viernes, 31 de marzo de 2023

A cuatro manos, pero en portada

La primavera del descontento en Europa: ¿qué está pasando en Francia, Alemana, Portugal y Reino Unido?




10,5 %, la cifra que paraliza Alemania


Marina Ferrer

Apenas un decimal separan el nivel máximo de inflación alcanzado el pasado octubre y el aumento salarial que el sindicato del sector público alemán, Ver.di, reclama para los 2,5 millones de trabajadores del sector. Un 10,4 %, para ese reciente repunte de precios, frente al 10,5 % de la reivindicación sindical. La defensa de ese porcentaje paralizó el pasado lunes los trenes, aeropuertos y transporte público de buena parte del país. No solo lo reclama Ver.di para los empleados del transporte de pasajeros, sino también para el personal de servicios de limpieza municipales, clínicas, geriátricos o guarderías contratados por los poderes públicos.

Una reinvindicación sensata, ya que correspondería casi milimétricamente al ajuste anual de sus salarios de acuerdo al nivel de la inflación. Pero que puede llevar al siguiente estallido no solo social, sino también económico en la primera potencia del bloque comunitario que, si finalmente logra esquivar la recesión, será por los pelos.

Hasta ahora, la rabia de los trabajadores en lucha no se ha plasmado en caos, barricadas ni montañas de basura acumuladas en las calles. Las imágenes de la huelga de advertencia a escala nacional, que seguía a muchas anteriores jornadas de paros puntuales, etc, correspondían a estaciones y terminales de aeropuertos desiertos como no se vieron ni durante las restricciones viajeras por la covid.

Pero la lucha por ese porcentaje va más allá de las muchas negociaciones entre patronal y sindicatos que acaban encontrándose en algún decimal intermedio.

Alemania es una potencia industrial y económica, pero esa riqueza no alcanza a muchos de sus ciudadanos. Los sueldos reales habían perdido ya un 3,5 % en el último año -es decir, antes del azote de la inflación precipitado por la crisis energética. Las cifras de ocupación marcan un récord tras otro: la población laboralmente activa se sitúa en 45,5 millones de personas -del total de 82 millones de habitantes-, pero unos 12 millones de estos trabajadores lo son a tiempo parcial. No porque así lo deseen, en aras de la conciliación de su vida familiar y laboral, sino porque solo encuentran trabajo en formato minijob. La implantación del salario mínimo interprofesional -a partir de este abril, 13 euros por hora-, impulsada por el Partido Socialdemócrata (SPD), ha mejorado sus condiciones de trabajo. Pero en el futuro percibirán jubilaciones mínimas, de acuerdo al nivel de que cotizaron. Berlín, la capital de la primera potencia económica, el porcentaje de población en los umbrales de la pobreza o marginalidad se sitúa en un 16,9 %.

La reválida de Sanna



Finlandia, unas elecciones clave y ante  la OTAN


Joana Serra

Finlandia celebra este domingo unas elecciones legislativas que, más allá de su obvia relevancia a escala interna, marcarán el futuro político de un país que está a las puertas de ingresar en la OTAN. No hay un claro favorito en los sondeos, que apuntan a un empate entre socialdemócratas, conservadores y ultraderecha, todos ellos en torno al 20 % de los votos, pero con una ligera ventaja para la derecha moderada del ahora opositor partido Kokoomus.

La socialdemócrata Sanna Marin, de 37 años y jefa del gobierno desde finales de 2019, es sin duda el rostro más conocido de la política finlandesa y probablemente el único nombre de un líder de su país que ha trascendido para el ciudadano corriente más allá del ámbito nórdico. Llegó al puesto no por la vía de la urnas, sino tras la dimisión de su correligionario y antecesor, Antii Rinne, quien se retiró en medio de trifulcas en su coalición.

Desde entonces, la que en el momento de alcanzar la jefatura del gobierno era la líder más joven escala planetaria afrontó con pulso firme varias crisis. Prácticamente se estrenó en el cargo en plena lucha contra la covid. Apenas controlada la situación le correspondió marcar la pauta en el giro más drástico dado en décadas por Finlandia, en paralelo a la vecina Suecia, a raíz del inicio de la invasión rusa de Ucrania lo que marcó su gestión.

Finlandia es el miembro de la Unión Europea (UE) con la más larga frontera con Rusia, 1.340 kilómetros. De la vecindad más o menos armoniosa pasó a temer una extensión sobre su territorio del conflicto. Marin, junto con la entonces jefa del gobierno sueco, la asimismo socialdemócrata Magdalena Andersson, rompieron con décadas de neutralidad militar y unos meses después de la agresión rusa a Ucranian solicitaron conjuntamente el ingreso en la OTAN.

Marin, como Andersson, lograron un consenso político casi cerrado para ese giro y se encontraron con una Alianza Atlántica que les daba la bienvenida, ansiosa de reforzar todo el flanco nórdico, báltico y del este. Pero toparon con las objeciones de Turquía, que durante meses ha bloqueado su ratificación como nuevo miembro.

Andersson había defendido para los socialdemócratas la posición de primera fuerza en las elecciones parlamentarias suecas del pasado septiembre, pero fue el conservador Ulf Kristersson quien se llevó la victoria al frente de una coalición centrista con apoyo externo ultraderechista. A Kristersson le ha correspondido negociar el ingreso con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien reprocha a Suecia dar asilo al terrorismo kurdo y otros grupos afines.

Hasta ahora, Suecia no ha logrado vencer la resistencia de Erdogan. Finlandia, por contra, sí se encuentra camino de completar la ratificación a su ingreso por todos los miembros de la OTAN, después de que Erdogan diera su visto bueno.

Esta situación, sin embargo, no tiene por qué mejorar las opciones de Marin a la elección en un país de pronto temeroso como no lo estuvo durante mucho tiempo por su seguridad. La negociación con Erdogan, sobre todo en la última fase, ha correspondido al presidente del país, el liberal Sauli Niinistö. Del útimo encuentro entre ambos presidentes surgió, este marzo, la luz verde turca al ingreso finlandés. Suecia sigue pendiente de obtenerla.

Los conservadores de Kokoomus, liderados por Petteri Orpo, aventajan en los sondeos a los socialdemócratas en un punto -20,8 % para los primeros, frente al 19,3 % para los de Marin-. Los terceros en discordia son los Verdaderos Finlandeses, prácticamente empatados con el partido de la primera ministra.

Marin, que heredó de Rinne una coalición de cinco partidos, solo descarta como futuros aliados a la ultraderecha. El conservador Orpo en cambio no rechaza explícitamente esa opción. Una coalición de signo centrista con la participación de esa fuerza, abiertamente euroescéptica y xenófoba, implicaría el siguiente gran giro político en este aspirante a ingresar en la OTAN, tras el que dio ya Suecia.

jueves, 30 de marzo de 2023

Panorama, panorama: de la sequía a la gestación subrogada

Las Obregón europeas

La estricta prohibición alemana                    

Marina Ferrer

En Alemania, país donde rigen ya unas muy rígidas leyes en todo lo que concierne a la adopción, la maternidad subrogada o vientres de alquiler está estrictamente prohibida. Los médicos que la practiquen o posibiliten estas prácticas incurren en delito. No deben temer un procesamiento los llamados “padres intencionales” o personas que recurren a la maternidad subrogada en el extranjero.

Sin embargo, pueden encontrarse en problemas futuros, ya que la legislación alemana no reconoce una relación legal de descendencia a los “padres intencionales”. La madre de un bebé es la mujer que le ha dado a luz. Existe posibilidades de adopción, pero entrañan bastantes complejidades jurídicas hasta que se logra el reconocimiento de la paternidad o maternidad sobre el bebé.

La regulación al respecto está contenida en la Ley de Protección del Embrión de 1990, que sigue vigente pese a sucesivas iniciativas, también desde el sector médico, para una actualización de esa normativa.

El debate en torno a la maternidad subrogada se reactivó bajo las restricciones a los viajes durante la pandemia de la covid-19, que impidió a determinadas familiar acudir a recoger sus bebés, principalmente de Ucrania.



La sequía extrema: así se prepara Europa



El Rin, como señal de alerta

Marina Ferrer

Alemania sigue en temporada de lluvias en una primavera en la que dominan los cielos grises sobre el sol. Pero persiste en el ánimo general la alerta desatada el año pasado, con las aguas del Rin a mínimos y el transporte fluvial paralizado. El de 2022 fue un verano tórrido y sin lluvias, a lo que siguió la prohibición de regar jardines privados y huertos urbanos en las regiones más afectadas. El Rin, un río identificado con la prosperidad, se convirtió en reflejo de una situación impropia en un país cuyos ciudadanos han sido tradicionalmente incansables viajeros vacacionales anhelantes de sol.

En los últimos años la situación cambió. El de 2022 fue el quinto verano inusualmente cálido, tras primaveras escasas en precipitaciones. Ello ha afectado la otra gran fuente de riqueza alemana, los bosques. Un 32 % de la superficie del país es terreno forestal. Los últimos veranos y la sequedad del suelo han hecho estragos: cuatro de cada cinco árboles están “enfermos”, alertó recientemente el ministro de Agricultura, el verde Cem Özdemir. “El bosque es un paciente que necesita atención”, aseveró.

Charles, un senior británico en la Puerta de Brandeburgo









Carlos III advierte desde el Bundestag de la amenaza para Europa de la guerra en Ucrania


Marina Ferrer


Carlos de Inglaterra y su esposa Camila hicieron en Berlín todo aquello que se espera de la visita de unos monarcas en un país republicano, pero que se derrito con los Royals británicos: se dejaron agasajar en el palacio de Belleveu por el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, en un banquete al que asistieron desde la excanciller Angela Merkel al líder de la banda punk Tote Hosen, Campino; saludaron a la ciudadanía bajo la Puerta de Brandeburgo; comieron especialidades de un mercado callejero, intercambiaron alguna frase en alemán con sus vendedores, visitaron una granja ecológica… y finalmente pronunció el rey ante el Bundestag, el Parlamento federal, un discurso impecable, a ratos en alemán, a ratos en inglés.

Impecable no solo porque alabó el compromiso de Alemania con la defensa de Ucrania o frente al cambio climático, sino también porque intercaló oportunamente algún chascarrillo futbolero -aplicado a la selección femenina-, sin olvidar las inevitables referencias a la tortuosa historia del Reichstag –incendiado en 1933, escenario de la subida al poder de Adolf Hitler y dañado por los aliados en 1945- o recordar a su madre, Isabel II.

“Mi madre conquistó un lugar muy especial en el corazón de los alemanes”, afirmó, en alusión a las múltiples ocasiones en que la reina visitó Alemania, la última de las cuales convertida en una especie de icono de amistad o incluso complicidad con la entonces canciller Merkel, en 2015.

“El azote de la guerra ha vuelto a Europa. Muchas vidas han quedado destruidas y se han pisoteado los DDHH”, dijo, para destacar luego la “valiente, importante y bienvenida” ayuda militar prestada por Alemania.

El discurso en el Reichstag, la sede del Bundestag, fue recibido entre risas a sus ironías y ovacioes a las referencias históricas o alusiones a los desafíos del presente. Era el punto esencial en la visita de Estado de tres días y la primera vez en que un monarca hablaba desde ese edificio. Antes de llegar al trono, como príncipe heredero había visitado Alemania 28 veces.

Al canciller Olaf Scholz se reservó un papel secundario, ya que se acuerdo al protocolo el de anfitrión corresponde al presidente Steinmeier. Scholz no había estado en el banquete de honor de la primera jornada, lo que en Alemania no sorprende porque de hecho no se espera de un canciller en ejercicio que acuda a estos eventos. Hubo un encuentro entre el jefe del gobierno alemán y el monarca, además del saludo en el Bundestag. Pero ninguna declaración conjunta, en medio de la sucesión de discursos que se alternaron Carlos III y Steinmeier.

La visita de Carlos III tenía de por sí rango de acontecimiento y además la cancelación de la visita previa del rey a Francia, en medio de los disturbios que sacuden el país, le dio aún más relevancia. Se consideraba, tanto por Berlín como por Londres, como una nueva señal de acercamiento tras el inicio de deshielo marcado por el primer ministro británico, Rishi Sunak, el pasado febrero, con el acuerdo con la UE para limar los desajustes respecto a Irlanda del Norte.

Sunak ya escenificó la nueva era de cooperación con su visita a París, a principios de marzo, incluido un cálido abrazo con el presidente francés Emmanuel Macron. Scholz no es precisamente un político dado a las expresiones de calidez humana. Pero el siguiente paso que espera Berlín, tras la fotogénica visita de Carlos y Camila, debe proceder del jefe del gobierno británico, en comparecencia conjunta con su homólogo alemán.

lunes, 27 de marzo de 2023

Llegó la bestia

 


Los Leopard2 alemanes ya están en Ucrania



 Marina Ferrer


“Sí, hemos entregado a Ucrania lo acordado”, respondió el canciller alemán Olaf Scholz, a la pregunta de si los 18 Leopard2 prometidos por su país a Ucrania llegaron ya a su destino. La cuestión surgió en una comparecencia conjunta del jefe del gobierno de Berlín con su homólogo neerlandés, Mark Rutte, en Rotterdam. Poco antes, el semanario “Der Spiegel” había difundido una información según la cual los Leopard alemanes estaban ya en territorio ucraniano, algo que Berlín no había querido revelar hasta por razones de seguridad.

Los Leopard que ha entregado Alemania son los de la moderna versión 2A6, hasta ahora usados por el ejército germano para el entrenamiento de sus soldados. Scholz dio luz verde el pasado enero al suministro de los carros de combate que reclamaba Kiev el pasado enero, tras lo cual siguieron las semanas de entrenamiento exprés en su manejo, en territorio alemán, a los soldados ucranianos.

La decisión de Scholz estuvo precedida por fuertes presiones sobre Berlín desde Kiev, desde Washington y desde Varsovia para la autorización del envío de esos tanques, de fabricación y licencia alemana. De la luz verde del canciller dependía no solo el envío de los Leopard2 de su ejército, sino también el de aquellos aliados occidentales que disponen de ellos y están dispuestos a entregarlos a Ucrania.

El papel de los aliados

Alemania prometió inicialmente 14, pero subió la apuesta a 18 visto que, tras tantas presiones, sus aliados europeos y de la OTAN no respondían con la celeridad deseada al objetivo de lograr juntar dos batallones –cada uno de 31 unidades, según Spiegel--. Polonia había respondido casi de inmediato con al sí de Scholz para igualar su oferta. Portugal, España, Países Bajos, Noruega y Finlandia fueron concretando las suyas en las semanas siguientes. Estados Unidos, finalmente, prometió suministrar sus equivalentes “Abrams”, de fabricación estadounidense.

Ucrania considera imprescindibles los tanques dichos principales –o de combate- para recuperar el terreno arrebatado por las tropas rusas en el Donbás. A la luz verde alemana para los “Leopard2” no ha seguido ningún anuncio de Berlín o Washington respecto a la posibilidad de suministrar también aviones de combate. Scholz lo considera una línea roja que no está dispuesto a cruzar, ya que al parecer de Alemania, como de EE.UU, implicaría la participación directa de soldados de la OTAN en guerra contra Rusia. Polonia en cambio insiste en su disposición a entregar los MiG29 de fabricación soviética, para cuyo manejo sí están habilitados los pilotos ucranianos.

Ni volare ni ferroviare. Solo andare

El sector público alemán entra en la órbita de las huelgas de alcance nacional

Marina Ferrer



Tras meses de paros puntuales, Alemania vivió este lunes una huelga del sector público de dimensión nacional, la primera en décadas y mientras la coalición de Olaf Scholz parece enrocada en sus tensiones internas.

El transporte de pasajeros quedó paralizado en prácticamente todo el país, con apenas algunas posibilidades de viajar desde o hacia Berlín –su aeropuerto siguió funcionando--, mientras por las estaciones, autopistas y puertos se desplegaban sindicalistas con pancartas y vistiendo chalecos amarillos.


Había que remitirse a la década de los 90 (del siglo pasado) para dar con precedentes de una huelga de estas características. Entonces Alemania quedó paralizada durante semanas, con montañas de basura en la calle y mucha crispación social.


La huelga actual, este lunes, había sido convocada por el principal sindicato del sector público, Ver.di, y el de los ferroviarios EVG. Pararon los trenes de larga y de media distancia, mientras que en siete de los 16 “Länder” la huelga se extendió también a los regionales y cercanías. Se suspendió asimismo el tráfico aéreo en los principales aeropuertos –con excepción del de Berlín--, la actividad portuaria en Hamburgo y el transporte público en ciudades como Múnich y otros grandes núcleos úrbanos –con excepción, de nuevo, del berlinés.


La compañía de ferrocarriles alemanes, Deutsche Bahn, había cotado su servicio la medianoche del domingo a lunes. Algunos trenes de largo recorrido no salieron ya en la jornada anterior, ya que tenían prevista la llegada a su destino pasada la medianoche. El aeropuerto de Múnich empezó a suspender vuelos ya el domingo.


A diferencia de lo que ocurre en Francia, las imágenes no eran de caos, sino de silencio sepulcral en estaciones y aeropuertos. Los ciudadanos estaban avisados y hasta “entrenados”. En las semanas precedentes cientos de miles de pasajeros se habían visto afectados por los paros puntuales, aunque en días alternos, en distintos aeropuertos. También desde enero se habían afrontado paros puntuales en guarderías, clínicas, geriátricos y servicios de limpieza municipales.

Desde el gobierno de Olaf Scholz se había recomendado recurrir al teletrabajo, a quien puede practicarlo, mientras que los poderes locales o regionales de los puntos más afectados recordaban que el mejor modo de llegar al puesto de trabajo en días como este lunes es la bicicleta.


No hubo caos, pero sí la sensación de que la de este lunes era efectivamente una huelga de advertencia en su sentido literal. Se produjo mientras en la ciudad de Potsdam, en las afueras de Berlín, se abría la tercera ronda negociadora entre los representantes de Ver.di y EVG y de la patronal –gobierno federal, poderes regionales y municipales-.

El presidente de Ver.di, Frank Wernecke, acudió a la cita recordando las dos reivindicaciones principales para los 2,5 millones de trabajadores del sector: un 10,5 % de aumento salarial y un mínimo de 500 euros de subida mensual para cualquier trabajador. El porcentaje tal vez pueda moverse. Pero el mínimo de 500 euros es irrenunciable para el sindicato.


La patronal acudió sin mover ni un decimal su oferta –un aumento del 5 % en dos años, lo que sería un 3 % para el presente y 2 % para el próximo. La ministra del Interior, Nancy Faeser, había expresado comprensión hacia el conjunto de ciudadanos afectados por el repunte de precios –que en octubre del año pasado llegó al 10,4 %, pero cedió gradualmente hasta el 8,6 % de enero-- y los estragos acumulados en sus salarios reales. Pero también advirtiendo a los sindicatos contra “exigencias exageradas y reacciones desproporcionadas”.

Para la ronda negociadora se han previsto tres jornadas a partir del lunes. Si no hay acercamiento, la amenaza de nuevas huelgas coincidirá con las vacaciones de Semana Santa. Quedaría la opción de una comisión de arbitraje entre ambas partes.


El gobierno alemán teme un estallido social como el francés. Todo eso, en medio de una crisis de coalición de Scholz entre socialdemócratas, verdes y liberales. El tripartito se había reunido a puerta cerrada el domingo, a las 18.30. Veinte horas después seguían ahí, sin perspectivas de solución en las posiciones confrontadas entre los verdes del titular de Economía y Protección Climática, Robert Habeck –que reclama inversiones en renovables y ambición climática-- y los liberales del ministro de Finanzas, Christian Lindner --que insiste en el regreso a la senda de la contención presupuestaria--. Pasadas las 14.00 horas del lunes, se anunciaba la interrupción de la sesión para seguir disputando una prórroga, este martes.

domingo, 26 de marzo de 2023

Crispación a fuego lento

Scholz, ante un tripartito crispado y una huelga afrancesa

Marina Ferrer


 No hay dinero para cumplir con todos los deseos, era la advertencia lanzada por el Partido Liberal (FDP), el socio más pequeño del tripartito de Olaf Scholz, ante la reunión de crisis de la coalición de Gobierno, abierta el domingo a las 18.30. El FDP es el socio menor, pero también el que tiene la llave de Finanzas. Su líder y el titular del Ministerio, Christian Lindner, quiere volver a la senda de las reglas fiscales en 2024. Pide recortes en todos los departamentos pero, por otro lado, desde su partido, reconocido defensor de la industria y especialmente de la automovilística, se apremia a invertir en autopistas. Los Verdes reclaman ambición climática e impulso a la energía verde. O sea, inversiones en renovables y en la red ferroviaria, no en comodidades para el conductor o el transporte por carretera.

“No puede ser que en una coalición un único socio trabaje para avanzar y los otros dos frenen el progreso”, lamentó el ministro de Economía y Protección del Clima, el verde Robert Habeck, en un acto de su partido. Los buscadores del progreso son, a su parecer, los Verdes; quienes lo frenan son los liberales de Lindner y, por inacción, los socialdemócratas de Scholz .

A Habeck, con rango de vicecanciller, empezó a vérsele crispado a mediados de semana, cuando atribuyó a “filtraciones internas” la difusión de un anteproyecto de ley por el sensacionalista diario “Bild”. Habeck se propone prohibir la instalación de nuevas calefacciones de gas en 2024 para substituirlas progresivamente por las de energías limpias. Su posición hizo que el vicepresidente del FDP, Wolfgang Kubicki, le comparara con Vladímir Putin. El paralelismo –del que se retractó el político liberal-- se inscribe en la identificación clásica entre ciertos medios, como “Bild”, de los Verdes con el partido de los aguafiestas y las prohibiciones.

Son solo dos ejemplos de las disputas entre Verdes y liberales, que empezaron la legislatura en 2021 con los mejores propósitos de convivencia, pese a sus abismos ideológicos tradicionales. Scholz contempla las disputas con la característica sangre fría atribuida a la gente de su “Land” –Hamburgo--.

Mucha sangre fría precisarán también los ciudadanos que pretendan moverse este lunes. El sindicato del sector público, Ver.di, y el de los ferroviarios, EGV, han convocado la mayor huelga de advertencia en el transporte de pasajeros desde hace décadas. Afecta a trenes de media y larga distancia, así como a regionales y de cercanías. Se cancelaron todos los vuelos desde o hacia los principales aeropuertos –aunque no el de Berlín-, así como el transporte público urbano en parte del país.

Ver.di reclama para los 2,5 millones de trabajadores del sector un aumento salarial del 10,5 % o una subida mínima de 500 euros al mes, mientras que la patronal ha ofrecido un 5 % a repartir en dos años. A los sindicatos se les ha acusado de “inflar” sus reivindicaciones o de alimentar un estallido social al estilo de la vecina Francia. Llevaban meses con paros puntuales, que paralizaron en días sucesivos los aeropuertos del país. Ante la siguiente ronda negociadora que se abrirá este lunes pasaron a la huelga a escala nacional.

El domingo empezaron a notarse sus efectos en las repletas estaciones de trenes y autopistas. Muchos pasajeros optaron por avanzar su viaje o cancelarlo, puesto que los trenes que debían llegar a su destino más allá de medianoche –inicio de la huelga-- fueron suspendidos. El aeropuerto de Múnich se avanzó a la jornada de movilización y canceló ya sus vuelos el domingo.

En Berlín, la futura gran coalición de la ciudad-estado y capital entre conservadores y socialdemócratas –aun en fase de negociación- se ahorró un quebradero de cabeza. Fracasó la consulta popular, auspiciada por grupos ecologistas, que pretendía avanzar a 2030 el objetivo de la neutralidad climática, hasta ahora situado en 2045. Ganó el sí, pero no logró el mínimo de 607.517 votos afirmativos necesarios para dar por válida la consulta.

sábado, 25 de marzo de 2023

Wissing y su amigo Porsche

 

Berlín desbloquea el adiós a los coches de combustión, clave contra el cambio climático 


                                                                               Marina Ferrer 

Un día después de cerrarse la cumbre de los Veintisiete, Bruselas y Berlín anunciaron este sábado al unisono el fin del bloqueo alemán a la ley que prohibirá a partir de 2035 las nuevas matriculaciones de coches que emitan C02. Algo que el viernes no pudieron dar por hecho ni el canciller Olaf Scholz ni la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von de Leyen. Por entonces aun circulaban entre Bruselas y Berlín sucesivas propuestas en busca de una solución de compromiso. 

El anuncio del desbloqueo correspondió al vicepresidente de la CE y encargado del Pacto Verde europeo, el neerlandés Frans Timmermans, y al ministro alemán de Transportes, Volker Wissing, responsable del desaguisado creado con el veto alemán a una legislación europea previamente pactada. “Hemos acordado con Alemania el futuro uso de los combustibles sintéticos”, afirmó Timmermanns, vía twitter. “Los vehículos equipados con motor de combustion que usen combustibles neutros en emisiones de CO2 podrán seguir matriculándose después de 2035”, confirmó Wissing. 

El ministro de Scholz había avanzado ya el viernes que a la última oferta de la CE debían limársele “algunos problemas jurídicos”. Scholz se había ido de la cumbre unas horas antes con la misma frase con la que llegó: había buenos augurios para lograr el consenso, dijo. De Berlín partía mientras tanto una última formulación “jurídicamente segura” para salvar los combustibles sintéticos de Wissing, los llamados E-Fuel. Un término que hace apenas unas semanas era desconocido para muchos alemanes, hasta que el ministro salió en su defensa.  

El bloqueo de última hora a una ley que se daba por resuelta era un problema para las relaciones de la primera potencia europea con la mayoría de sus socios y una afrenta a una histórica decisión para eliminar los motores de combustión, había advertido el ministro de Economía y Protección del Clima, el verde Robert Habeck, con rango de vicecanciller en el tripartito entre los socialdemócratas de Olaf Scholz, ecologistas y liberales. 

La “obsesión” del liberal Wissing por defender casi en tiempo de descuento al E-Fuel había enfrentado no solo a Alemania con Bruselas, sino que también creó problemas de convivencia en la coalición de Scholz. Los Verdes han debido tragarse ya muchos sapos a consecuencia de la crisis energética precipitada por la guerra en Ucrania –como el aplazamiento por tres meses y  medio del apagón nuclear, que debía haberse consumado el pasado diciembre--. Wissing ha generado una serie de rifirrafes internos y es, para el electorado verde y también el socialdemócrata, un exponente de la sumisión del Partido Liberal (FDP) a los intereses de la industria. En este caso, ni siquiera al poderoso sector de la automoción en su conjunto. El E-Fuel interesa esencialmente a uno de sus fabricantes, el elitista Porsche, que está invirtiendo en una planta para el desarrollo de los llamados carburantes sintéticos en Chile. Para las restantes grandes marcas alemanas, esa alternativa no jugaba prácticamente papel alguno. 

Las tensiones en la coalición de Scholz se plasmaron esta semana pasada en unas declaraciones de Habeck en la television pública. Ahí se sinceró y atribuyó a “filtraciones internas” informaciones que afectan a su ministerio y que aparecieron publicadas en el sensacionalista diario “Bild”, medio tradicionalmente hostil a los verdes. Fue casi una declaración de guerra, para muchos dirigida a los liberales. Este domingo se celebra en Berlín una reunion de crisis en la Cancillería destinada a aplacar tensiones. La paz  alcanzada en Bruselas dirime al menos uno de los problemas internos del tripartito. 


Marina, fotógrafa de cabecera

 


Tempelhof, mucho más que un viejo aeropuerto


                                                                                                                                               Marina Ferrer


“Tempelhof, en su forma actual, ha sobrevivido a tres alcaldes. Esperamos al siguiente”, explica Verena Schönhart, de la plataforma “THFBleibt100%THF” --traducible como “THFSigue100%THF”--. Las iniciales fueron el código del aeropuerto de Tempelhof. En 2008 quedó fuera de servicio, tras un largo debate entre los partidarios de mantenerlo en activo, en pleno casco urbano, y quienes lo consideraban tóxico para el vecindario.

Dos años después sus 355 hectáreas se convirtieron un espacio libre y gratuito para el ciudadano. Por sus antiguas pistas circulan ciclistas semiprofesionales o meros aficionados, skaters, patinadores, familias enteras y gente paseando el perro, mientras en las zonas de césped asilvestrado se arman barbacoas, levantan cometas, se juega a fútbol, se ensaya solo o en grupo con instrumentos musicales o se toma una cerveza. Casi cualquier actividad al aire libre es posible, inclusive sacar los esquís en invierno o abandonarse al botellón entre sus huertos urbanos más o menos organizados, en cuanto asoma la primavera. Un reflejo de la identidad berlinesa, combinación de caos y reglamentación, donde todo está sujeto a unas normas, pero casi todo acaba siendo posible. Al fin y al cabo, queda entre dos barrios con reputación de indomables, el multiétnico Neukölln y el viejo bastión contracultural de Kreuzberg.

“¿Otro referéndum? Nein, Danke”, opina Matthias Link, uno de los siete coordinadores voluntarios de los distintos proyectos --desde medioambientales a deportivos-- que se reparten por el Tempelhofer Feld, el campo de Tempelhof. Su rechazo al referéndum no se dirige contra el que justo este 26 de marzo se celebra en Berlín en torno a la pregunta de si quiere avanzarse a 2030 el objetivo de la neutralidad climática –en lugar del 2045--.

Su “Nein” se dirige contra la propuesta de la que previsiblemente se convertirá en nueva coalición de gobierno en la capital y ciudad-estado, liderada por el conservador Kai Wegner y con la actual alcaldesa en funciones, la socialdemócrata Franziska Giffey, como segunda. Ambos han propuesto una nueva consulta, repetición del referéndum de 2014. Entonces un 64 % de los participantes se pronunciaron por dejar el Tempelhofer Feld como está. Es decir, sin permiso para nuevas edificaciones.

Wegner y Giffey consideran necesaria otra consulta, visto que la escasez de vivienda es la principal preocupación ciudadana. Su propuesta consiste en edificar en el anillo de rodea el Tempelhofer Feld, que quedaría así encorsetado entre bloques de viviendas. Hace años que Berlín dejó de ser un oasis de alquileres asequibles entre las capitales europeas. La especulación inmobiliaria ha disparado los precios tanto la vivienda de alquiler como de propiedad.

“Para luchar contra la especulación hay otros instrumentos. Y también ahí los ciudadanos dimos nuestra respuesta en otra consulta ciudadana”, recuerda Link. Se refiere al referéndum celebrado en 2021 coincidiendo con las elecciones generales y con las regionales. Una mayoría se pronunció a favor de expropiar bloques de viviendas a las grandes inmobiliarias para aumentar la oferta de pisos de alquiler a precios asequibles.

Giffey no respaldó esa opción, pero sí sus aliados de gobierno, Verdes y La Izquierda. El referéndum no era vinculante, aunque tenía su peso político. Al margen de ese resultado, Berlín revalidó en las urnas en 2021 su reputación de ciudad caótica. Las regionales acabaron anuladas por un cúmulo de irregularidades logísticas. En febrero se celebraron nuevas elecciones, que sepultaron a Giffey en un récord a la baja para los socialdemócratas. La gran coalición aún está en vías de negociación, pero todo apunta a que Wegner romperá la racha de tres alcaldes socialdemócratas –Klaus Wowereit, Michael Müller y Giffey-.

A Tempelhof le identificaron los berlineses con los “Rosinenbomber” -o bombardeos de las golosinas-, los aviones del puente aéreo aliado que abastecieron al sector occidental bajo el bloqueo soviético de 1948/1949. Había sido inaugurado en 1923 y se convirtió en aeródromo central de la capital del Tercer Reich. El puente aéreo cambió esa asociación con el nazismo para convertirlo en símbolo de heroicidad, con unos aviones que además de transportar alimentos lanzaban golosinas a los niños berlineses.

Siguió en activo hasta más allá de la caída del Muro, en 1989, hasta que en 2008 despegó su último vuelo regular. Con la crisis migratoria de 2015 se convirtió en centro de refugiados, con 10.000 plazas entre contenedores provisionales. En 2020 sus antiguas terminales ejercieron de centro de vacunación contra la covid-19. Para sus defensores, Tempelhof es un pulmón de vida que sobrevivirá a cualquier alcalde.

miércoles, 22 de marzo de 2023

Aquellos chalados

 


Alemania asesta un nuevo golpe a los ultraderechistas


“Reichsbürger”, los Ciudadanos del Reich


Marina Ferrer

Cuatro meses después del desmantelamiento de la trama golpista liderada por un autoproclamado Heinrich XIII, la policía alemana asestó un nuevo golpe a los “Reichsbürger”, los Ciudadanos del Reich, grupo ultraderechista que no reconoce las fronteras ni el orden constitucional de la Alemania actual. Un total de cinco sospechosos fueron detenidos en una redada coordinada entre ocho “Länder” –estados federados-- alemanes, así como Suiza. La Fiscalía federal les imputa pertenencia a una organización terrorista.

Se realizaron en total veinte registros en viviendas y oficinas, incluidos de personas no sospechosas de militar en el grupo, pero vinculadas a los detenidos. En uno de estos operativos resultó herido por un disparo un agente del cuerpo especial de la Policía, SEK.

Entre los detenidos hay policías o soldados en activo, según informaciones coincidentes del diario “Süddeutsche Zeitung” y las radiotelevisiones públicas regionales NDR y WDR.

“Tenemos que desarmar a los extremistas, lo que implica endurecer las leyes de tenencia de armas”, afirmó la ministra de Interior, Nancy Faeser, desde Washington, donde realiza una visita de trabajo.

Los “Reichsbürger” son un grupo que hasta hace unos pocos años se consideraba marginal e incluso estrambótico, como lo es la figura del mismo Heinrich XIII, un hombre de negocios de Turingia, detenido el pasado diciembre como presunto cabecilla de la trama golpista que pretendía derrocar por la fuerza la República Federal de Alemania (RFA).

Los servicios de espionaje de Interior han alertado repetidamente de la peligrosidad de ese grupo extremista, que de los pocos miles de seguidores que tuvo en la década anterior se disparó hasta sus aproximadamente 23.000 militantes actuales –un 10 % de los cuales están fichados como dispuestos a la violencia--. Se estima que el grupo cobró resonancia infiltrándose en el movimiento de los antivacunas durante la pandemia, en unas de cuyas protestas realizaron un amago de asalto al Parlamento federal (Bundestag).

Lo que podría parecer un desvarío de un grupo marginal, como es la reinstauración del denominado “Reich” que, para ellos, nunca dejó de existir, se ha convertido en un problema para la seguridad nacional. No solo porque no reconoce el Parlamento o las leyes vigentes y rechacen asimismo pagar impuestos, sino porque en sus filas militan policías, en activo o suspendidos de servicio, así como soldados.

En la redada del pasado diciembre fueron detenidos 23 sospechosos de integrar la trama golpista, entre ellos una exdiputada de Alternativa para Alemania (AfD), única fuerza ultraderechista con escaños en el Bundestag.

sábado, 18 de marzo de 2023

Volare

Oleada de vuelos cancelados en Alemania: 

La huelga “de baja intensidad” mortifica Alemania


                                                                                                                              Marina Ferrer

El pasado lunes fueron cuatro los aeropuertos de Alemania que cancelaron prácticamente toda su actividad -Berlín, Hamburgo, Hannover y Bremen-. Les siguieron el viernes los de Colonia, Düsseldorf, Stuttgart y Karlsruhe. En el caso del de Berlín, un aeropuerto con reputación bien ganada de mal funcionamiento y de colas eternas en los controles no solo en días calificados de punteros, era la segunda vez este año en que se suspendía su actividad y con apenas dos días de pre-aviso. Los dos de mayor tráfico áereo del país, Fránkfurt y Múnich, habían cerrado asimismo el tráfico de pasajeros por un día a mediados de febrero, lo que solo en esa jornada afectó a 137.000 viajeros.


El goteo de suspensiones o retrasos en los vuelos obedece a las llamadas huelgas de advertencia que desde principio de año ha venido convocando el sindicato del sector público Ver.di, junto con algunas otras organizaciones más minoritarias de trabajadores. En el caso de los aeropuertos, afecta al personal de tierra, principalmente empleados de seguridad contratados por los correspondientes municipios.

Pero no es sólo la situación del espacio aéreo alemán lo que mortifica al ciudadano, que a menudo se entera dos días antes de la cancelación de su vuelo por los avisos que recibe de su aerolínea, que a su vez le recoloca al día siguiente, le ofrece alternativas en tren -en el caso de trayectos domésticos- o le desvía hacia otros trayectos. 


La campaña de huelgas de advertencia de Ver.di va más allá de los aeropuertos. Se extiende también en formato de paros parciales diversificados y repartidos por distintos puntos del país por guarderías públicas, hospitales, geriátricos y servicios de correos. El pasado martes, día en que no había convocados paros en ningún aeropuerto, unos 13.000 trabajadores del sector sanitario secundaron la jornada de huelga en hospitales, clínicas psiquiátricas y servicios de salvamento en ocho de los 16 “Länder” -estados federados- del país.


La reivindicación de Ver.di es común para 2,5 millones de empleados del sector público: un 10,5 % de incremento salarial o un mínimo de 500 euros mensuales por trabajador. La patronal -es decir, el Estado federal y los poderes regionales o municipales- rechaza esta reivindicación salarial. Ofrece un incremento salarial del 3 % y un pago único de 2.500 euros por un convenio de dos años.

No hay acercamiento entre ambas partes desde hace semanas. La próxima ronda negociadora se abrirá el día 25, en la ciudad de Potsdam, la capital del estado de Brandeburgo que rodea Berlín. Muchos ciudadanos se preparan ya para ver salpicadas su salida o retorno de las vacaciones de Semana Santa por cancelaciones o retrasos, en lo que iba a ser el regreso triunfal tanto para el consumidor como para el sector turístico a la “normalidad vacacional” post-pandemia.


La reivindicación de Ver.di podría parecer desproporcionada, pero es acorde con los tiempos actuales. Ahora mismo se considera incluso moderada, visto el nivel de inflación con que se cerró 2022: un 8,6 % interanual registró en diciembre, tras haberse situado en el pico del 10,4 % en octubre. Incluso en los sectores en los que en 2022 hubo el ajuste regular según el nivel de entonces de inflación huvo una caída de los salarios reales del 3,1 % respecto a 2021. Es la tercera caída consecutiva reflajada por la Oficina Federal de Estadística (Destatis).


Los ciudadanos alemanes se toman hasta ahora con resignación estas mortificantes, pero de alguna manera llevaderas “huelgas de baja intensidad”. En parte, porque parecen un mal menor comparado con las imágenes de la vecina Francia paralizada completamente o en pie de guerra contra la reforma de las pensiones de Emmanuel Macron.


viernes, 17 de marzo de 2023

Varsovia desafía

 

Los MiG-29 polacos o la siguiente línea roja 





                                                                                                  


                                                                                                                                                  Marina Ferrer

El anuncio de Polonia y Eslovaquia de entregar cazas MiG29 a Ucrania es un salto cualitativo para para Kiev, que hasta ahora no recibió aviones de combate occidentales de sus aliados. Que Polonia estaba está determinada a dar ese paso quedó claro ya en marzo de 2020, unas semanas después del inicio de la invasión rusa. Varsovia propuso entonces transferir sus aviones de combate, de fabricación soviética, a la base estadounidense de Ramstein, en Alemania, para ponerlos desde ahí a disposición de Ucrania. Washington zanjó la cuestión con un no, que transmitió por teléfono su secretario de Estado, Lloyd Austin, a su colega polaco, Mariusz Blaszczak.

Berlín respiró aliviado. La idea de que partieran desde su territorio aviones de combate de la OTAN en apoyo de Ucrania hacía temer una escalada. Es decir, la entrada de la Alianza Atlántica como parte activa de la guerra, algo que descartan tanto el presidente estadounidense, Joe Biden, como el canciller alemán, Olaf Scholz.

La llamada de Austin a Blaszczak fue el 9 de marzo de 2022. Un año y unos pocos días después, el presidente polaco, Andrzej Duda anunció este miércoles el envío “en unos pocos días” de cuatro de sus MiG29. Eslovaquia se sumó 24 horas después a esta iniciativa con otros 13 aparatos. Para Varsovia, sería la primera fase de una acción conjunta entre varios aliados, sin concretar. El Kremlin respondió ya acusando a la OTAN de involucrarse aún más en la guerra.

Berlín podría haberse inhibido. Pero el propio Duda le implicó en la operación, al afirmar que los cuatro MiG29 que enviará a Kiev son parte de la docena de aparatos traspasados a su país a principios de los 90 y procedentes de la extinta República Democrática Alemana (RDA). Es decir, la Alemania comunista que quedó disuelta e incorporada a la República Federal de Alemania (RFA) por el Tratado de Unidad de 1990.

Teóricamente, y en virtud de la llamada cláusula del destino final, Polonia solo podría entregar esos aviones de combate a Ucrania con la autorización alemana. Más o menos la situación que se dio con los Leopard2, los carros de combate de fabricación y licencia germana, que ningún aliado pudo transferir a Ucrania hasta que Alemania, tras semanas de tensiones, dio luz verde.

El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, dijo desconocer la procedencia de los aviones comprometidos por Varsovia. El portavoz de Scholz, Steffen Hebestreit, insistió luego en que para Alemania toda cuestión relacionada con el apoyo a Kiev se decide “en consenso” con los aliados occidentales. Ratificó asimismo que no consta ninguna petición por parte polaca sobre los MiG-19.

La situación ahora no es la hace un año. Alemania, Estados Unidos y los restantes aliados occidentales han traspasado ya algunas líneas rojas. Cada una de ellas dejó en el aire la pregunta de cuál será la siguiente. En el envío de dos batallones de Leopard2 participaron Alemania, Polonia, España, Portugal, Noruega y Canadá, entre otros aliados. Todos esos países brindaron en su territorio la instrucción militar precisa a miles de soldados ucranianos.

La norma de que ningún soldado de un país de la OTAN entrará activamente en esa guerra se cumple. Como también ocurrirá con los MiG-29, cuyo manejo conocen los pilotos de guerra ucranianos. Los cazas de fabricación soviética fueron diseñados en la Guerra Fría como respuesta a los MdDonnell Douglas F-15, F-16 Falcon y F/A-18. Se exportaron a países satélite -algunos de ellos, actuales miembros de la OTAN- y siguen en activo en las fuerzas aéreas rusas.

Polonia acordó en julio del año pasado la compra de 48 aviones FA-50 a Corea del Sur -además de 180 tanques K2- y está pendiente de recibir F-15 estadounidenses. El traspaso dse de los MiG a Kiev encaja en la renovación de su ejército.

jueves, 16 de marzo de 2023

El amigo Bibi

Scholz apremia a Netanyahu a buscar el consenso ante una reforma "muy preocupante"




                                                                                                                                                  Marina Ferrer



“Como amigos y aliados de Israel, esperamos que no se haya dicho aún la última palabra sobre la reforma” y que el gobierno de Benjamin Netanyahu busque “el amplio consenso social” para implementarla, afirmó el canciller Olaf Scholz ante el primer ministro israelí. “La independencia judicial es un bien muy alto”, le recordó el político socialdemócrata al líder del Likud. Alemania “asiste con gran preocupación” al debate en torno a una reforma judicial no compartida por el propio presidente israelí, Isaac Herzog, recordó el jefe del Gobierno alemán, un país que, por responsabilidad histórica, aplica la máxima cautela a sus críticas a la política israelí.

“La democracia israelí es fuerte y viva. No retrocederemos ni un centímetro”, le respondió Netanyahu, para quien las acusaciones de que su gobierno quiere “anular la democracia” son “absurdas, injustas y ridículas”.

La visita de Netanyahu a Berlín estaba envuelta en presiones desde múltiples flancos. Las autoridades alemanas habían dispuesto un operativo policial de 3.000 agentes para preservar tanto el orden en torno al monumento a las víctimas judías de las deportaciones nazis, en la vieja estación de Grunewald, como en torno a la cancillería y el Parlamento. En el monumento en el Andén 17 de la Grunewald, de donde partieron bajo el nazismo los trenes para la deportación, discurrió el primer acto del día para Netanjahu, quien recordó junto a Scholz que su país sigue expuesto a múltiples “llamadas a su aniquilamiento”. El operativo policial se desplazó luego a la emblemática Puerta de Brandeburgo, donde había convocada una manifestación izquierdista contra la visita.

Esta situación no sería realmente nueva. Cada visita anterior de Netanyahu estuvo revestida de las máximas medidas de seguridad. Desde hace décadas, el gobierno alemán se permite apenas veladas condenas a la política de asentamientos israelí o sus ofensivas en los territorios palestinos. Se remite al derecho a defenderse de Israel -al que reconoce como socio preferencial-. Y condena cualquier instrumentalización de esas críticas por la ultraderecha o por el yihadismo, que a menudo “comparten” marchas de protesta contra Israel.

Esta vez las críticas del “stablishment” fueron más explícitas e incluyeron al Consejo Central de los Judíos de Alemania, representante de los intereses de ese colectivo en el país del que partió el Holocausto.
“Para la comunidad judía sería inaceptable una reducción de las estructuras democráticas en Israel”, advirtió el presidente del Consejo de los Judíos de Alemania, Frank Schuster, en declaraciones al portal Redaktionsnetzwerk Deutschlan (RND). “Muchos miembros de nuestra comunidad asisten preocupados a la polarización en Israel, que una reforma como la que impulsa el gobierno israelí acentuará”, añadió Schuster. Hasta ahora, los judíos de todo el mundo “hemos estado orgullosos de Israel, la única democracia de Oriente Medio”, zanjó. 

La reforma “destruirá el fundamento del estado democrático judío”, aseveró el presidente de la Conferencia de Seguridad de Múnich, Christoph Heusgen, asesor de Exteriores en tiempos de la conservadora Angela Merkel en la Cancillería.
Las protestas en la calle, en Berlín o en Israel, iban “acompañadas” del rechazo a la reforma de Netanyahu desde las más altas esferas del poder de ambos países. El presidente Herzog ha abandonado su teórica neutralidad inherente para trazar una alternativa o “Directriz popular” que lime las asperezas a la reforma planteada por el gobierno, el más derechista de la historia de Israel y con mayor componente ultraderechista, además de religioso.

Netanyahu, que había llegado a Berlín el miércoles, había respondido ya la víspera vía twitter a Herzog. Fue para rechazar su propuesta y considerar que no brindará el “equilibrio social” que reclama la población de su país.

La controvertida reforma, anunciada por su gobierno unos pocos días después de asumir el poder, aboca a Israel al borde de la guerra civil, han advertido sucesivos estamentos, nacionales e internacionales. Atenta contra el principio de la separación de poderes, otorga al gobierno el control total sobre sus jueces e implica una “politización” de la justicia.

martes, 14 de marzo de 2023

Panorámica: la cesta de la compra

Las ayudas a la cesta de la compra: una rara avis 

La factura del gas, prioritaria

                                                                                                                                                   Marina Ferrer



En Alemania el tripartito de Olaf Scholz entre socialdemócratas, verdes y liberales no ha implantado medidas concretas para paliar los efectos de la inflación en la cesta de la compra. Los paquetes multimillonarios en apoyo de las familias -y de las empresas- se han concentrado en cómo compensar al ciudadano por la subida de la factura del gas. Los esfuerzos acelerados por dejar atrás la dependencia energética respecto a Rusia dispararon sus precios, puesto que las alternativas organizadas para garantizar que no habría cortes en el suministro eran más cara.

Así, en noviembre el consejo de ministros de Scholz aprobó una ayuda especial, por la cual el Estado asumía la factura del gas de diciembre. Anteriormente, en octubre había aprobado un plan de 200.000 millones para topar los precios de la energía, incluido un “cheque” de 200 euros de media por hogar para aliviar el peso de la factura energética a jubilados, familias de bajos ingresos y estudiantes. Ya en agosto se había articulado una reducción temporal del IVA sobre el gas, que bajó del 19 % al 7 %, lo que previsiblemente se mantendrá hasta finales de marzo de 2024.

Esta fórmula de reducción temporal del IVA copiaba la fórmula adoptada por un periodo de un año en los momentos álgidos del coronavirus, bajo el gobierno de Angela Merkel, en que se rebajó del 19 al 17 %, en el tipo más alto, y del 7 al 5 %, para el reducido, con el propósito entonces de estimular el consumo y la demanda interna.

Alemania cerró 2022 con una inflación interanual del 8,6 %, porcentaje que en cuanto a precios de la energía subía al 24,4 %, mientras que en los alimentos se situaba en un 20,7 %. Esta tasa media de inflación se ha mantenido con pocos cambios en enero y febrero, aunque con una ligera tendencia a la contención en lo que respecta a la energía, que en este último mes se situó en 19,1 %. El precio de los alimentos, por contra, se ha incrementado hasta situarse en febrero en el 21,8 % interanual.