
Turistas hace cola para validar el código de acceso a Venecia a las afueras de la principal estación de tren. / LUCA BRUNO / AP
Leticia Fuentes, Irene Savio, Gemma Casadevall, Beatriz Ríos 08 JUN 2025
Igual que a Barcelona, el turismo de masas está tensionando otras ciudades europeas, y muchas de ellas ya se han puesto manos a la obra para regular el acceso de autobuses, limitar la llegada de cruceros o poner coto a las licencias hoteleras o los alquileres de temporada. Con estas medidas se intenta poner orden a las distorsiones que genera este fenómeno a los residentes habituales.
Estas son algunas de las recetas que aplican polos turísticos como París, Venecia, Ámsterdam o Brujas:
París: coto a los apartamentos turísticos
Francia alcanzó 100 millones de turistas extranjeros en 2024, empujados también por la celebración de los Juegos Olímpicos de París. Una cifra récord que empieza a inquietar a las ciudades, especialmente a los vecinos y a las instituciones locales, pero también a los espacios dedicados al propio turismo.
A finales de 2024, el Museo del Louvre levantó la mano ante la explosión de visitantes. Casi 9 millones de personas desfilaron por sus galerías, provocando problemas de aglomeraciones en las salas. De ahí que la dirección haya presentado un plan de remodelación del museo y un nuevo límite de 30.000 visitantes por día.
El turismo de masas también afecta directamente a la vivienda con la proliferación de apartamentos turísticos, enquistando aún más el problema que sufre París desde hace años: poca oferta, mucha demanda y precios desorbitados. Para combatirlo, el Gobierno aprobó en mayo de 2024 una ley que dificulta el alquiler de pisos vacacionales para estancias cortas, limitando el arriendo a 90 noches al año, y prohibiendo las cajas de llaves en espacios públicos. Además de aumentar la fiscalidad para este modelo de negocio y la tasa turística un 200%.
En la actualidad, hay 95.461 pisos turísticos en París anunciados en Airbnb, de los cuales el 89,3 % son propiedades enteras, frente al 9,5 % de habitaciones privadas y el 0,4 % de habitaciones compartidas, según revelan los datos de Inside Airbnb.
El objetivo de estas medidas no solo se centran en acabar con el problema de la vivienda en París, sino también descongestionar la ciudad y desviar el turismo a otros lugares, como Lyon o Burdeos.
Venecia: un "experimento" con un éxito parcial
La urbe en Italia que más ha dado de qué hablar por sus intentos de gestionar el turismo ha sido Venecia. Desde el año pasado, la ciudad de los canales ha puesto en marcha un plan para cobrar una tasa a los turistas que solo pasan un día allí. Este año, la tarifa —que no afecta a una serie de colectivos, entre ellos personas con discapacidad, menores de 14 años, estudiantes y residentes— se aplicará únicamente en los 54 días de mayor afluencia. El coste será de 5 euros para quienes reserven con al menos cuatro días de antelación a su llegada y de 10 euros para quienes lo hagan después de ese plazo.
El "experimento", como lo califica el propio ayuntamiento, ha tenido un éxito parcial. Por un lado, según datos actualizados a principios de mayo, el consistorio ha logrado recaudar solo en lo que va del año unos dos millones de euros adicionales, además de haber obtenido más información sobre el perfil de los turistas que visitan la ciudad por un solo día (principalmente estadounidenses, británicos, alemanes y españoles).
Por otro lado, el número de turistas que han llegado a la ciudad no disminuyó en 2024, primer año de aplicación de la medida. Al contrario, Venecia creció por encima del promedio nacional (+5,2%) con respecto al año anterior, con un total de 13 millones de turistas que visitaron la icónica localidad italiana. Como resultado, aumentó el número de viajeros que se alojaron no solo en el centro de la ciudad, sino también en zonas periféricas como Mestre.
Ámsterdam: la ciudad del "no vengáis"
Pocos focos turísticos del mundo tienen como lema el "no vengáis" que, en distintas variedades, han popularizado los vecinos de Ámsterdam como mensaje al visitante. Desde 2021, la norma del Gobierno de la ciudad neerlandesa es que no pueden superarse los 20 millones de pernoctaciones turísticas al año. Las medidas adoptadas para conseguirlo van desde prohibir la construcción de nuevos hoteles, salvo que cierre uno, a la restricción a la mitad del número de cruceros fluviales por sus canales, una tasa turística en continuo aumento y prohibiciones al llamado turismo de borrachera o sexual, además de no permitirse fumar marihuana por el llamado 'barrio rojo'.
Las licencias de pisos turísticos estaban de por sí limitadas y los existentes solo pueden ofrecerse para 30 noches al año, salvo autorización. El objetivo es devolver al ciudadano algo de la calidad de vida arrebatado por el exceso de visitantes. Contener la desaparición de comercios autóctonos por tiendas orientadas al turismo.
El tope de los 20 millones de pernoctaciones no se cumple: en 2023 se registraron 22 millones, en 2024 se subió a 23 millones y la perspectiva para los próximos años es llegar a los 25 millones. Está claro que no es fácil ejecutar según qué limitaciones en un modelo de sociedad abierta, porque ello implicaría aplicar conceptos de estado policial. Pero los ciudadanos tienen, y usan, un arma al menos disuasoria: la justicia. Año a año, colectivos de ciudadanos recogen firmas para elevar demandas contra su ayuntamiento por incumplimiento del tope marcado. Sus autoridades al menos no se toman como algo positivo el implacable crecimiento de las cifras del turismo.
Brujas: una tasa para las visitas de día en grupo
Brujas es una ciudad de cuento, pero para algunos de sus vecinos, el turismo masivo se ha convertido en una historia de terror. Según una encuesta publicada esta semana, cuatro de cada diez residentes opinan que la ciudad está demasiado concurrida a causa del turismo masivo. En 2024, casi 8 millones de personas visitaron la ciudad, más de 9 millones si se incluyen los visitantes de poblaciones vecinas.
Casi 6,9 millones de esos turistas fueron a pasar el día. Esto supone un incremento del 13% con respecto al año anterior. "Aunque Brujas aún está lejos de ser comparable a Venecia y Dubrovnik, mantener el equilibrio entre turismo y habitabilidad sigue siendo un reto importante", reconoció en febrero el alcalde de Brujas, Dirk De Fauw, cuando se hicieron públicas las cifras de visitantes del año anterior.
Brujas introdujo en marzo una tasa turística de cuatro euros para las personas que van a pasar el día a la ciudad en grupo, lleguen en autobús o en crucero. Esa misma tasa se aplica ya a los turistas que pernoctan en la ciudad, una práctica que se ha vuelto habitual en las zonas con más afluencia de visitantes de Europa.