sábado, 1 de diciembre de 2007
Road movie to Hannover
Gemma Casadevall
Berlín, 1 dic (EFE).- La Unión Cristianodemócrata Alemana (CDU) fijará la próxima semana en el congreso de Hannover su nueva identidad, con un programa hecho a medida de la canciller Angela Merkel, crecida como una líder que sujeta las riendas de su partido, a imagen de Helmut Kohl.
Una moción de la presidencia, para marcar distancias con el cogubernamental Partido Socialdemócrata (SPD) y el programa de la formación marcarán la agenda del congreso, que tras una reunión previa, mañana, celebrará sus sesiones plenarias el lunes y martes.
Se trata del tercer programa fundamental de la CDU, desde 1978, o el quinto, si se incluyen dos anteriores, en 1947 y 1953, considerados entonces meramente electorales.
El estatuto de la familia cristianodemócrata sigue al aprobado por el SPD el pasado octubre, en su congreso de Hamburgo, que derivó en un giro a la izquierda impulsado por su presidente, Kurt Beck.
La CDU se define en su programa como un partido "de centro", que se reconoce de raíces cristianosociales, liberales y conservadoras.
Hay, asimismo, un explícito reconocimiento de la bandera y el himno alemán como símbolo de la democracia germana y se parte de la base de que los inmigrantes deben reconocer la historia y la cultura de ese país como "cultura de referencia".
Estos son algunos de los aspectos en los que hay una clara diferencia respecto al SPD, sin olvidar los relativos a política exterior -la CDU insiste en rechazar la integración de Turquía en la UE- y energética -en que los conservadores quieren replantear el calendario de abandono de la energía atómica-.
La CDU pretende dotarse de un programa guía para los próximos 15 a 20 años. Se trata de un texto "suficientemente conciliador" como para atender a todas las alas del partido, explicaba estos días el politólogo Peter Lösche, en una reunión con medios extranjeros.
Es decir, muy al estilo de Merkel, que "en relativamente poco tiempo ha conseguido un dominio casi total de la CDU", añadió Lösche, para quien la canciller tiene un grado de control sobre su gran familia "comparable a tiempos de Kohl".
A diferencia de su homólogo socialdemócrata, que pese al espaldarazo que le dio el congreso sigue estigmatizado de líder débil y poco carismático, Merkel se presenta ante los delegados de Hannover más segura que nunca.
Pese a no haber seguido una formación típica en la CDU -desde el ingreso en sus Juventudes- hoy Merkel conoce a la perfección todas las esquinas de un partido que, además, tiene una estructura nada centralizada.
Crecida en la Alemania comunista, Merkel ingresó en la CDU en 1990, un año después de la caída del Muro, se convirtió en ministra de la Juventud y la Mujer bajo Kohl en 1991. En 2000 fue elegida presidenta de la CDU, en plena crisis por el escándalo de las cuentas secretas en tiempos de Kohl.
De la posición de aparente debilidad al absoluto dominio median apenas ocho años. Del persistente ruido de sables a su alrededor, por parte de los denominados barones, ha pasado al control total.
Hannover se presentaría como un paseo para la canciller, si no fuera porque en su coalición van en aumento las disonancias entre los conservadores y los socialdemócratas.
La dimisión del leal vicecanciller Franz Müntefering -hace unas semanas y por razones familiares- y el relevo en el puesto por el ministro de Exteriores, Franz Walter Steinmeier, han disparado los ataques bilaterales, aún con sordina, pero audibles.
A diferencia de Müntefering, conformado en su situación de "soldado" de Beck, como lo fue de Schröder, a Steinmeier se le atribuyen aspiraciones de ser candidato a la cancillería por el SPD.
Merkel y Steinmeier insisten en que la coalición trabaja bien y que no van a entrar en estado de campaña permanente. Ello no quita que, a la mínima, el vicecanciller ataque a las filas conservadoras.
"El programa de la CDU es vacío de contenido", se permitía valorar Steinmeier, ironizando además con el término de cultura de referencia que se pretende imponer a los extranjeros: "A mi me gustan las patatas braseadas y el ganso de Navidad. Pero también la pizza y la paella", decía, en entrevista a la agencia DPA. EFE gc/jac