domingo, 31 de julio de 2016

Merkel, en la boca del lobo


Alemania llama a no caer en el pánico ni ante el odio ciego ni ante el yihadismo

Gemma Casadevall

Berlín, 31 jul (EFE).- La plana mayor de la política alemana recordó hoy a las víctimas de la matanza perpetrada por un joven germano-iraní en un centro comercial de Múnich entre llamamientos a no caer en el pánico, sea ante la violencia ciega o ante el yihadismo, y a reforzar los dispositivos de seguridad del Estado. 
"No van a obligarnos a odiar como ellos odian. No van a tenernos encarcelados en el miedo eterno. Seguiremos siendo lo que somos: una sociedad solidaria", afirmó el presidente alemán, Joachim Gauck, en un acto institucional en el Parlamento regional de Baviera. 
Ni el terrorismo ni el odio homicida "deben hacernos renunciar a nuestro modelo de sociedad", añadió el jefe del Estado, en presencia de la canciller alemana, Angela Merkel, y el líder bávaro, Horst Seehofer, en alusión a la alerta generalizada en toda Alemania y especialmente en ese próspero "Land" tras los recientes actos de violencia. 
"Si algo tienen en común quien comete un baño de sangre y un terrorista es la voluntad de robarnos el día a día", dijo Gauck, para calificarlos de seres caídos en el "abismo de la agresividad". 
El acto en Múnich era en memoria a los nueve personas asesinadas a tiros, antes de suicidarse, por Ali David Sonboly, el 22 de julio pasado, pero el mensaje se hizo extensivo a dos recientes atentados yihadistas cometidos también en Baviera, ambos por refugiados. 
Cinco días antes del tiroteo en Múnich, el lunes día 18, un afgano de 17 años se lanzó con un hacha y un cuchillo contra los pasajeros de un tren regional a la altura de Würzburg y dejó heridas de gravedad a cinco personas, antes de ser abatido por la policía. 
El domingo siguiente, un sirio de 27 años detonó la bomba que llevaba en una mochila en el acceso de un festival al aire libre, en Ansbach, lo que causó 17 heridos y su propia muerte. 
Uno y otro, el refugiado sirio y el afgano, dejaron grabados sendos vídeos, difundidos por el entorno de Estado Islámico (EI), en que declaraban querer vengar a "sus hermanos". 
La matanza de Sonboly no se relaciona con el yihadismo, sino con el odio hacia turcos y árabes de un joven nacido en Alemania, con transtornos psicológicos y al parecer víctima de acoso escolar. 
No hay protección absoluta contra estos actos, recordó Gauck, pero una "alianza entre los órganos del Estado y la ciudadanía" es la "mejor protección" frente a acciones "cínicamente calculadas", que destrozan vidas y amenazar "nuestra sociedad abierta". 
"No podemos quedar impasibles. Tenemos que reforzar los dispositivos de seguridad y la presencia policial", apuntó por su parte Seehofer, quien en plena alerta terrorista ha venido insistiendo en la necesidad de endurecer las leyes de asilo y en su exigencia a Merkel de que frene la llegada de refugiados. 


El acto político siguió a un oficio ecuménico con representantes católicos, evangélicos, ortodoxos y musulmanes y celebrado en la Iglesia de Nuestra Señora, con intención de ser una ceremonia multireligiosa, aunque la nota dominante era la cristiana. 
Las nueve víctimas de Sonboly eran de origen extranjero -turco, kosovar o griego, principalmente-, todos adolescentes, con excepción de una turca de 45 años, y siete de los fallecidos eran musulmanes. 
Las primeras investigaciones sobre el autor del tiroteo arrojaron un perfil en que confluían otros baños de sangre en escuelas alemanas y la figura del lobo solitario e islamófobo noruego Anders Breivik, de cuyo doble atentado en Oslo y la isla de Utøya, con 77 muertos, se cumplía ese 22 de julio el quinto aniversario. 
Este perfil se completó con otras informaciones, según las cuales el joven sentía devoción por Adolf Hitler -nació un 20 de abril, como el dictador nazi- y se sentía "ario" en tanto que germano-iraní, por ser Irán el origen de la raza aria. 
Su padre, Masoud Sonboly, un taxista de Múnich, explicó hoy en una entrevista al dominical del popular diario "Bild" que su hijo sufrió de niño acoso escolar, lo que denunció en su momento a la dirección de su centro, sin éxito, por lo que cambiaron de barrio. 
Confirmó que el muchacho, en un momento dado, empezó a alardear de compartir cumpleaños con Hitler, a usar el nombre de pila David en lugar de Ali -como le llama su padre- y a recluirse en sí mismo. 
Tomaba antidepresivos y estaba obsesionado por las matanzas de Breivik y de Tim Kretschmer, el estudiante de 17 años que en 2009 mató a 15 personas tras irrumpió armado y vestido en uniforme paramilitar en su antiguo colegio de Winnenden (suroeste). 
Kretschmer se suicidó acorralado por la Policía, lo mismo que hizo otro joven de 19 años, en Erfurt (este), en 2002, tras matar a 16 personas de su escuela, entre profesores y alumnos. EFE    gc/fpa 

viernes, 29 de julio de 2016

Bastian, sangre alemana


Schweinsteiger dice adiós a la camiseta alemana

Gemma Casadevall

Berlín, 29 jul (EFE).- El hasta ahora capitán de la selección alemana Bastian Schweinsteiger dijo hoy adiós a la "Mannschaft" que dirige Joachim Löw, en un momento complejo, además, en lo que respecta a su futuro en el Manchester United de Jose Mourinho. 
"Queridos seguidores de la selección nacional: acabo de pedirle al seleccionador que no me tenga en cuenta para futuras convocatorias, ya que quiero retirarme", informo el campeón del mundo de Brasil 2014, en una declaración colgada en su cuenta en twitter. 
Tras expresar su agradecimiento a la afición, a la Federación Alemana de Fútbol (DFB), al seleccionador y a sus compañeros, Schweinsteiger recuerda que ha disputado 120 partidos como internacional -debutó en la selección en 2004- y expresa su tristeza por no haber ganado para su país el título de la pasada Eurocopa. 
"Jogi Löw sabe lo que significaba para mí la Eurocopa de Francia, quería ganar como fuera el título que Alemania no ha conseguido desde 1996", proseguía su declaración. 
Schweini, como le apodan sus compatriotas, había acudido al torneo francés tras dos lesiones y aún con molestias en la rodilla y su inclusión en el conjunto se vio casi como el último tren para el capitán, que el próximo lunes cumplirá 32 años. 
De Brasil había regresado victorioso y con la aureola del luchador que lo deja todo en la cancha. Ahí quedó la imagen de su mejilla ensangrentada, tras un codazo del "Kun" Agüero en la final del Maracaná.


En Francia 2016 se le veía como un veterano de sienes planteadas en una selección marcada por el vigor de las nuevas incorporaciones, capaces de batir al portero italiano Gianluigi Buffon en la ronda de penaltis, en cuartos de final, mientras tanto él como Thomas Müller y Mesut Özil fallaban. 
Luego, la Mannschaft cayó en semifinales frente al anfitrión, en un torneo poco favorecedor para Schweinsteiger, que encima causó el penalti que dio el primero de los dos goles a los franceses. 
El capitán alemán se convirtió en esa semifinal en el europeo que más partidos de fases finales de Eurocopas y Mundiales ha disputado, pero ese honor estadístico no le suavizó el balance. 
Ganar el mundial fue una hazaña "histórica" y "emocional"; tras la Eurocopa lo "correcto" y "sensato" es dejar la selección, apunta en su comunicado, que cierra con un: "Fue un honor jugar por todos vosotros, gracias por todo lo que viví en este tiempo". 
Dos días después de regresar de Francia se vio a un Schweinsteiger exultante en su romántica boda en Venecia con la tenista serbia Ana Ivanovic, un poco al estilo -salvando las distancias- de la del actor George Clooney con la abogada Amal Alamuddi. 
El anuncio de su retirada de la selección coincide con informaciones de medios británicos que afirman que Mourinho no cuenta con él. 
Schweinsteiger pasó al Manchester United dos temporadas atrás, tras 17 años en las filas del Bayern Múnich, el club en el que este jugador, nacido en la ciudad bávara de Kolbermoor, había ingresado como juvenil. EFE 
gc/lm


martes, 26 de julio de 2016

Ansbach, dos días después

Entre el mensaje conciliador y la instrumentalización de un atentado              Gemma Casadevall





Ansbach (Alemania), 26 jul (EFE).- Mensajes de paz y tolerancia se sucedieron hoy en la localidad de Ansbach, en el sur de Alemania, tras el atentado suicida cometido el domingo por un solicitante de asilo sirio, mientras la derecha radical confía en sacar rédito del miedo. 

Una paloma de la paz inspirada en Picasso sobre uno de los accesos al lugar donde más de 2.000 personas seguían esa noche un concierto al aire libre; una pequeña maceta con flores rojas y el letrero "Meinen Hass kriegt ihr nicht" -"No vais a obtener mi odio"-; una concentración de refugiados, para expresar su rechazo al yihadismo. 

Imágenes como éstas salpicaban hoy el casco antiguo de Ansbach, una pulcra ciudad de provincias bávara que, como tantas en la región, debe parte de su prosperidad al turismo. 

El precinto policial que desde la madrugada del domingo y hasta anoche impedía el acceso al lugar de los hechos fue retirado ya, lo que permitía a cualquiera que se acercara calibrar en lo que podría haber derivado el ataque del suicida, de haber accedido -como pretendía- a esa plaza. 
No tenía entrada para el concierto y detonó fuera el artefacto explosivo que llevaba en su mochila, provocando quince heridos. 
A unos doscientos metros de la concentración que protagonizó hoy un pequeño grupo de refugiados, algunos procedentes del albergue donde vivió Mohamed Doleel, el sirio de 27 años que sembró el terror, un militante de Freie Wähler ("Electores libres") reparte octavillas con la frase "Es reicht" ("Ya basta"). 
Esta agrupación política local, con notable impacto en Baviera, se sitúa a la derecha de la conservadora Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), partido hermanado a las filas de la canciller Angela Merkel y fuerza dominante en Baviera desde hace décadas. 
El militante acude solo; sus octavillas son de fabricación casera, aunque con el logotipo de su partido, que tiene dos concejales en Ansbach. La frase del "Es reicht" es la misma que la líder del partido derechista Alternativa para Alemania (AfD), Frauke Petry, colgó en su cuenta Twitter tras el atentado. 
AfD es ahora la fuerza efervescente de la derecha radical alemana, precisamente como aglutinante del voto contra la llegada de refugiados. 
"Ansbach confirma que la migración trae terrorismo. Asqueroso y vomitivo. Irresponsables quienes quieren una sociedad multiétnica", escribió un líder local de ese partido, André Poggerburg, en un mensaje ya eliminado de su cuenta. 
"La buena noticia es que somos muchos. No pueden echarnos, ni siquiera odiarnos a todos", comenta con cierto humor negro a Efe Raschid, joven argelino residente en Ansbach y que afirma que no es refugiado, sino que nació en Múnich. 
Las cosas "no son fáciles para nosotros estos días", admite, más en serio, antes de tomar por el hombro a un compañero y marcharse en dirección a un bar junto a la estación donde trabajan. 
Cada uno lleva colgando una mochila casi vacía: "llevamos lo justo, en cuanto abulta un poco más la gente se aparta asustada", dice para añadir que, con todo, la vida en Ansbach es agradable. 
Por Baviera, un "Land" identificado con el conservadurismo y la prosperidad económica, ingresó la mayor parte del 1,1 millones de peticionarios de asilo que recibió Alemania el año pasado. 
Ansbach, con 40.000 habitantes y con un 12 % de población de origen extranjero, tiene acogidos unos 1.800 peticionarios de asilo en la comarca. 
Es, según Dorothée Winke, profesora de alemán en un albergue de acogida de la región, una de tantas ciudades bávaras, ordenadas y sin graves problemas sociales, donde la integración de estos colectivos debería ser un éxito. 
"Todos aquí tienen un interés fuerte en no quedar estigmatizados como la ciudad donde se produjo el primer atentado suicida yihadista de Alemania", comenta. 
Con ese "todos" alude tanto a los múltiples cafés y cervecerías que abrieron hoy de nuevo sus terrazas a la espera del cliente, como al ciudadano común y, por supuesto, a esos 1.800 peticionarios de asilo, de los cuales una pequeña representación salió hoy a expresar su rechazo, junto a Müller y otra compañera y bajo la paloma inspirada en Picasso. EFE gc/nl

La Verde Colina en taca-taca


Bayreuth, en formato via crucis 

Gemma Casadevall

Bayreuth (Alemania), 26 jul (EFE).- El Festival Richard Wagner de Bayreuth adoptó en la presente temporada aires de via crucis, con el estreno de un "Parsifal" envuelto en neurosis religiosas y marcado por el miedo a atentados terroristas extendido por toda Baviera. 



Un Anfortas crucificado -el británico Ryan McKinny- y el desfile de wagnerianos de todo el mundo subiendo a pie por la Verde Colina -el dispositivo de seguridad impedía el acceso en coche hasta la puerta del teatro- fueron las imágenes de la apertura, el lunes, en lo escénico y lo más mundano. 
El "Parsifal" concebido por Uwe Eric Laufenberg, con Harmut Haenchen a la batuta, no era pieza fácil y tenía perfil de solución de urgencia después de que quedaran apeados de la producción los nombres de Jonathan Meese, como director escénico, y de Andris Nelsons, como maestro. 
Era el único estreno de la temporada en Bayreuth, que repone a partir de hoy el "Anillo del Nibelungo" de Frank Castorf y luego el "Tristan" De Katharina Wagner, biznieta del compositor y directora del festival. 
McKinny estableció su particular duelo de voces con Klaus Florian Vogt -Parsifal-, con una representación de Anfortas perseguido por crucifijos, aunque el vencedor de la noche fue un tercero, Georg Zeppenfeld -Gurnemanz-. 
Laufenberg situó la ópera de Wagner en algún lugar de la frontera entre Irak, Siria y Turquía, entre soldados armados hasta los dientes como los que patrullan por Oriente Medio y refugiados como los que huyen de la guerra hacia Europa. 
El mensaje que parece querer dar el director escénico a su "Parsifal" es el de la humanidad como única redención posible frente a las religiones confrontadas. 
La redención es el eje de esa ópera, la última que compuso Wagner, estrenada en ese mismo teatro en 1882 con el deseo expreso por parte del compositor de que solo se representara ahí. 
El baño de sangre y crucifijos de Laufenberg discurre entre alusiones a otros monoteísmos, incluido el Islam, lo que de antemano hizo que se etiquetara a la producción de controvertida. 
A ello apunta la escena inicial del segundo acto, con las jóvenes encargadas de robarle la "pureza" a Parsifal convertidas en mujeres prisioneras de su velo islámico, hasta que pasan a ser piezas de un harén en el desierto. 
Al final, las ovaciones mayores fueron para la batuta veterana de Haenchen, que asumió el desafío de llenar el hueco dejado a última hora por Nelsons, y para las voces -tanto del héroe local, Vogt, como para Elena Pankratova, como Kundry.
Los wagnerianos se tomaron con espíritu valiente lo de subir la cuesta andando o dando un rodeo por los jardines -"por aquí subieron andando también reyes y poderosos desde Luis II de Baviera", comentaba Maximilian Hoffner, octogenario y asiduo a Bayreuth, apoyado en un bastón. 

"No importa lo que quieran representar aquí los creadores de hoy. Wagner y su música siempre acaban imponiendo su ley", añadía, en alusión al provocador "Anillo" de Castorf, abucheada en su estreno, dos años atrás, y ahora adoptado como una especie de chiste pasajero por el público de Bayreuth. 
Otro Max varias décadas más joven -Maxwell-, procedente de Estados Unidos y acompañado de varios amigos, acudió por primera vez a Bayreuth y se tomó con menos resignación las restricciones. 
"Ni alfombra roja con los seres extravagantes locales, ni Angela Merkel... No es lo prometido", decía, para juzgar a continuación exageradas las medidas de seguridad especiales adoptadas para este año y que incluyeron la supresión de algunos lujos, además de la ausencia de políticos destacados que nunca se perdían un estreno. 
Al Max americano le parecía exagerada tanta medida de seguridad, pese a explicársele que justo esta semana Baviera estuvo sacudida por tres ataques -el de un refugiado afgano en un tren regional, el tiroteo mortal de Múnich y el atentado suicida en Ansbach- 
Su tocayo alemán no extrañaba ni la presencia de líderes ni otros fastos -"yo no vengo de safari fotográfico, sino a escuchar a Wagner al único teatro del mundo creado exclusivamente para sus óperas". EFE gc/fpa

Tiembla el próspero "Land"

Baviera, en estat de pànic

Un sirià de 27 anys, d'Alep i a punt de ser expulsat a Bulgària, va posar Alemanya a les portes de l'escenari més temut pel país, que l'any passat va rebre 1,1 milions de sol·licitants d'asil. Va ser a Ansbach, una ciutat petita, a menys d'una hora en tren de Nuremberg i on hi ha, a més, una base de l'exèrcit nord-americà. Se celebrava una festa a l'aire lliure, amb més de 2.000 persones, a la qual el noi sirià no va poder accedir perquè no tenia entrada.

Va decidir aleshores suïcidar-se a l'accés de la festa fent esclatar la bomba de fabricació casolana que duia en una motxilla. El resultat van ser quinze ferits, a més de la seva mort, rebentat per la metralla que duia al damunt. Si hagués accedit a la festa, el balanç hauria pogut ser molt diferent. Hi ha indicis clars d'atemptat islamista, va assenyalar el ministre de l'Interior bavarès, Joachim Herrmann, la mateixa matinada de diumenge a dilluns, hores després que la festa es tanqués de sobte, enmig del pànic per l'esclat de la bomba. Malgrat tot, es van poder evacuar els assistents de manera més o menys ordenada. És la tercera vegada, en menys d'una setmana, que el ministre bavarès ha d'informar els seus conciutadans d'atacs perpetrats per residents amb arrels estrangeres.

Dos dels quals eren refugiats: l'atacant afganès de 17 anys de la destral, que dilluns va causar cinc ferits greus abans de ser mort per la policia, a més del sirià d'Ansbach. El tercer i més mortífer, un noi de 18 anys d'origen iranià, que havia crescut al país i que va matar nou persones en un tiroteig en un centre comercial de Munic, abans de suïcidar-se. En el seu cas, no hi ha vincles gihadistes coneguts.

Tant el refugiat afganès de 17 anys com el sirià de 27 van deixar, en canvi, un vídeo en què s'anomenaven “soldats” gihadistes. No hi ha proves que actuessin a les ordres d'Estat Islàmic (EI), però tot indica que, si més no, ho van fer identificats amb el terrorisme islàmic. El jove afganès sembla que no tenia motius per témer ser expulsat d'Alemanya, perquè sí que havia estat admès i se'l considerava, a més, un refugiat “integrat” i amb perspectives de quedar-se. Al sirià, en canvi, li havien denegat la petició d'asil un any enrere perquè estava prèviament registrat com a refugiat a Bulgària. Teòricament, en un termini de 30 dies el podien expulsar a aquest país. En vista d'aquesta situació, potser desesperada, va optar per venjar-se del país on havia estat vivint en situació de “tolerat”, un any sencer. Ho va fer en nom d'Al·là, segons el vídeo difós per l'agència Amaq, propera a EI, que, per la seva banda, va assegurar que era un dels seus “soldats”. El ministre federal de l'Interior, Thomas de Maizière, va dir que no es decidirà cap modificació de les lleis d'asil o d'immigració fins que no s'acabin les investigacions sobre els incidents.



Merkel, de nou sota la pressió del soci bavarès

G. C. S.


Els fets viscuts aquests dies a Baviera no han fet sinó tensar la corda entre la cancellera Angela Merkel i els seus agermanats socis de la Unió Socialcristiana de Baviera (CSU). Aquest partit, que governa el land més pròsper i conservador del país, feia mesos que reclamava a la cancellera que frenés l'entrada de refugiats. Val a dir que la gran majoria del milió llarg de refugiats que han entrat
a Alemanya enmig de la crisi migratòria ho han fet a través de Baviera, al sud del país. Ahir, mentre el ministre de l'Interior bavarès, Joachim Herrmann, tornava a comparèixer davant dels mitjans per, aquest cop, assenyalar directament el terrorisme islàmic amb relació al sirià que es va immolar amb explosius a l'entrada d'una festa a l'aire lliure, el seu col·lega del govern de Merkel, Thomas de Maizière, demanava no deixar-se arrossegar per la sospita generalitzada sobre els refugiats. 

lunes, 25 de julio de 2016

Un Open Air vetado al refugiado

Ansbach, una ciudad bávara sacudida por un suicidio yihadista que pudo ser matanza


Gemma Casadevall






Ansbach (Alemania), 25 jul (EFE).- La ciudad bávara de Ansbach (sur) quedó sacudida por la explosión provocada por un suicida sirio de 27 años, que podría haber derivado en una matanza si éste hubiera logrado su objetivo: acceder a un concierto al aire libre con miles de asistentes. 
El corazón del casco antiguo de esa localidad de apenas 40.000 habitantes, a 40 kilómetros de Nuremberg, aparecía hoy cruzado por cordones policiales en las inmediaciones de la plaza donde ayer la banda pop alemana "Joris" actuaba ante 2.500 aficionados, último día de su Festival Open 2016. 
Una detonación a las 22.10 hora local (20.10 GMT) puso fin a la fiesta, entre escenas de pánico que afortunadamente no contribuyeron a agravar la situación, por lo que hasta ahora se sabe. 
"Hemos estado muy, muy cerca del baño de sangre que todos temen en Alemania", comentó a Efe Julius Dreichmeier, un panadero de 35 años, indicando el cruce de calles donde ayer pretendió acceder al recinto el presunto atacante, que además de provocar su propia muerte dejó 12 heridos. 
No logró acceder a la fiesta porque no tenía entrada -"entre 35 y 55 euros costaba el tícket", apuntó el panadero, que sí había estado ahí el día anterior. Según este vecino esa era la cantidad que marcó la diferencia entre una sacudida por un atentado suicida en la ciudad y una tragedia, a saber con cuántas víctimas. 
Ansbach, una bonita población bávara, pero sin mayor resonancia fuera de la región, se convirtió así ayer en el tercer escenario del horror en menos de una semana, los tres en Baviera, tras Würzburg, otra ciudad de provincias y la capital, Múnich. 
En Würzburg se produjo el lunes anterior el ataque del refugiado afgano de 17 años, quien se lanzó sobre los pasajeros de un tren regional con un hacha y un cuchillo, y dejó cinco heridos graves, antes de ser abatido por la policía. 
Probablemente actuó inspirado por la propaganda de Estado Islámico (EI), ya que antes de su ataque había dejado un vídeo en que se declaraba "soldado del califato". 
En Múnich la sacudida fue mucho mayor, con balance de diez muertos -incluido el agresor, un alemán-iraní de 18 años, con transtorno depresivos y obsesionado por baños de sangre como el del noruego Anders Breivik y diversas matanzas en escuelas alemanas. 
En este caso no se han percibido, hasta ahora, indicios de un trasfondo islamista en el joven, crecido en Alemania, del que se supone que llevaba un año preparando lo que al parecer era una venganza por situaciones de acoso escolar. 
Por lo que se conoce hasta ahora del sirio de 27 años, un solicitante de asilo al que habían rechazado su petición el año pasado y que debería haber sido expulsado del país, se apunta a que estaba determinado a quitarse la vida llevándose a varios por delante. 
"Que todo este esté pasando en Baviera es terrible. La presión aquí contra la llegada de refugiados era ya enorme. Ahora nos mirarán de reojo en cuanto nos vean a un par de nosotros juntos, en el metro o en un bar", decía con tristeza un amigo del panadero de madre turca y padre alemán, apodado Dino. 
Baviera, donde gobierna desde hace décadas la conservadora Unión Socialcristiana (CSU), fue el "Land" por el que ingresaron el año pasado la mayor parte de los 1,1 millones de solicitantes de asilo que recibió Alemania. 
El líder del partido y del Gobierno regional, Horst Seehofer, fue también quien más presión ha ejercido desde hace meses sobre la canciller Angela Merkel para que impusiera un tope a la llegada de asilados. 
Su ministro de Interior, Joachim Herrmann, encargado ayer de ofrecer las primeras informaciones policiales, pasadas las 03.00 de la madrugada (01.00 GMT), consideró que el hecho de intentar matar a más personas en la explosión, en las cercanías de un festival de música al aire libre, apunta a un atentado islamista. EFE  gc/ig 

domingo, 24 de julio de 2016

No, no, no la moverán

Merkel defensa l'acollida de refugiats malgrat els atemptats

Iraní de sangre aria


La bandada del llop Breivik

El túnel de Duisburg


362.000 firmas piden justicia para las víctimas de la Loveparade, seis años después


Gemma Casadevall

Duisburg (Alemania), 24 jul (EFE).- Los familiares de los 21 jóvenes muertos hoy hace seis años en la Loveparade de Duisburgo (oeste de alemania) han recogido 362.160 firmas para pedir justicia para las víctimas, a los que han recordado en una ceremonia marcada por el dolor y la rabia. 
"Estar aquí es sentir de nuevo el hachazo en el pecho que recibimos cuando nos dijeron que Clara había muerto en una fiesta a la que ni sabíamos que había acudido", explicó a Efe Paco Zapater, padre de una de las dos españolas de 22 años muertas ese día. 
Este abogado de Tarragona y su esposa Nuria, así como Faustino Acosta y su mujer, Agustina -los padres de Marta, de Cambrils, en esa misma provincia española-, acudieron un año más al lugar donde perdieron a sus hijas, el 24 de julio de 2010. 
"Este año es incluso peor. Hasta ahora creímos que responderían ante la justicia alemana los responsables de la tragedia. En marzo supimos que no habrá tal juicio", cuenta, a su lado, su mujer. 
La Audiencia de Duisburgo rechazó la acusación de la Fiscalía contra diez presuntos responsables de la organización, lo que impulsó a las familias a recoger firmas exigiendo un proceso. 
"La iniciativa partió de Gabi (Müller), la madre de un muchacho alemán que, como nuestras hijas, murió aprisionado en la ratonera de ese túnel", prosigue la madre de Clara Zapater, en alusión al acceso al recinto para la macrofiesta donde se originó la tragedia.
Entre todas las familias de las víctimas se reunieron las firmas, que entregarán en la Audiencia Territorial de Düsseldorf para pedir que se atienda al recurso contra la decisión del pasado marzo. 
Esto será mañana. Este domingo, los Zapater y las restantes familias se reencontraron en Duisburgo, algunas de ellas llegadas de lugares remotos -hubo víctimas de Australia, China, Italia y Holanda, además de las alemanas y las dos españolas-. 




Como cada año, la ceremonia se celebró junto a la rampa por la que los jóvenes aprisionados trataron de huir de la trampa en que se había convertido el túnel, único acceso al recinto previsto para una fiesta multitudinaria, al quedar taponada su salida. 
El monumento de acero, en forma de escalera, que se colocó en ese lugar el pasado año quedó completado este domingo por unas placas de cerámica, encargadas por las familias españolas en un taller de Madrid, con las fotografías de las víctimas. 
Fue una ceremonia silenciosa, reservada a las familias, tras la cual se abrió el lugar a los ciudadanos para que depositaran flores, velas encendidas y otros recordatorios. 
"No tengo palabras para decir lo que siento. Frustración, indignación, hasta ira", comentó a Efe Saskia, una alemana de 25 años, asistente a la fiesta hace seis años atrás, que no estuvo entre los más de 600 heridos ni perdió a nadie ese día, pero que como los padres de Clara y Marta no entiende que no se haga justicia. 
La Audiencia de Duisburgo rechazó abrir juicio por considerar inconsistentes las pruebas presentadas por la acusación y entre críticas al informe elaborado por el experto británico Keit Still.
La decisión de no abrir juicio contra los diez acusados -seis empleados de la administración local de Duisburgo y cuatro responsables de la empresa organizadora- por homicidio imprudente y lesiones fue un golpe para las familias, también para Saskia. 
La Fiscalía de Duisburgo, que está trabajando en una nueva formulación de la demanda, había presentado su acusación en 2014, tras más de tres años y medio de investigaciones, y argumentaba que hubo fallos tanto de planificación como en las medidas de seguridad. 
A su juicio, los responsables debían haber sabido que la estrechez de las vías de entrada al lugar eran insuficientes para dar entrada a los 445.000 asistentes previstos, por lo que el evento nunca debería haber sido autorizado. 
Duisburgo acogía ese año por primera vez la macrofiesta del tecno, nacida en Berlín más de una década atrás y que, tras haber alcanzado cifras récord de hasta un millón de cuerpos danzantes en la capital alemana, había entrado en cierta decadencia. 
El entonces alcalde, Adolf Sauerland, vio en la fiesta una oportunidad de atraer visitantes a Duisburgo, una de tantas ciudades de la cuenca del Ruhr, antiguo corazón minero de Alemania, sin demasiados atractivos y más que endeudada. 
La idea terminó en catástrofe, entre acusaciones por el cúmulo de negligencias de la organización. 
Sauerland se negó a dimitir, pero dejó el cargo en 2012 tras un referéndum en que una amplia mayoría de sus conciudadanos se pronunciaron por su cese por su responsabilidad en la tragedia. EFE 
gc/cr

(foto) (vídeo) (audio)


sábado, 23 de julio de 2016

No fue un cumple cualquiera




Breivik, cinc anys després


  • El príncep Haakon Magnus de Noruega i la primera ministra dipositen flors en memòria de les víctimes de Breivik

David, el cachorro iraní



El atacante de Múnich, más cerca de la locura de Breivik que del yihadismo


Gemma Casadevall

Berlín, 23 jul (EFE).- El autor del tiroteo de Múnich, con un balance de diez muertos incluido el atacante, actuó al parecer inspirado en baños de sangre como el causado por el noruego Anders Behring Breivik, en lo que tal vez fue un acto de locura, pero de efectos devastadores semejantes al fanatismo extremista. 
La coincidencia del ataque de ayer en el centro comercial con el quinto aniversario del doble atentado cometido en Oslo y en la vecina isla de Utøya hizo pensar que el joven alemán-iraní era una especie de cachorro de ese "lobo solitario", que acabó con la vida de 77 personas. 
"Cuando alguien se interesa de forma tan intensa por ataques masivos, seguro que Breivik también ha desempeñado un papel", afirmó hoy el jefe de la Policía de Múnich, Hubertus Andrä, quien en la madrugada anterior ya había apuntado que no había el menor indicio de un trasfondo yihadista en la matanza de Múnich. 
El joven alemán-iraní, de 18 años, nacido en Múnich y que, según las investigaciones en curso, sufría transtornos depresivos y estaba obsesionado por la violencia, tenía en su habitación abundante material sobre matanzas y baños de sangre sin trasfondo político. 
El asesino en masa noruego, en la cárcel con una condena a 21 años prorrogables de forma indefinida, sí actuó movido por el fanatismo islamófobo y mesiánico, plasmado en el "Manifiesto" de más de 1.000 páginas que colgó poco antes de sus atentados en internet. 
El quinto aniversario del doble atentado parecía destinado a no ser uno más en la secuencia de las anteriores ceremonias anuales en recuerdo de esas víctimas, en su mayoría adolescentes entre 14 y 19. 
Europa vive inmersa en la alarma generalizada tras los atentados de los últimos meses en Bruselas, París o Niza, mientras crece en Alemania el temor a ser el siguiente objetivo, sea de tramas terroristas o de acciones de otros lobos solitarios. 
Baviera y el resto del país seguía ayer conmocionada por el ataque provocado por un refugiado de 17 años, abatido por la Policía tras herir con un hacha y un cuchillo a varios pasajeros de un tren regional bávaro. 
"La ideología de los terroristas puede ser diferente. Pero en todos ellos hay un lenguaje común: la violencia y el odio", dijo la primer ministra noruega, Erna Solberg, en el acto institucional en recuerdo de las víctimas de Breivik ayer viernes. 
En el joven de Múnich no hay rastros de fanatismo yihadista, pero sí de afinidades con el odio ciego de Breivik. 
Al margen de la coincidencia con el aniversario del doble atentado en Noruega, la matanza del centro comercial de Múnich parece inscribirse en la serie de baños de sangre cometidos por jóvenes como él, también en Alemania. 
En su habitación tenía un libro titulado "Amok, porque matan los estudiantes", término adoptado del malayo y que significa "ataque de locura homicida". 
Según fuentes de la investigación citadas por medios locales, era aficionado a los vídeojuegos violentos, tenía problemas escolares y glorificaba a Tim Kretschmer, un joven de 17 años que, en 2009, irrumpió armado en su antiguo colegio en la localidad de Winnenden (suroeste de Alemania), donde empezó una matanza que le costó la vida a 15 personas. 
Kretschmer acabó suicidándose acorralado por la Policía, tras una huida de 40 kilómetros, vestido con un uniforme paramilitar y armado con la pistola Beretta con la que había asesinado a sangre fría a nueve estudiantes y seis profesores. 
Su precedente directo tuvo lugar en 2002 en otra escuela alemana, en Erfurt (este), donde otro exalumno irrumpió armado en su colegio y mató a 16 personas, para suicidarse finalmente en una de las aulas. 
Los autores de esas dos matanzas alemanas eran hijos de buena familia, fascinados por las armas y la violencia. Ya entonces, en medio de la conmoción nacional por lo ocurrido en Winnenden, el presidente del país, Johannes Rau, advirtió del peligro de "imitadores". EFE  gc/nl/cr

De madrugada, en la Reinhardstrasse


23.07.2016  01:31 utc   TRIBUNALES


Tiroteo de un germano-iraní de 18 años activa alarma antiterrorista en Múnich
Berlín, 23 jul (EFE).- El tiroteo protagonizado por un germano-iraní de 18 años, sin antecedentes penales y residente en Múnich, provocó este viernes un total de diez muertos, incluido el agresor, e hizo activar la alarma antiterrorista en la capital de Baviera. 
El cuerpo del joven, que usó una pistola, fue hallado en una calle aledaña del centro comercial donde se produjo el tiroteo, con signos claros de suicidio, informó en rueda de prensa el jefe de la Policía muniquesa, Hubertus Andrä, para añadir que se desconocen totalmente los motivos de su ataque. 
Además de los nueve muertos en el tiroteo, hubo 21 heridos de diversa consideración, entre ellos algunos niños; 16 siguen ingresados y tres están en estado grave. 
"De momento no vemos ninguna similitud", respondió el mando policial al ser preguntado sobre paralelismos con el atentado cometido el lunes por un refugiado afgano de 17 años que, inspirado en la propagada yihadista, atacó con un hacha y un cuchillo de los pasajeros de un tren regional, con un balance de cinco heridos. 
La policía, recalcó Andrä, trabaja sobre un tiroteo y no puede avanzar si se trata de un atentado o de acto de locura porque desconoce los motivos del joven, cuyo entorno está siendo investigado. 
El ataque se produjo sobre las 15.50 GMT y mantuvo durante horas en vilo a las fuerzas policiales de la ciudad, hasta que poco antes de las 00.00 GMT del sábado se desactivó la alarma. 
El ministro alemán de la Cancillería, Peter Altmaier, había hecho hincapié en que se investigaba en todas direcciones, sin descartar ni un ataque ultraderechista ni un atentado yihadista, pese a no existir indicios en esa dirección. 
Poco después del tiroteo un portavoz policial había indicado asimismo que éste se había abordado como un atentado terrorista porque los testigos informaron de que el ataque había sido perpetrado por tres personas con armas largas. 
Andrä indicó finalmente, una vez esclarecida la situación, que se investigó a dos personas que habían huido a toda velocidad en un automóvil de la hamburguesería donde comenzó el ataque, pero que luego se comprobó que no tenían nada que ver con éste. 
La activación de la alerta antiterrorista se decidió ya que permite disponer de los efectivos de todos los cuerpos policiales, incluido el cuerpo de elite GSG-9, creado en 1972 tras la toma de rehenes de los Juegos Olímpicos de Múnich. 
A través de Twitter, la policía, que colgó sus mensajes en alemán, inglés, francés y turco, apremió reiteradamente y durante horas a los ciudadanos a que abandonaran los espacios públicos de Múnich y no salieran de casa. 
Asimismo reclamó no difundir en internet fotos ni vídeos de los operativos policiales y pidió que todas las imágenes fueran colgadas en una página web oficial para ayudar a los investigadores. 
El servicio de metro quedó suspendido de inmediato tras el ataque, lo mismo que el resto de transportes públicos, y el servicio no se reanudó hasta que se desactivó la alarma. 
Según explicó Andrä, lo prioritario era garantizar la seguridad mientras reinaba la confusión y llegaban a la policía diversas alertas de otros tiroteos e incluso tomas de rehenes en la ciudad, todas falsas. 
Para facilitar el operativo policial se pidió asimismo a los automovilistas que abandonasen las autopistas en dirección a Múnich, la estación central de ferrocarril quedó evacuada y se suspendió el tráfico ferroviario hacia ella. 
La policía muniquesa estableció un número de teléfono (0800 7766350) para atender las llamadas de los familiares de posibles víctimas o personas desaparecidos tras el tiroteo. 
El centro comercial Olympia se encuentra en una zona residencial algo apartada del centro, a dos paradas de metro del Estadio Olímpico, pero es un sitio concurrido, con un total de 135 establecimientos. 
El tiroteo provocó la alarma general, en un país donde se ha extendido la sensación de que va a ser el siguiente objetivo del terrorismo islámico, tras los recientes ataques de Francia y Bélgica. 
La voz del Gobierno federal, hasta ahora, fue la del ministro Altmaier, en distintas intervenciones desde las televisiones públicas, mientras que para mañana se convocó una reunión del gabinete de emergencia del Gobierno de la canciller Angela Merkel. EFE 
gc-nl-rz/cd 
(foto) (vídeo) (radio)