la importada. Se reservan unos cupos por si falla la autóctona, en un año en que la cosecha alemana llegó al mercado con unas semanas de retraso. Esa es la respuesta que dan en Alemania desde Rewe y otras cadenas a preguntas de medios españoles. También recuerdan que no se exporta fresa roja sin certificación “Spring”, es decir, sin garantía de una gestión eficiente del agua por parte del productor; Aldi, desde España, insiste en que no hay boicot a la fresa española y se recuerda su compromiso con los “productores que hacen un uso responsable del agua”.
Los diputados: una delegación de nueve diputados del Bundestag (Parlamento federal), presidida por el verde Harald Ebner y con miembros de todo el espectro parlamentario alemán, anuncia el pasado viernes, en pleno revuelo por la supuesta “guerra de la fresa”, su viaje a Doñana. En su comunicado se aludía a "la escasez de agua y la protección de los consumidores", a que España sufre su quinto año de sequía y a que el embalsada "está muy por debajo de los últimos diez años". No hay relación entre la campaña y la misión parlamentaria, que llevaba preparándose desde finales de mayo. Entre los diputados había tanto representantes del tripartito de socialdemócratas, verdes y liberales del canciller Olaf Scholz como de la oposición conservadora, ultraderecha e Izquierda.
La retirada: la misión parlamentaria partió el domingo, pero el lunes se suspendió la “parte andaluza” del viaje. El escueto comunicado del Bundestag explica la cancelación en “la gran relevancia política” adquirida por el viaje ante las próximas elecciones nacionales españolas. Aparentemente, lo que iba a ser un paseo o inspección, autorizada por la Junta de Andalucía, se salió de los márgenes acostumbrados. Alemania empieza a tomar consciencia de un conflicto que para el consumidor nunca existió. Grandes medios de referencia, como “Süddeutsche Zeitung”, se hacen eco del “boicot español de Aldi”, aunque avanzan, de acuerdo al espíritu crítico de ese medio, que la fresa alemana puede ir adereza con un “cóctel de pesticidas” tal vez no advertido por el consumidor. Una semana y un día después de lanzar su mediática campaña, a Campact se le han añadido unos 14.000 suscriptores. Se sitúa así en los 164.000, lejos del objetivo declarado de los 200.000 y en un país de 83,7 millones de habitantes.
