domingo, 29 de noviembre de 2020

La AfD, que tanto os ama

 La ultradreta es disfressa de defensora de la llibertat

Meuthen, el abucheadito

 La ultraderecha exhibe sus grietas

Gemma Casadevall


Berlín, 29 nov (EFE).- La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) exhibió este domingo su desgarro interno, en la segunda jornada de un congreso federal marcada por las llamadas a la disciplina y amagos de rebelión de su corriente radical.
El copresidente de la AfD, Jörg Meuthen, tomó la palabra ante sus delegados para exigir orden, desde su condición de representante del sector más moderado y mientras los contrarios a su línea le abucheaban y acusaban de causar "daños irreparables" al partido.
Las críticas a Meuthen, quien lleva meses confrontado a la denominada "El Ala" -"Der Flügel"-, marcaron el debate del domingo. Su origen fue su discurso del sábado, en el que recriminó a ese sector por aplicar connotaciones peligrosas a la situación actual.
Está fuera de lugar tachar de "dictadura" a la Alemania de hoy, afirmó Meuthen -"si fuera una dictadura, no estaríamos aquí", dijo-; también lo está aplicar el término "Ermächtigungsgesetz" -la ley que, en 1933, dio plenos poderes a Adolf Hitler- a la aprobada ahora para sustentar las restricciones por la pandemia.
Tales alusiones "nos hacen atacables", advirtió. Se refería Meuthen al peligro de que el partido en bloque quede bajo la lupa del espionaje de Interior, como lo está ya "Der Flügel" por su cercanía al neonazismo.
Dicha corriente está formalmente desarticulada por imperativo de Meuthen, que además impulsó la expulsión de uno de sus cabecillas, Andreas Kalbitz, artífice del 24 % obtenido por la AfD en las regionales de Brandeburgo, el "Land" que envuelve Berlín.
La corriente "patriota" sigue viva, como lo demostraron las encendidas intervenciones y alusiones al fundador del "Ala", Björn Höcke, líder de Turingia (este). También lo demostró una declaración del copresidente del grupo de la AfD en el Bundestag (Parlamento), Alexander Gauland, quien acusó a Meuthen de "polarizar" el partido. Gauland, presidente honorario del partido, no asistió a la última jornada. Abandonó Kalkar -la ciudad junto a Holanda que acoge el congreso- en ambulancia, aparentemente por una indisposición.
El reproche del ausente Gauland se multiplicó a través de sucesivos delegados; se presentó una moción -finalmente rechazada por escaso margen- para someter a votación el proceder de Meuthen.
El copresidente trató de minimizar la influencia en el partido de Höcke -"es un líder regional; yo soy el presidente nacional", explicó en declaraciones a la televisión pública Phoenix-; pero las intervenciones en su contra procedían de delegados de todo el país.
"Somos un partido vivo, con debate interno", resumió a Efe el portavoz de la AfD en el Bundestag, Marcus Schmidt. Quienes esperaban "un congreso de trámite", centrado en temas sociales, "se habrán sorprendido", añadió desde Kalkar este miembro del partido.

EL DESAFÍO PRESENCIAL QUE ACABA EN TRAMPA
La dirección de la AfD había optado por un congreso presencial, mientras la mayoría de los grandes partidos celebran los suyos en formato virtual o los ha aplazado por la pandemia. Eso favoreció el debate, efectivamente. Pero no en el sentido que buscaba la cúpula.
La idea era mostrar fortaleza. Se respetó bastante la obligación de usar mascarilla en el recinto -aunque a medida que avanzaban los debates se veían más mascarillas caídas y narices fuera-.
Acatar la mascarilla no es fácil para un partido que, tras haber capitalizado el voto de protesta contra los refugiados en la crisis de 2015, busca el voto del descontento contra las restricciones.
Ya no es la fuerza emergente de 2017, cuando irrumpió en el Bundestag con un 12,6 %. Se le estima una intención de voto entre el 7 % y el 9 %, por lo que necesita nuevo electorado.
Está muy presente en las movilizaciones, a veces multitudinarias, donde se mezclan ciudadanos enojados porque sienten vulnerados sus derechos, comerciantes afectados por los cierres, conspiranoicos y, cada vez más, extremistas dispuestos a la violencia.

DEL NEGACIONISMO HISTÓRICO AL VIRUS
"En esas protestas confluyen corrientes peligrosas. De la búsqueda abstracta de culpables a una situación que nos incomoda o perjudica se pasa fácil al antisemitismo", advirtió a Efe Annetta Kahane, directora de la Fundación Amadeu Antonio, quien estos días presentó en Berlín su balance sobre violencia ultraderechista.
No es precisa siquiera una "relación directa entre lo que identifican como 'lobby judío' y el desarrollo de las vacunas", comenta Kahane, cuya ONG recuerda a un joven angoleño muerto en 1990 tras recibir una brutal paliza de un grupo de neonazis en Brandeburgo.
Fue la primera víctima del neonazismo en el antiguo territorio comunista tras la reunificación. "Me asusta lo que se cuece, treinta años después, no solo en esa parte del país", añade Kahane. EFE  gc/si

sábado, 28 de noviembre de 2020

De Kalkar a la eternidad

 La dividida ultraderecha busca remedio como partido antirestricciones

Gemma Casadevall






Berlín, 28 nov (EFE).- La ultraderecha alemana trata de sacar pecho en medio de sus trifulcas internas como "defensora de las libertades" frente a la "política de la bancarrota" que, según ese partido, impone en medio de la pandemia la canciller Angela Merkel.
Las restricciones dictadas amenazan "la existencia del mundo de la cultura, de grandes y pequeños comerciantes, de familias enteras", afirmó el copresidente de Alternativa para Alemania (AfD), Tino Chrupalla, en la apertura de su congreso federal.
Mantener cerrados bares, restaurantes, gimnasios, discotecas, museos, cines y teatros "llevará a la ruina a los alemanes", sostuvo, ante sus 600 delegados concentrados en Kalkar, una pequeña población a 60 kilómetros de la frontera con Holanda.
"Somos los defensores de la democracia y de las libertades", prosiguió Chrupalla, quien comparte la dirección del partido con Jörg Meuthen, representante de su sector algo más moderado.
Mientras el primero arremetía contra las restricciones, ante un congreso que fue autorizado tras comprometerse su dirección, a regañadientes, a hacer cumplir las normas de higiene, Meuthen llamaba a los suyos al orden. No en lo que respecta al uso de la mascarilla, sino a las disidencias internas.
"Necesitamos disciplina interna. Tanto en el Parlamento como en la calle", clamó Meuthen. La AfD está dando un espectáculo "con comportamientos adolescentes y personalismos", añadió, en alusión a altercados recientes en la Cámara baja (Bundestag) y a las muestras de cercanía de su corriente más radical con el neonazismo.
Sobre la AfD pesa una investigación por alteración del orden, después de que invitados del partido increparan a algunos diputados por los pasillos parlamentarios. Eso ocurrió la semana pasada, mientras en las inmediaciones del Bundestag miles de manifestantes anti-restricciones se enfrentaban a la policía.
Meuthen lleva meses, además, tratando de contener a la corriente interna "Der Flügel" -"El ala"-, formalmente disuelta pero en activo y bajo observación de los servicios secretos de Interior. A esa línea pertenece el líder de Turingia, Björn Höcke, artífice del éxito del partido en ese "Land" del este, donde es segunda fuerza.
Mientras Meuthen representa al sector más moderado, Chrupalla muestra afinidades con Höcke, un cabecilla provocador que no duda en marchar junto a declarados neonazis. Tras meses de amagos de escisión y rebeldía desde "El ala", la AfD necesitaba mostrar cohesión.
La mayoría de los partidos establecidos han optado por aplazar sus congresos, celebrarlos en formato virtual o fórmulas híbridas. Para la AfD, mantenerlo presencial es una exhibición de fortaleza.
El congreso se celebra en un recinto llamado "Wunderland" -"País de las maravillas"-, una zona de ocio instalada en una antigua central eléctrica. "Todo está discurriendo en perfecto orden", aseguró a Efe, en conversación telefónica desde Kalkar, Marcus Schmidt, portavoz del grupo parlamentario de la AfD.
"Estamos mostrando madurez, los caóticos están afuera", añadió. El congreso discurría en un recinto que los delegados no abandonarán hasta mañana, al cierre, ya que su hotel está en esa área cerrada.
"No vamos a tolerar exhibiciones de desobediencia. O se cumplen las normas vigentes o el congreso acabará prematuramente", advirtió la alcaldesa de la ciudad, Britta Schulz, del "Forum Kalkar", en una conversación telefónica previa a la apertura de la convención.
Schulz hubiera preferido no tener que ver el congreso ultra en su ciudad, que fue autorizado pero bajo condiciones como el uso permanente de la mascarilla, salvo en el caso de los oradores.
"Nosotros no somos 'superspreaders'. Guardamos las distancias y llevamos la resistencia antifascista a Kalkar", apuntó Edgard Berbak, del colectivo "Aufstehen gegen Rassismus" -"Levantarse contra el racismo"-, convocante de una marcha contra la AfD, que congregó a unos 700 seguidores en las inmediaciones de "Wunderland".

AQUEJADO POR LAS MULTAS Y EN POS DEL VOTO DE PROTESTA
Pese a su pretendida exhibición de fortaleza, la AfD está debilitada por sus conflictos y también en lo financiero. Tiene pendientes de liquidación varias multas -una de ellas, de medio millón de euros- por donativos irregulares.
La AfD es la primera fuerza de la oposición parlamentaria desde 2017, año en que irrumpió en el Bundestag con un 12,6 % de los votos. Ahora se le estima una intención de voto del 9 %.
Busca ganar electorado con el voto de protesta contra las restricciones por la pandemia. Está muy presente en esas movilizaciones, que en Berlín y otras ciudades del país han llegado a juntar a decenas de miles de seguidores.
Ahí coinciden ciudadanos molestos por lo que consideran recortes a sus derechos fundamentales, comerciantes afectados por las restricciones, defensores de teorías de la conspiración y radicales violentos, como han advertido los servicios secretos de Interior. EFE  gc/si

viernes, 27 de noviembre de 2020

Líbranos de otro Ischgl

Merkel no vol esquiadors en plena pandèmia

Cal evi­tar qual­se­vol viatge que no sigui impres­cin­di­ble. I, encara més, els turístics, va adver­tir Angela Merkel, al Bun­des­tag (Par­la­ment fede­ral), en una com­pa­rei­xença per expli­car les raons per allar­gar les res­tric­ci­ons actu­als fins al gener.

Per turisme, s’entén, en aquest moment de l’any, la tem­po­rada d’esquí. I és aquí on la can­ce­llera vol el tan­ca­ment de totes les esta­ci­ons euro­pees, com a mínim fins entrat el mes de gener. Tant les pròpies –prin­ci­pal­ment, a Bavi­era, que sosté ple­na­ment el parer de la can­ce­llera– com les d’Àustria o Suïssa, que s’hi neguen.

“Inten­ta­rem que s’aprovi a escala euro­pea el tan­ca­ment de les esta­ci­ons d’esquí”, va dir Merkel. És difícil que s’acon­se­gueixi, va adme­tre tot seguit, vist que el soci austríac no hi donarà suport, com ja ha avançar el can­ce­ller Sebas­tian Kurz.

No és el pri­mer cop que Viena i Berlín xoquen –ja ho van fer quan Ale­ma­nya va deci­dir man­te­nir ober­tes les fron­te­res als refu­gi­ats, durant la crisi migratòria del 2015–. Però la ini­ci­a­tiva de la can­ce­llera tindrà el seu pes entre els ciu­ta­dans i pot­ser també en el con­junt de la UE, ja que Berlín ostenta la pre­sidència de torn fins al gener. Ale­ma­nya va sor­tir-se’n millor que altres socis en la pri­mera onada de la pandèmia.

La can­ce­llera sem­bla per­ce­bre ara com una imprudència haver obert el turisme el juliol pas­sat. Ales­ho­res, les pres­si­ons del sec­tor –i de països com ara Espa­nya o Itàlia, des­tins pre­fe­rents per a l’esti­ue­jant ale­many– eren fortíssi­mes. A par­tir de l’agost, la calma ale­ma­nya enmig de la pandèmia va pre­sen­tar les pri­me­res esclet­xes i es van començar a dis­pa­rar les xifres dels con­ta­gis.

Al setem­bre, el ter­ri­tori ale­many sem­blava encara un oasi de con­trol, en el con­text de zones de risc escam­pa­des per gai­rebé tota la UE. Ara per ara, però, pràcti­ca­ment tot Ale­ma­nya és zona ver­me­lla, amb índexs d’incidència acu­mu­lada en set dies que superen el 200 con­ta­gis per 100.000 habi­tants, com és el cas de Berlín. Algu­nes bar­ri­a­des de la capi­tal, com ara Kreuz­berg o Neukölln, superen els 300 casos. Segons el cri­teri marc de l’Ins­ti­tut Robert Koch (RKI), a par­tir de 50 casos per set dies i 100.000 habi­tants s’està en zona de risc.

No és només aquest grau d’incidència el que pro­voca l’alarma de Merkel. Els con­ta­gis aug­men­ten en el moment en què es fan més tests. Molt pit­jor és el nom­bre de morts dia­ris: dels 36 a 50 de mit­jan octu­bre es va arri­bar dime­cres als 410, la màxima diària abso­luta en tota la pandèmia.

Demanda judi­cial

Merkel no vol un nou Ischgl, l’estació d’esquí austríaca on, en la pri­mera onada, es van regis­trar milers de con­ta­gis, la majo­ria, de visi­tants estran­gers. Ischgl no és una estació d’esquí com tan­tes altres. És una mena d’Eivissa d’hivern, on, a més d’esquiar, es va a la dis­co­teca.

Hi ha una demanda judi­cial col·lec­tiva que aplega 6.000 casos –4.000 dels quals, ale­manys–. S’espera que al gener o al febrer s’obri un pri­mer judici con­tra l’Estat austríac com a pre­sumpte res­pon­sa­ble del des­ga­vell. Un pri­mer informe va deter­mi­nar que les auto­ri­tats cor­res­po­nents no van adver­tir els turis­tes del perill d’infecció en aquell còctel d’esquí i dis­co­teca.

Merkel no vol turisme ni viat­ges inne­ces­sa­ris. Vol que les vacan­ces de Nadal s’apro­fi­tin per visi­tar la família i poca cosa més. Després de vuit hores de nego­ci­ació amb els poders regi­o­nals, dime­cres, va sor­tir amb un con­sens per allar­gar fins entrat el gener les res­tric­ci­ons que havien de ser només per al novem­bre. És a dir, bars i res­tau­rants només poden ven­dre men­jar i begu­des per empor­tar-se a casa, l’oci noc­turn està tan­cat i bar­rat, igual que museus, sales de con­certs, tea­tres, cine­mes i tota la resta d’oferta cul­tu­ral.

El comerç con­ti­nua obert amb res­tric­ci­ons d’afo­ra­ment, men­tre que per a l’acti­vi­tat esco­lar hi ha un con­cepte mixt en zones de risc ele­vat, que con­sis­teix a alter­nar les clas­ses pre­sen­ci­als amb les tas­ques a casa. L’assistència a classe és en grups reduïts i fixos.

En la reunió amb els líders regi­o­nals es va acor­dar alleu­ge­rir una mica les res­tric­ci­ons cap al 20 de desem­bre i pos­si­bi­li­tar que per Nadal es puguin reu­nir fins a 10 per­so­nes –ara el límit són 5, de dues llars dife­rents com a màxim–. Una idea cri­ti­cada pels experts. L’experiència ha demos­trat que, fins i tot amb les res­tric­ci­ons vigents, les reu­ni­ons pri­va­des que­den fora de con­trol. Ampliar el marge implica donar un xec en blanc a les fes­tes de tota mena.

De moment, el govern regi­o­nal de Berlín –una coa­lició de soci­al­demòcra­tes, verds i esquerra– ha deci­dit ser més pru­dent encara que la can­ce­ller i no alleu­ge­rir res.

Al cap­da­vall, si la idea és no dei­xar ningú sol o visi­tar l’àvia o l’avi, amb el límit de cinc per­so­nes n’hi ha prou.

El congreso se divierte

La AfD, de la agitación política al congreso antimascarillas

Gemma Casadevall



Berlín, 27 nov (EFE).- La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) celebra este fin de semana un congreso federal desde su condición de agitador del espectro parlamentario y, también, como brazo político del negacionismo contra el coronavirus.
Kalkar, una ciudad de 13.900 habitantes a unos 50 kilómetros de Holanda, recibirá a los 600 delegados de un partido reacio a usar la mascarilla, sea en la calle o en el Bundestag (Parlamento federal), y que pretendía se le liberara de esa obligación en su convención.
La alcaldesa de la ciudad, Britta Schulz, líder de la plataforma ciudadana "Forum Kalkar", ha advertido de que no se tolerarán desobediencias a las normas impuestas por la pandemia, en medio de las restricciones a la vida pública y actos públicos que seguirán vigentes a escala nacional hasta enero.
Se ha dispuesto un contingente policial en torno al pabellón llamado "Wunderland" -"País de las maravillas"-, en una antigua central eléctrica. Hay varias marchas izquierdistas convocadas en contra de la presencia de la AfD, junto a otras de apoyo al partido.
Mientras otros partidos -como la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel- han aplazado sus congresos o los celebraron en formato virtual -como los Verdes-, la ultraderecha ha mantenido el suyo, donde marcará algunas pautas de cara a las elecciones generales de 2021.
No está la AfD precisamente en su mejor momento. Su cúpula trata de contener al sector más radical -"Der Flügel", El Ala, formalmente desarticulada, pero aún activa-, que está bajo observación de los servicios secretos de Interior; y tiene pendientes varias multas -una de ellas, de medio millón de euros- por donativos irregulares.
Ha perdido algo del fuelle electoral con que irrumpió en 2017 en el Bundestag. Del 12,6 % de entonces ha pasado a una intención de voto del 9 %, según la televisión pública ZDF. En medio de la pandemia busca su electorado entre el voto de protesta contra las restricciones.
Está muy presente en esas movilizaciones, que en Berlín y otras ciudades del país han llegado a juntar a decenas de miles de seguidores. Ahí se mezclan ciudadanos molestos por lo que consideran recortes a sus derechos fundamentales con comerciantes afectados por los cierres, defensores de teorías de la conspiración y radicales violentos.

DE ALTERAR EL TABLERO PARLAMENTARIO A LA CALLE

"La estrategia de la AfD consiste en tratar se hacerse atractiva donde hay descontento. En 2015, contra la llegada de refugiados. Ahora con las restricciones", afirma en entrevista a Efe Georg Maier, ministro del Interior de Turingia (este), "Land" donde la AfD es la segunda fuerza.
Eso "no sería tan grave", añade, si no fuera porque ahora se propone capitalizar unas protestas en que "se infiltran radicales violentos entre ciudadanos descontentos por diversas causas". Las protestas derivan en "una mezcla agresiva", donde se practica el acoso a los medios de comunicación y los ataques a las fuerzas policiales.
"La AfD no duda en marchar codo con codo con neonazis", apunta Maier, del Partido Socialdemócrata (SPD). Exhibe "cercanía ideológica" con esos grupos, pero sin "cruzar el límite de lo que está prohibido", como es portar símbolos nazis.
La AfD de Turingia "provocó una auténtica tormenta a escala federal", recuerda su ministro del Interior. Fue con la elección como primer ministro del liberal Thomas Kemmerich, con el apoyo de la AfD y de la CDU. Se rompió así, de facto, el cordón sanitario por el que se descarta en Alemania toda cooperación con la ultraderecha.
La propia Merkel llamó entonces a "revocar" ese voto. Unas semanas después, era reelegido como primer ministro Bodo Ramelow, de La Izquierda, al frente de un tripartito con el SPD y los Verdes.
"La AfD sacó el máximo provecho posible de una elección que finalmente no fue, pero que inscribió entre sus hitos", recuerda Maier. El artífice de esa sacudida fue Björn Höcke, líder de "Der Flügel", quien en sus discursos "mezcla conceptos muy cercanos al lenguaje del nacionalsocialismo".
Recuerda ahí Maier el pronunciamiento de Höcke, en un acto público, calificando de "monumento de vergüenza" el memorial erigido en Berlín para los millones de judíos asesinados en el Holocausto.
"Hay una clara cercanía con el revisionismo histórico", afirma. De los "conceptos vecinos" con el negacionismo del Holocausto se ha pasado ahora a negar la pandemia del coronavirus y colocarse como "defensores de la democracia" contra las restricciones.
Maier, como responsable de Interior de un "Land" bastión del ala más radical del partido, ve en la AfD "unas corrientes internas cada vez más peligrosas".
A escala parlamentaria, con altercados como el recientemente ocurrido en el Bundestag, donde invitados de la AfD increparon por los pasillos a diputados -como el ministro de Economía, Peter Altmaier-. En la calle, con su papel de "brazo político" de las protestas, como las que en ese momento discurrían ante el edificio. EFE
gc/egw/si

sábado, 21 de noviembre de 2020

El presidente del Bundestag, el ossi del SPD, la feminista





Merkel, quince años después de su primer, y doble, hito histórico

Gemma Casadevall


Berlín, 21 nov (EFE).- El 22 de noviembre de 2005, Angela Merkel hizo historia como primera mujer y ciudadana del este que alcanzaba la Cancillería alemana. Quince años después es la política mejor valorada por sus compatriotas, aunque no siempre se la identifique con esos dos hitos ni con el conservadurismo clásico de su partido.
La última página del liderazgo de Merkel está por escribir; ha dejado claro que dejará el poder cuando termine esta legislatura -es decir, en un año-. Pero su gestión en la crisis del coronavirus la ha revalidado y se disipó el término de la "Merkeldämmerung" -crepúsculo de Merkel- que planeaba sobre su fase final en el poder.
El día de 2005 en que fue elegida canciller por 397 votos del total de 611 del Bundestag (Parlamento) se colocó al frente de su primera gran coalición. Tres testigos de su asunción al cargo -el presidente del Bundestag, su vicepresidente y un icono del feminismo alemán- analizan el ayer y el hoy de la líder de referencia.
A VUELTAS CON EL CONSERVADURISMO
Para Norbert Lammert, de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y presidente del Bundestag entre 2005 y 2017, con la elección de Merkel se abrió un "proceso innovador para la historia alemana".
"En 2005 no habría apostado fuerte, de hecho nunca lo hago, a que permanecería en el poder 16 años como Helmut Kohl. Pero sí estaba seguro de que no sería una Cancillería de transición. Su largo periodo en el poder no me sorprende. O por lo menos no mucho", explica Lammert a Efe.
Merkel llevaba cinco años en la presidencia de la CDU, a la que llegó tras llamar al partido a "emanciparse" de Kohl, hundido en un escándalo de cuentas secretas del partido bajo su liderazgo.
La nueva líder asumió la tarea de renovar el partido desde una posición más centrista que sus grandes patriarcas -Konrad Adenauer y Kohl-, tachada incluso de "socialdemocratizante" por algunos.
"Hay un interesante estudio de la Fundación Konrad Adenauer, que compara las expectativas de los afiliados a la CDU y las de sus electores. Ahí se confirma nuestra hipótesis de trabajo, según la cual las expectativas medias de nuestros militantes son harto distintas de las de nuestros electores", apunta Lammert, actual presidente de dicha Fundación.
"Algo de lo que nuestros militantes echan de menos en Angela Merkel es al mismo tiempo la razón por la que nuestros electores la votan. Si Angela Merkel, como presidenta del partido, se hubiera posicionado como esperaban muchos de sus militantes, posiblemente la CDU no habría logrado sus éxitos electorales", pronostica Lammert.
Las cifras de Destatis -Oficina Federal de Estadística- muestran la muy delgada línea entre el éxito y el fracaso electoral. Del 35,2 % con que Merkel llegó al poder en 2005 bajó al 33,8 % en 2009, se disparó al 41,5 % en 2013 y cayó al 32,9 % en 2017.
Frente a esa debilidad en su última elección, los sondeos colocan ahora a Merkel en la cumbre de la valoración de sus compatriotas. Un 86 % considera que "hace un buen trabajo", según la infografía de Destatis en ocasión de sus 15 años en el poder.
"Si Helmut Kohl, como hizo Angela Merkel, hubiera dicho un año antes de la elecciones de 1998 bueno, esto se acabó", se habría ganado muchas simpatías", opina Lammert. A Kohl le apartó del poder su derrota frente al socialdemócrata Gerhard Schröder; Merkel se retirará imbatida. "Cuanto más cercano está el anunciado fin de su mandato, mayor es el respeto hacia su liderazgo político y hasta aparecen quienes meditan sobre si no sería bueno que siquiera".
LA CIUDADANA DEL ESTE SIN IDENTIDAD GERMANO-ORIENTAL
"Perdone, pero el primer alemán del este al frente de un órgano constitucional de alto rango fui yo", protesta el socialdemócrata Wolfgang Thierse, presidente del Bundestag entre 1998 y 2005. Hace quince años era vicepresidente de la cámara, mientras Merkel se colocaba en el poder frente de su primera gran coalición, con el Partido Socialdemócrata (SPD) como socio.
No había razón entonces, en lo personal, para sentirse "orgulloso" de que una ciudadana del este llegase a la Cancillería, afirma Thierse a Efe. Las elecciones del 18 de septiembre habían infligido al SPD de Schröder "una gran derrota", admite.
"Una mayoría de los alemanes del este nunca ha sentido que Merkel les representara", afirma este veterano, quien se despidió del Bundestag en 2013, tras 28 años en ejercicio.
Merkel, crecida en una pequeña parroquia del este del país, no entró en política hasta 1990, año en que se selló la extinción de la República Democrática Alemana (RDA). Ascendió en la CDU, afirma Thierse, a base de "ignorar" su identidad como ciudadana del este y "presentarse como una política tan poco germano-oriental como fuera posible", en un partido volcado al mundo occidental.
"No recuerdo ni una sola encuesta de entonces en que, a la pregunta de qué figura política les representaba, la respuesta mayoritaria fuera la señora Merkel", argumenta alguien a quien, dentro y fuera del SPD, sí se identificó como germano-oriental.
Una parte de los ciudadanos del este "la detesta aún", prosigue Thierse. Desde sus inicios, Merkel se ha visto perseguida por los abucheos en el este. Primero, desde las filas del postcomunista Partido del Socialismo Democrático (PDS); desde 2015, por la mucho más ruidosa ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).
Si a Merkel se le reconocen ahora sus méritos no es por un factor identificador que nunca funcionó, explica Thierse. Se le reconoce "como una política pragmática, sólida y de fiar", las bases de su credibilidad como líder, admite este socialdemócrata.
EL FACTOR DE GÉNERO
"Ese día estaba en el Reichstag, fue realmente emocionante. 86 años después de que las mujeres alemanas alcanzaran el derecho de voto, por fin teníamos una mujer en la cúpula", afirma Alice Schwarzer, directora de la revista "Emma" e histórica del feminismo, cuyo último libro -"Lebenswerk"- dedica un capítulo a Merkel.
"Merkel es un símbolo con su estilo propio de persona discreta, concentrada en lo que cuenta y descuidada", opina; alguien que ha "manejado ya muchas crisis", aunque, en su opinión no ha sabido resolver lo que denomina "el islam político", sino que ha dejado prevalecer el precepto de la libertad religiosa.
La sumisión de la mujer en los sectores reaccionarios del mundo musulmán centra ahora la campaña de Schwarzer, militante a favor de la prohibición de la burka y demás velos integrales.
No es el único reproche que, desde el feminismo, se le ha hecho a Merkel. La misma infografía de Destatis destaca cómo sus 15 años en el poder no han revertido en una paridad de género.
La brecha salarial en Alemania se sitúa en un 20 %, apenas un 15 % de los puestos de mando en las juntas directivas en las empresas están a cargo de mujeres; un 31,2 % de los escaños del Bundestag están ocupados por diputados -en 2005 era un 31,8%-.
Schwarzer valora, sin embargo, el aval que para el feminismo es Merkel. Alguien que, partiendo de una posición de desventaja en política -mujer, del este, doctora en Física- logró "desembarazarse de sus enemigos", principalmente masculinos. EFE
gc/jam/amg
Recursos de archivo en www.lafototeca.com: 1851305, 1851244, 1856278 y otros.


jueves, 19 de noviembre de 2020

El afán por hacer ruido

 

El negacionisme desafia la policia i la coalició de Merkel

domingo, 15 de noviembre de 2020

Ante la butaca vacía

La batuta de Barenboim sale en apoyo de los autónomos en pleno parón

Gemma Casadevall





Berlín, 15 nov (EFE).- La batuta del maestro argentino-israelí Daniel Barenboim salió este domingo, en Berlín, en apoyo de los músicos autónomos, en pleno parón de la vida cultural por las restricciones derivadas de la lucha contra la covid-19.
El patio de butacas completamente vacío de la Staatsoper Unter den Linden, la ópera berlinesa de la que Barenboim es titular desde 1992, fue escenario de un concierto con mucha carga emocional y sin aplausos. Su propósito era concienciar de la vulnerabilidad de los colegas que no están al abrigo de las instituciones públicas.
"La supervivencia del tejido cultural alemán, y europeo, está en peligro. Vivimos tiempos difíciles. Y no sabemos cuándo volveremos a la normalidad", afirmó Barenboim en un comunicado emitido previo al concierto. La salud es "obviamente prioritaria". A continuación está la economía, a la que la cultura aporta su parte, recordó.
El sector cultural se ha visto especialmente afectado por las restricciones en Alemania. En la primera fase de la pandemia -entre marzo y abril- sufrió ya un primer parón; desde el 2 de noviembre está de nuevo paralizado, lo mismo que la gastronomía, el ocio nocturno o los deportes en espacios cerrados.
Se estima que el sector emplea en Alemania a 1,5 millones de personas -según cifras recientes de la secretaria de Estado de Cultura, Monika Grütters-. Unos dos tercios son profesionales autónomos, los más vulnerables por la actual situación de parón.
BEETHOVEN, BÁLSAMO MUSICAL
Barenboim, al frente de la Staatskapelle (la orquesta de la Staatsoper) y con el pianista András Schiff como solista, interpretó el concierto número 4 para piano y la tercera sinfonía, "Heroica", de Ludwig van Beethoven, el genio alemán del que este año se conmemora el 250 aniversario de su nacimiento.
El concierto se ofreció en directo por las webs de la radiotelevisión pública berlinesa -Rbb- y de la Staatsoper. Se emitirá de nuevo mañana en la franja horaria nocturna por dicho canal de televisión. Desde la Staatsoper se ha invitado a quienes adquirieron entradas para conciertos cancelados que los canjeen por galas futuras. O que donen ese dinero a los músicos.
AYUDAS DE 5.000 EUROS PARA LOS AUTÓNOMOS
El Ministerio de Finanzas anunció el viernes una nueva partida de ayudas a los autónomos de la cultura consistente en un pago único de 5.000 euros para el primer semestre del año próximo.
Desde el inicio de la pandemia, el departamento de Cultura ha destinado unos 1.000 millones de euros a distintos paquetes de apoyo a la cultura, tanto a cines, como a salas de conciertos, teatros o clubes nocturnos -estos últimos siguieron cerrados incluso cuando se aliviaron las restricciones en los meses del verano-.
La cultura aporta al producto interior bruto (PIB) alemán unos 100 millones de euros, según estimaciones de la secretaria de Estado Grutters. Desde el mismo bloque conservador de la canciller Angela Merkel -una reconocida apasionada de la música, que ha admitido reiteradamente lo doloroso que le resulta renunciar a los conciertos en vivo- se han calificado de insuficientes esos 5.000 euros.
PLATAFORMAS PÚBLICAS PARA LOS INDEPENDIENTES
Barenboim, ciudadano de adopción de Berlín cuyas opiniones tienen peso en todo debate público alemán, ha lanzado reiteradas alertas sobre la situación de la cultura desde el inicio de la pandemia.
Este domingo prestó la Staatsoper a la causa de los autónomos. También lo están haciendo otras instituciones públicas, como la Konzerthaus de la céntrica plaza de Gendarmenmakt.
Entre febrero y marzo pondrá gratuitamente tres de sus espacios o salas de conciertos a disposición de músicos autónomos, sean de música clásica, jazz u otros estilos.
SIN SÍNTOMAS DE ALIVIO
La atención pública en Alemania está centrada ahora en la nueva reunión de Merkel con los líderes regionales, este lunes. Ahí se evaluará la evolución de la pandemia tras dos semanas de cierre parcial de la vida pública, que se espera se prolongue al menos todo noviembre, pese a la ralentización de los nuevos contagios.
Para el Gobierno alemán, el factor esencial es la incidencia de infecciones por siete días y 100.000 habitantes. La media nacional se sitúa ahora sobre los 141 casos. El Instituto Robert Koch (RKI), competente en la materia en el país, marca la pauta de los 50 contagios por ese cómputo de población y margen de tiempo como límite a partir del cual se entra en zona de riesgo.
En sucesivos mensajes a la población, Merkel ha advertido de que se está ante un "duro invierno" y ha rogado encarecidamente a la población restringir al máximo movimientos y contactos personales.
La opinión mayoritaria respalda la cautela de la canciller. Según el último "Politbarometer" de la televisión pública ZDF, un 58 % de los ciudadanos las considera correctas, un 26 % opina que deben endurecerse, mientras que un 14 % las ve exageradas. EFE
gc/dm


miércoles, 4 de noviembre de 2020

Niza, Dresde, Viena

 

La nova onada terrorista s’estén arreu d’Europa

Els mis­sat­ges del can­ce­ller austríac, el con­ser­va­dor Sebas­tian Kurz, i del pre­si­dent del país, el verd Ale­xan­der van der Bellen, sem­bla­ven cal­cats: “No dei­xa­rem que ens divi­dei­xin”, deia el cap del govern l’endemà de l’atemp­tat giha­dista al cor de Viena. “L’odi mai no serà tan fort com la democràcia i la lli­ber­tat”, hi va afe­gir el cap d’estat, en un segon mis­satge ins­ti­tu­ci­o­nal.

El Minis­teri de l’Inte­rior, men­tres­tant, dema­nava a la població no sor­tir de casa. L’acció d’un jove nas­cut als afo­res de Viena, de pares nord-mace­do­nis i d’ori­gen albanès, radi­ca­lit­zat i segui­dor d’Estat Islàmic (EI), va cas­ti­gar una de les ciu­tats teòrica­ment més segu­res d’Europa, la nit en què molts ciu­ta­dans i algun turista es pre­nien la dar­rera cer­vesa abans que entrés en vigor el nou con­fi­na­ment decre­tat per la pandèmia.

Kuj­tim Fej­zula, de 20 anys, con­dem­nat dos anys enrere a 22 mesos de presó per haver vol­gut afe­gir-se al gihad i en lli­ber­tat con­di­ci­o­nal des del desem­bre, va matar en l’últim ves­pre de bars i res­tau­rants oberts qua­tre d’aquests ciu­ta­dans –dos homes i dues dones– i va dei­xar feri­des una vin­tena de per­so­nes més –la majo­ria de les quals, de gra­ve­tat, inclòs un poli­cia.Fej­zula s’havia col·locat un fals cin­turó d’explo­sius, i havia pres una arma automàtica, una pis­tola i un gani­vet. Va començar a dis­pa­rar indis­cri­mi­na­da­ment al cor del nucli antic, prop de la sina­goga jueva i també de la zona de bars i ter­ras­ses, la part més cone­guda de la capi­tal austríaca.

Va con­ti­nuar la seva acció per cinc punts més de la ciu­tat, amb intenció de matar tot aquell que li sortís al pas, men­tre la gent cor­ria a bus­car aixo­pluc en altres res­tau­rants, hotels i por­ta­la­des.

Nou minuts després del pri­mer tret, va morir a mans de la poli­cia, que és molt pre­sent aquests dies als car­rers de Viena, tant per garan­tir el segui­ment de la pandèmia com per l’alerta estesa per tot Europa enmig de la nova onada d’atacs del radi­ca­lisme islàmic. L’endemà es van dete­nir catorze per­so­nes de l’entorn de l’ata­cant, que, segons el set­ma­nari Der Spi­e­gel, tenia con­tac­tes amb el radi­ca­lisme islàmic a Ale­ma­nya.

Recerca d’un còmplice

Durant hores es va estar bus­cant altres impli­cats. Inte­rior va des­car­tar ahir que hi hagués un segon ata­cant, després d’un pri­mer exa­men dels 20.000 vídeos gra­vats per ciu­ta­dans que havien estat tes­ti­mo­nis de l’acció ter­ro­rista. La difusió a les xar­xes de dese­nes d’aquests vídeos enmig del pànic, men­tre la poli­cia dema­nava no fer-ho, és un dels aspec­tes nega­tius de la nit. La part heroica la van apor­tar dos homes d’ori­gen turc, que van arris­car les seves vides enmig del tiro­teig per sal­var la d’un poli­cia ferit.

Indi­rec­ta­ment, van con­tri­buir a donar força als mis­sat­ges del can­ce­ller Kurz, que va dema­nar no posar els musul­mans i les per­so­nes d’arrels estran­ge­res al mateix sac del radi­ca­lisme assassí ni iden­ti­fi­car un deter­mi­nat país d’ori­gen amb el ter­ro­risme islàmic.

L’altre virus no dominat

Un mestre francès decapitat per haver ensenyat caricatures de Mahoma; l’atemptat en una església de Niça, amb tres morts, i un atac a ganivetades contra una parella d’homosexuals a Dresden, amb un mort, comès a principis d’octubre per un sirià i revelat ara com a atac islamista. A Europa s’ha despertat de cop una nova onada d’atemptats identificables com a islàmics, comesos per homes joves, presumptament sols, i fitxats per la policia com a perillosos o condemnats en el passat per haver-se volgut afegir al gihad, en el cas del de Viena. Tot això, en una Europa amb restriccions de mobilitat desconegudes en temps de pau, i on es demana a la població no sortir al carrer si no és imprescindible. Un còctel que ningú pot desitjar i que sembla que aboca els governs a una dinàmica de reforçar unes fronteres per les quals, de fet, cada cop passa menys gent. Tancats a casa, amb por del perill que ve de fora, visible o invisible.