Muestra del silenciado Ai Weiwei moviliza a la clase política alemana
Berlín, 29 abr (EFE).- La inauguración en Berlín de la última obra de Ai Weiwei movilizó hoy a la clase política alemana, liderada por el ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, mientras crecen las presiones para que se retire una exposición alemana del Museo Nacional de Pekín en solidaridad con el silenciado artista chino.
La presentación de dos piezas -"Rock", en porcelana; y "Tree", en madera- del artista chino vivo más cotizado congregó a una inusitada presencia política sobre un espacio de apenas 60 metros cuadrados de la galería Neugerriemschneider.
El liberal Westerwelle y el alcalde-gobernador de Berlín, el socialdemócrata Klaus Wowereit, acudieron a la cita, con rango de acontecimiento político y en medio de los gestos de solidaridad hacia el artista, de quien no se sabe nada desde su detención en Pekín el 3 de abril, cuando iba a volar de Pekín a Hong Kong.
La combinación de los bloques de blanca porcelana con la presencia de dos grandes árboles, transportados desde el sur de China a la capital alemana, remite a la predilección de Ai por utilizar materiales tradicionales de su país.
"Es una obra que integra el origen natural con la elaboración artística", explicó a EFE Jan Salewski, representante de la galería, a la que la incertidumbre respecto a Ai ha convertido en epicentro de "Gallery Weekend", evento en que participan 44 salas de Berlín.
Por imperativo de la galería, dentro de la sala no se autorizó la presencia de cámaras de prensa, ni antes ni durante ni después de la visita de Westerwelle o el alcalde.Esta circunstancia, y el interés mediático de la inauguración, generó una paradoja que Ai tal vez habría considerado una metáfora de la censura de que es objeto: fotógrafos "robando" imágenes interiores, encaramados a un muro del patio de la galería y captando su árbol a través de una ventana enrejada.
Las astas de los árboles tras las rejas era lo único que lograron captar, más la entrada del ministro y el alcalde, hasta que los servicios de seguridad privada los hicieron bajar del muro.
En el mismo patio, ante las cámaras que aguardaban, Westerwelle exigió la inmediata liberación del artista, tal como ha hecho en las últimas semanas tanto en comunicados de adhesión como ante el embajador chino, al que llamó a consultas tras la detención.
Los pronunciamientos del jefe de la diplomacia alemana han sido constantes y han llegado con claridad a la familia del silenciado activista, que desde Pekín expresó hoy su agradecimiento a Berlín.
El compromiso de la clase política alemana no la ha llevado, hasta ahora, a retirar la muestra que el propio Westerwelle inauguró en el Museo Nacional de Pekín, dos días antes de la detención de Ai.
El presidente del Parlamento, el cristianodemócrata Norbert Lammert, se sumó hoy a quienes consideran debería clausurarse la muestra, mientras Westerwelle insistía en que cerrar es una medida errónea en la lucha contra la censura.
La opinión de Lammert es compartida con el ministro de Cultura, Bernd Neumann, por el PEN club alemán y por destacados representantes del ámbito cultural alemán.
Sin embargo, ello no ha decidido a sus responsables a retirar la exposición titulada "El arte de la Ilustración", una coproducción entre grandes museos de Dresde, Berlín y Múnich y el Goethe Institut, para la que el Estado alemán aportó 6,6 millones de euros (9,7 millones de dólares).
El debate en torno a la muestra en Pekín y la solidaridad en Alemania hacia Ai han ido in crescendo desde la detención del artista, ocurrida el día después de que medios alemanes informaran de que el artista quería abrir un estudio en Berlín.
Ai es presencia disputada en grandes museos y galerías alemanas desde que en 2007 se convirtió en estrella de la Documenta de Kassel, donde trasladó a vivir a 1.001 chinos durante los cien días de existencia de esa feria vanguardista quinquenal.
Entre las instalaciones recientes más celebradas se recuerda la exhibida dos años atrás en la Kuntshaus de Múnich, cuya fachada cubrió con 9.000 mochilas de colores cubriendo su fachada.
La obra sintetizaba la fuerza poética y denuncia arquetípicas de Ai, quien recordó tanto a los miles de niños muertos al hundirse sus escuelas en el terremoto de Sichuan de 2008 como la corrupción del sector de la construcción que multiplicó los efectos del sismo. EFE
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