lunes, 31 de enero de 2022

Meuthen, el bueno

 

La ultradreta d’Alemanya opta per la radicalització

El submarí presidencial

Alternativa per Alemanya (AfD) viu de la provocació. També allà on no té res a pelar, com és el cas de la reelecció de Frank-Walter Steinmeier com a president del país, arribat al càrrec el 2017 com a candidat de consens entre el seu Partit Socialdemòcrata i el bloc conservador de l’aleshores cancellera Angela Merkel.
L’elecció correspon a l’Assemblea Federal, una cambra mixta amb diputats del Bundestag (cambra baixa) i delegats del Bundesrat (cambra alta), amb 1.472 membres. Alternativa per Alemanya hi té 152 vots. Steinmeier té el suport de la coalició del canceller Olaf Scholz entre socialdemòcrates, verds, liberals i de l’oposició conservadora. Però l’AfD va decidir proposar com a aspirant propi Max Otte, cap de la Unió de Valors, un corrent dretà dins de la Unió Cristianodemòcrata (CDU). Un enemic intern de temps passats de Merkel i una provocació per al nou líder del partit, el dretà Friedrich Merz, que s’ha compromès a no tolerar cap apropament cap a l’AfD i a expulsar del partit a qui ho intenti.
La Unió Cristianodemòcrata ha suspès de militància Otte i li ha obert un procés d’expulsió. Això no podrà evitar, però, que l’elecció de Steinmeier, el 13 de febrer, serveixi de retruc de pantalla al submarí ultra del bloc conservador.

sábado, 29 de enero de 2022

Parteitag

Los verdes renuevan su cúpula, ceñidos al compromiso como socios de Scholz

Gemma Casadevall

 Berlín, 29 ene (EFE).- Los Verdes alemanes renovaron su cúpula, dos meses después de situarse sus líderes, Annalena Baerbock y Robert Habeck, al frente de Exteriores y de Economía bajo el canciller socialdemócrata Olaf Scholz, convencidos de pueden llegar a más por la vía del compromiso.
La presidencia bicéfala de los últimos cuatro años, Baerbock y Habeck, se despidió ante los delegados en un congreso virtual y, por tanto, sin los acalorados debates de tiempos presenciales.
Fueron elegidos para sucederles Ricarda Lang, quien con 28 años es la más joven líder en la historia del partido, y Omid Nouripour, germano-iraní y experto en Exteriores. La nueva presidenta obtuvo un 76 % del voto telemático, mientras que su compañero de fórmula superó el 82 % .
Nacido en Teherán en 1975, Nouripour llegó con sus padres a finales de los 80 en Fráncfort y es diputado del Bundestag (Parlamento) desde 2006.
Lang lideró las juventudes de los Verdes y obtuvo su escaño parlamentarios en 2021. Ha sufrido acoso en las redes sociales, sea por sus posiciones políticas, por haber ingresado -como el resto de la cúpula- una prima de 1.500 euros por gastos de la pandemia o simplemente por su sobrepeso.
Ante el congreso, apostó Lang por una "organización realista" y defendió la "gran oportunidad" que significa estar en el gobierno. Nouripour destacó "el sello verde" que su partido estampó en el pacto de coalición con Scholz, fruto del compromiso.
El término "compromiso" fue también el más utilizado por Baerbock y Habeck en su despedida como co-presidentes. "El compromiso forma parte de la vida", sentenció la ministra.
De acuerdo con la norma de los verdes, que impone una separación de cargos partidarios y funciones ministeriales, ambos dejan sus puestos tras haber conducido al partido al mejor resultado de su historia en las elecciones generales de 2011, con 14,8 %.
La designación como candidata a la Cancillería, en marzo de 2021, catapultó a Baerbock al primer puesto en intención de voto. Ese liderazgo virtual se disolvió pronto, en parte por deslices y errores de la candidata, profusamente amplificados en los medios y redes sociales.
"Alcanzamos un resultado histórico, pero no el 25 %", recordó Habeck. El triunfo fue para Scholz, quien con el 25,7 % del Partido Socialdemócrata (SPD) se convirtió en canciller con su tripartido con verdes y liberales.

EQUILIBRIOS O RENUNCIAS

Habeck es vicecanciller y ministro de Energía y Clima, lo que implica el desafío de llevar adelante una revolución energética verde y la puesta al día de una potencia industrial que quedó algo regazada.
Por el momento, ha afrontado a regañadientes la propuesta de la Comisión Europea (CE) que considera "verdes" tanto la energía atómica como el gas natural, en un año en que Alemania completará el apagón nuclear iniciado durante el gobierno roji-verde de Gerhard Schröder -1998/2005-.
Baerbock se ha convertido en la ministra de Scholz más activa y mediática. Ha tenido que hacer equilibrios entre los postulados que defendió en la oposición -como el rechazo al gaseoducto Nord-Stream II y la crítica a Moscú- y el diálogo que ahora representa como jefa de la diplomacia alemana.
El canciller es quien marca las pautas en Exteriores, se le recordó a Baerbock desde Cancillería al asumir el cargo. No obstante, fue ella quien esta semana, desde el Bundestag, condicionó el futuro del gasoducto germano-ruso a las posibles sanciones, en caso de una agresión rusa a Ucrania.
La gran renuncia de los Verdes, sin embargo, se produjo ya antes de sellarse el tripartito, al acceder que el Ministerio de Tráfico fuera para los liberales. Con ello se resignaron a que no se impondrá un límite de velocidad en las carreteras, una aspiración de los Verdes compartida, según sondeos actuales, por una mayoría de los ciudadanos, pero no por el tercer socio de la coalición.

AGRICULTURA, MEDIOAMBIENTE Y FAMILIA

Los Verdes ven estos compromisos como parte de la estrategia que tiene que llevarles a Cancillería tras el primer "ensayo general" de Baerbock. Cinco son los ministerios que dirigen -Agricultura, Medioambiente y Familia, junto a Exteriores y Economía-, además de la secretaria de Estado de Cultura.
En Agricultura empezó a marcar su rumbo Cem Özdemir, un veterano en un partido aún joven, quien en 1994 se convirtió en el primer diputado de origen turco del Bundestag.
Al frente de Medioambiente, Familia y Cultura están tres mujeres -Steffi Lemke, Anne Spiegel y Claudia Roth-, con lo que los Verdes cumplieron el objetivo de la paridad de género, lo mismo que los socialdemócratas de Scholz, aunque no los liberales. EFE  gc

viernes, 28 de enero de 2022

El pacto Putin-Schröder

 Alemanya pressiona amb el gasoducte Nord-Stream 2 en cas d’agressió a Ucraïna

miércoles, 26 de enero de 2022

Casting entre herederos


Scholz i Macron defensen el canal de diàleg amb Rússia

domingo, 23 de enero de 2022

2002

 Un congrés virtual ratifica com a president de la CDU el rival històric de Merkel

Eclipsi total de l’excancellera

Ni un missatge de salutació als delegats, ni un esment a la seva figura per part del nou líder: l’absència d’Angela Merkel al congrés del seu partit va ser total. Un dia abans, Armin Laschet, el president sortint, havia aclarit que no volia ser presidenta honorària, el càrrec que va ocupar Helmut Kohl. Això no era cap sorpresa, ja que Merkel va deixar clar repetidament que no volia cap càrrec un cop retirada. Menys normal és que tampoc acceptés la invitació de Merz a un sopar dissabte, dissenyat per fer farina blana amb la líder històrica, tant a escala alemanya com europea.

viernes, 21 de enero de 2022

El otro emérito

 L’escàndol de la pederàstia esquitxa Ratzinger

Annalena se entrena

 Blinken exhibeix unitat amb els aliats europeus davant la cita amb Lavrov

viernes, 14 de enero de 2022

Justicia universal

 Alemanya condemna a cadena perpètua un torturador sirià

lunes, 3 de enero de 2022

Nein, danke

 



Alemania entra en el irreversible apagón nuclear
Joana Serra
Alemania entró en 2022 bajo el síndrome del próximo -e irreversible- apagón nuclear y la evidencia de que, a la espera del desarrollo de las renovables, sigue supeditada al carbón. Según los planes del tripartito del canciller Olaf Scholz, las renovables representarán para el 2030 el 80 % de la matriz eléctrica alemana.  
Quedan ocho años hasta ese objetivo, a lo que se suma que sigue en suspenso la licencia alemana para que fluya el gas ruso a través de Nord-Stream II. Es decir, el gasoducto ya terminado que, según la ministra de Exteriores alemana, la verde Annalena Baerbock, no puede entrar "por el momento" en servicio por razones de seguridad y por no adaptarse a la regulación europea.
Tres de las seis últimas centrales nucleares alemanas quedaron desactivadas el 31 de diciembre; las restantes lo harán en lo que queda de año, de acuerdo a la hoja de ruta marcada en 2011, en la segunda legislatura de Angela Merkel.
Hay que recordar que esa decisión se adoptó bajo el impacto de la catástrofe de Fukushima. La propia Merkel había ralentizado el apagón en el inicio de ése, su segundo mandato, entonces con los liberales como aliados.
Tras la sacudida de la planta atómica japonesa, la canciller recuperó y aceleró un acuerdo "heredado" de su antecesor, el socialdemócrata Gerhard Schröder. Al llegar éste al poder, en 1998, con los Verdes como aliados, incluyó en su pacto de coalición el adiós gradual la energía atómica.
Tres años más tarde, en 2001, el objetivo quedó plasmado en el pacto con la industria energética. Se contemplaba entonces un horizonte de hasta 32 años para el cierre de la última central.
Merkel asumió esa hoja de ruta al convertirse en canciller con los socialdemócratas como aliados, en 2005; luego alargó los plazos en su segundo mandato con los liberales, para terminar acortándolos de nuevo tras la catástrofe de Fukushima.
El trayecto en zigzag del apagón afectó la transición hacia las renovables. Cuando Schröder y los verdes pactaron su adiós atómico, esa fuente suministraba un 30 % del total del consumo energético alemán, mientras que el 52 % provenía del carbón y el 8 % de las renovables.
Ahora la energía atómica representa el 12,5 %, mientras que las renovables rondan el 50 %. Se ha invertido el reparto. Pero sigue sin ser suficiente para garantizar el suministro, habida cuenta que, además del apagón nuclear, se acordó el adiós al carbón.
Los planes del último gobierno de Merkel establecieron la fecha del 2038 como plazo para el adiós al carbón. El actual tripartito se propone acelerarlo, lo que precisará inversiones de miles de millones en la "revolución industrial" hacia una energía verde.
El desarrollo de las renovables, principalmente energía eólica o solar, debe cambiarle la cara a Alemania. Es uno de los puntales del pacto suscrito por el socialdemócrata Olaf Scholz con los Verdes y con los liberales -el partido identificado con los intereses del ámbito económico-.
Responder al reto corresponde en primera línea a los Verdes, de nuevo socio de un gobierno federal tras los 16 años en el poder de Merkel, sea en gran coalición o alianza con los liberales.
Vuelven a las funciones gubernamentales en un momento decisivo. De acuerdo a la hoja de ruta, el 31 de diciembre salieron de la red la central de Grohnde (centro), la de Brockdorf (norte) y Grundremmingen (suroeste). Para cuando termine 2022 lo habrán hecho las de Neckarshaim 2, Isar 2 y Gundremingen C (sur).
Alemania será la primera potencia europea sin energía atómica, una fuente irrenunciable para Francia, mientras que Finlandia ha activado su quinto reactor nuclear, el más potente de Europa.
París defiende que es una energía imprescindible para cumplir los objetivos de reducción de emisiones. Berlín, que no suele contrariar a su socio en casi nada, recuerda el lastre inextinguible que dejan sus residuos y el alto riesgo que entrañan su transporte y plantas.
"El abandono de la energía atómica es irreversible", afirmó estos días la ministra de Medioambiente, la verde Steffi Lemke. Su correligionario, el vicecanciller y superministro de Economía y el Clima, Robert Habeck, admitía por otro lado que Alemania de momento no podrá cumplir los objetivos de reducción de emisiones -como también admitió en su momento Merkel-.
El problema no es tanto el reducto del 6 % que depende aún de las últimas centrales atómicas, sino que las renovables no han obtenido el desarrollo necesario para substituir al carbón. Al superministro Habeck, líder de los Verdes, le corresponde buscar remedios. De antemano ha advertido no ocurrirá en dos o tres años, sino que se precisarán al menos dos legislaturas.

sábado, 1 de enero de 2022

2022

Scholz, ante un complejo G7 y varios desafíos electorales

Gemma Casadevall



Berlín, 1 ene (EFE).- Alemania entra en 2022 al frente de la presidencia de turno del G7, el primer gran desafío global para el canciller socialdemócrata Olaf Scholz y su tripartito con verdes y liberales, a un mes de haber alcanzado el poder.
Rusia seguirá fuera del foro de las siete potencias -Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Estados Unidos, Japón y Canadá-, como ocurre desde 2014, a raíz de la anexión de Crimea, territorio ucraniano.
Un regreso al formato G8 -o sea, G7 más Rusia- "no está en la agenda", según consta en la página web del Gobierno alemán y ha repetido estos días su ministra de Exteriores, la verde Annalena Baerbock.
No solo porque sigue vigente el motivo de esa exclusión, sino también por la máxima tensión entre Moscú, Washington y el conjunto de la UE, que amenazan con "responder con contundencia" si Rusia se anexiona más territorio ucraniano.
El escenario elegido por el ejecutivo alemán para la cumbre del G7 es el mismo donde se celebró la última reunión de los líderes de grupo bajo presidencia alemana, en 2015: el palacio bávaro de Elmau, vecino a la estación invernal de Garmisch-Partenkirchen.
De esa cita quedaron las imágenes icónicas de la entonces canciller, Angela Merkel, explicándose ante el presidente de EEUU, Barack Obama, sentado de espaldas a la cámara, con los brazos extendidos sobre un banco y el espléndido paisaje bávaro al fondo.
Los dos "líderes del mundo libre" -como se llamaron el uno al otro- pasaron a la retaguardia. Ni Scholz ni Joe Biden tienen, hasta ahora, el impacto mediático de sus predecesores.
Pero al margen de cuestiones de imagen, está claro que la presidencia alemana tiene ante sí muchos conflictos candentes, donde es difícil apuntarse un éxito.
Alemania toma el relevo de Reino Unido en unos momentos en que la atención sigue dominada por una pandemia aparentemente menos letal, pero que amenaza saturar la sanidad pública incluso de las potencias industriales que forman el G7.
Los ejes de la agenda son, junto con la lucha contra la covid-19, la crisis climática y la defensa del multilateralismo, desde la perspectiva del G7. Es decir, su papel de estandartes de las democracias occidentales, contrapeso a China y Rusia.
La presencia de los Verdes en el tripartito dará peso al combate climático. El partido ecologista, más proclive a la advertencia que a la euforia, ha arrancado admitiendo que Alemania va demasiado rezagada como para lograr éxitos inmediatos.
Merkel reconoció ya en su última legislatura que Alemania no cumpliría el objetivo de reducción del 40 % para 2020, a lo que siguió un nuevo plan, más ambicioso, para lograrlo en un 55 % para 2030. El pacto de coalición de Scholz sube ahora el objetivo de reducción al 65 %.
Sin embargo, el propio vicecanciller y ministro de Economía y Clima, el verde Robert Habeck, afirmó estos días, en declaraciones al semanario "Die Zeit", que tanto en 2022 como en 2023 no se podrán cumplir aún los objetivos marcados.

UN AÑO PARA AFIANZAR LA SOCIALDEMOCRACIA

Scholz se comportó como un vencedor contenido, tanto al imponerse en las elecciones generales de septiembre de 2021 como al ser investido canciller, el 8 de diciembre.
El calendario electoral de este 2023 será un test de resistencia para su Partido Socialdemócrata (SPD). En febrero se someterá a su reelección el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, un socialdemócrata, aunque formalmente dejó en suspenso su militancia al asumir el cargo, en 2017.
La elección corresponde a la Asamblea Federal, integrada por los diputados del Bundestag (cámara baja) más los representantes del Bundesrat (cámara alta) y otros delegados de los "Länder". La actual correlación de fuerzas favorece a Steinmeier, que tiene ya el respaldo explícito del Partido Liberal (FDP).
Más complejos se presentan los cuatro comicios regionales del año: hay convocadas elecciones en el Sarre (oeste), en Schleswig-Holstein (norte) y en Renania del Norte-Westfalia (oeste), los tres gobernados por los conservadores, además de en Baja Sajonia (centro), de dominio socialdemócrata.
La principal batalla se librará en mayo en Renania del Norte-Westfalia, el "Land" más populoso del país y del que partió Armin Laschet, el aspirante a suceder a Merkel que hundió al bloque conservador en su peor resultado histórico.
El SPD aspira a recuperar un "Land" que fue feudo histórico del partido. Para los conservadores es fundamental defenderlo, lo que corresponderá tanto a su actual jefe regional, Hendrik Wüst, como al nuevo líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y exrival histórico de Merkel, el derechista Friedrich Merz. EFE   gc/egw/amg 

Reencuentro con Bea

 Francia anticipa «semanas difíciles» por ómicron


B. JUEZ / J. SERRAParís / Berlín

El presidente francés anticipó en su discurso de Año Nuevo que vienen «semanas difíciles» en la lucha contra la variante ómicron en Francia, aunque mostró su esperanza de que 2022 sea el año del fin de la pandemia de covid-19. «Las semanas que vienen serán difíciles, todos lo sabemos: el virus circula y circulará cada vez más», dijo Macron. El presidente advirtió de que, debido a lo contagiosa que es la variante ómicron, los franceses verán muchas de las actividades de la vida diaria «desorganizadas». Y aseguró que el Gobierno velará por «la continuidad de los servicios públicos y de la nación».

En la lucha contra el virus, Macron reiteró la importancia de la vacunación. E instó a los cinco millones de franceses no vacunados a ponerse la inyección contra el covid-19. Actualmente, 53 millones están totalmente vacunados y 24 millones han recibido la dosis de refuerzo. No obstante, lanzó un mensaje de optimismo sobre 2022 y los próximos años. El presidente galo confía en que 2022 sea «el año de salida de la epidemia».

El presidente recordó a los 123.000 fallecidos en Francia por covid-19 desde que comenzó la pandemia hace dos años y agradeció a médicos y enfermeros por su incansable combate contra el virus. Además, confirmó que, a pesar de la pandemia, las elecciones presidenciales de abril y las legislativas de junio tendrá lugar tal y como está previsto.

«Más rápidos que el virus»

En Berlín, el socialdemócrata Olaf Scholz se estrenó en el tradicional mensaje de Año Nuevo como canciller alemán. De pie y en traje oscurso, pero con un discurso muy parecido al que habría transmitido su predecesora, Angela Merkel. Pidió cohesión social, respeto y solidaridad frente a la pandemia. Y velocidad, en la lucha contra el virus.

Por primera vez en 16 años no era Merkel, con una de sus chaquetas en uno de sus colores preferidos y sentada ante su escritorio, quien se dirigía a la ciudadanía. Sin embargo, como todo lo que ha envuelto el relevo en el poder alemán, dominó la continuidad.

En su último mensaje, Merkel advirtió que se estaba ante un invierno duro. En esos momentos, Alemania estaba en máximos diarios de víctimas mortales –1.129, ese 31 de diciembre de 2020–. La esperanza estaba depositada en la primera vacuna europea, que además partía de Alemania y que había sido desarrollada por el matrimonio de científicos Ugur Sahin y Özlem Türeci, fundadores de BioNTech.

Un año después, Alemania vuelve a estar con la incidencia en alza, aunque sin esas dramáticas cifras de muertos. «Tenemos que ser más rápidos que el virus», insistió Scholz, en unos momentos en que media Europa está expuesta a caer bajo el dominio de ómicron.

La sociedad alemana «no está dividida», aseguró Scholz, con el argumento de que «la inmensa mayoría» de los ciudadanos actúan con responsabilidad frente al covid. Sus deseos para 2022 se resumían en dos palabras: «respeto y solidaridad».